Es preciso hacer una
distinción clara entre lo que constituye la profesión militar y lo que representa el profesional militar, así como se distingue
el efecto de la causa. Una profesión, oficio o cualquier ocupación habitual que
cada uno tiene y se ejerce públicamente puede ser buena y justa, o ser mala o
injusta ante la opinión pública si el profesional no lo realiza de acuerdo a
las normas legales y éticas.
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Foto extraída de google image |
La profesión militar es
digna y necesaria, pero si el profesional la utiliza para satisfacer apetencias
personales deja de ser honrosa. Esto hay que tener bien claro, porque así como
en el matrimonio, también hay
muchos pillos y canallas. Lo mismo sucede con todas las profesiones; en sí
misma todas son necesarias, útiles y dignas, pero también hay que considerar si
la persona que pertenece a cada una de ellas la desempeña con integridad y
rectitud. Lo que estamos queriendo demostrar es que, aun siendo una profesión
lícita y honorable, puede convertirse ante los ojos de la gente en poco
confiable, si la persona que la ejerce es corrupta o de malos hábitos.
Las Fuerzas Armadas (FFAA)
están instituidas por la Constitución Nacional para “Custodiar la integridad territorial y
defender a las autoridades legítimamente constituidas”, y así mantener la paz.
Si las FFAA no mantienen la paz –supremo bien- desaparecerán el bienestar
logrado a causa de la discordia. Si surge en la Institución alguna disputa que
perturbe la paz pública, no debe ser atribuida a la profesión militar en sí,
sino a la ambición de algunos y de la ignorancia de su deber. Porque siempre
hubo y siempre habrán hombres de espíritu turbulento que están dispuestos a causar alboroto. Esto normalmente lleva a la ruina y a la perdición.
Lo asombroso no es que haya
algunos militares paraguayos, humanamente descarriados o despreciables, sino
porque pese a todo se encuentran en las FFAA un número mucho mayor de hombres valiosos y realmente auténticos, de hombres que se han
consagrado por entero y con gran devoción a la profesión militar; por otra
parte, han dado testimonio de intachable conducta ciudadana y de incuestionable
rectitud moral.
La capacidad que tienen los
militares para convivir en el cuartel o trabajar en equipo es diversa, a
algunos se los puede comparar con las piedras para construir un edificio;
cuando una piedra que por su aspecto exterior y configuración de forma quita a
las otras más sitio de la que ella ocupa, y debido a su dureza no se deja
pulir, obstaculizando de este modo la construcción, es rechazado por los
constructores como algo que no puede aprovecharse y que causa dificultades. De
igual manera, cuando un militar, por causa de su falta de afabilidad o aspereza
natural y, debido a la terquedad y testarudez de sus actitudes no puede
corregirse, tiene que ser, necesariamente, separado de las FFAA por constituir
un peligro para ellas y para la sociedad misma. Esta determinación debe tomarse lo
antes posible, para que el individuo pueda tener la oportunidad de seguir otra
carrera, porque una vez que haya contraído algún compromiso social (matrimonio,
hijos, etc.) se hace necesario soportarlo hasta un límite razonable.
En las FFAA es posible
lograr alto nivel de disciplina y al mismo tiempo la buena convivencia entre
los militares de todos los grados, con poner en práctica los consejos de Sun
Tzu: “Por autoridad entiendo las cualidades de sabiduría, equidad, humanidad,
valor y sinceridad del General; estas cinco cualidades son las del General. Si
el comandante está dotado de sabiduría, será capaz de reconocer los cambios en
la situación y actuar con rapidez. Si es justo, sus hombres estarán seguros de
la recompensa y del castigo. Si es humano amará al prójimo, compartirá sus
sentimientos y apreciará su trabajo y sus dificultades. Si es valiente,
conseguirá la victoria aprovechando sin dudar el momento más apropiado”.
A la opinión de Sun Tzu,
podemos agregar la síntesis que sigue y que resume todas las leyes y es
sumamente fácil de entender: “No hagas a otros lo que no quieras que te hiciesen
a ti”; lo que es lo mismo “Hacer con los demás lo que quisiéramos nos hiciesen”; también aquella antigua sentencia, “Conócete a ti mismo”,
nos parece de extraordinaria importancia práctica para la vida y la profesión.
Sócrates, quizás el hombre más sabio de la antigüedad, trasladó todo su cuidado y toda
la fuerza de su observación a sí mismo. De
las máximas citadas que resumen principios morales esenciales, podemos sacar
las siguientes consecuencias: que no debe haber en el militar nada de bajeza ni
de estrechez o mezquindad de alma. Por el contrario, debe tener actitud para
acometer grandes empresas, pues un hombre flojo y servil o delator o
espía de sus camaradas no tiene nada que hacer en un ejército bien conducido.
Cuando decimos flojo, no nos referimos al físico, sino al carácter; por
ejemplo, uno de los genios militares de la historia militar, Napoleón
Bonaparte, era físicamente enclenque y había egresado de la escuela militar de
París como subteniente de artillería en el puesto 42 entre 56 promovidos. “Pero
era brillante en matemática, historia y geografía, y devoraba todos los libros
de la biblioteca y trabajaba con tanta dedicación que empezó a adelgazar”,
escribió André Castelot, su biógrafo más famoso.
Coronel (SR) Teodoro R. Delgado
Luque, 30 de octubre de 2012
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