martes, 30 de octubre de 2012

PARTE VI. REFLEXIONES Y COMENTARIOS SOBRE LAS FUERZAS ARMADAS DE LA NACIÓN

EL MILITAR Y LA PROFESIÓN

Es preciso hacer una distinción clara entre lo que constituye la profesión militar y lo que representa el profesional militar, así como se distingue el efecto de la causa. Una profesión, oficio o cualquier ocupación habitual que cada uno tiene y se ejerce públicamente puede ser buena y justa, o ser mala o injusta ante la opinión pública si el profesional no lo realiza de acuerdo a las normas legales y éticas.

Foto extraída de google image
La profesión militar es digna y necesaria, pero si el profesional la utiliza para satisfacer apetencias personales deja de ser honrosa. Esto hay que tener bien claro, porque así como en el matrimonio, también hay muchos pillos y canallas. Lo mismo sucede con todas las profesiones; en sí misma todas son necesarias, útiles y dignas, pero también hay que considerar si la persona que pertenece a cada una de ellas la desempeña con integridad y rectitud. Lo que estamos queriendo demostrar es que, aun siendo una profesión lícita y honorable, puede convertirse ante los ojos de la gente en poco confiable, si la persona que la ejerce es corrupta o de malos hábitos.

Las Fuerzas Armadas (FFAA) están instituidas por la Constitución Nacional  para “Custodiar la integridad territorial y defender a las autoridades legítimamente constituidas”, y así mantener la paz. Si las FFAA no mantienen la paz –supremo bien- desaparecerán el bienestar logrado a causa de la discordia. Si surge en la Institución alguna disputa que perturbe la paz pública, no debe ser atribuida a la profesión militar en sí, sino a la ambición de algunos y de la ignorancia de su deber. Porque siempre hubo y siempre habrán hombres de espíritu turbulento que están dispuestos a causar alboroto. Esto normalmente lleva a la ruina y a la perdición.

Lo asombroso no es que haya algunos militares paraguayos, humanamente descarriados o despreciables, sino porque pese a todo se encuentran en las FFAA un número mucho mayor   de hombres valiosos y realmente auténticos, de hombres que se han consagrado por entero y con gran devoción a la profesión militar; por otra parte, han dado testimonio de intachable conducta ciudadana y de incuestionable rectitud moral.

La capacidad que tienen los militares para convivir en el cuartel o trabajar en equipo es diversa, a algunos se los puede comparar con las piedras para construir un edificio; cuando una piedra que por su aspecto exterior y configuración de forma quita a las otras más sitio de la que ella ocupa, y debido a su dureza no se deja pulir, obstaculizando de este modo la construcción, es rechazado por los constructores como algo que no puede aprovecharse y que causa dificultades. De igual manera, cuando un militar, por causa de su falta de afabilidad o aspereza natural y, debido a la terquedad y testarudez de sus actitudes no puede corregirse, tiene que ser, necesariamente, separado de las FFAA por constituir un peligro para ellas y para la sociedad misma. Esta determinación debe tomarse lo antes posible, para que el individuo pueda tener la oportunidad de seguir otra carrera, porque una vez que haya contraído algún compromiso social (matrimonio, hijos, etc.) se hace necesario soportarlo hasta un límite razonable.

En las FFAA es posible lograr alto nivel de disciplina y al mismo tiempo la buena convivencia entre los militares de todos los grados, con poner en práctica los consejos de Sun Tzu: “Por autoridad entiendo las cualidades de sabiduría, equidad, humanidad, valor y sinceridad del General; estas cinco cualidades son las del General. Si el comandante está dotado de sabiduría, será capaz de reconocer los cambios en la situación y actuar con rapidez. Si es justo, sus hombres estarán seguros de la recompensa y del castigo. Si es humano amará al prójimo, compartirá sus sentimientos y apreciará su trabajo y sus dificultades. Si es valiente, conseguirá la victoria aprovechando sin dudar el momento más apropiado”.

A la opinión de Sun Tzu, podemos agregar la síntesis que sigue y que resume todas las leyes y es sumamente fácil de entender: “No hagas a otros lo que no quieras que te hiciesen a ti”; lo que es lo mismo “Hacer con los demás lo que quisiéramos nos hiciesen”; también aquella antigua sentencia, “Conócete a ti mismo”, nos parece de extraordinaria importancia práctica para la vida y la profesión. Sócrates, quizás el hombre más sabio de la antigüedad, trasladó todo su cuidado y toda la fuerza de su observación a sí mismo. De las máximas citadas que resumen principios morales esenciales, podemos sacar las siguientes consecuencias: que no debe haber en el militar nada de bajeza ni de estrechez o mezquindad de alma. Por el contrario, debe tener actitud para acometer grandes empresas, pues un hombre flojo y servil o delator o espía de sus camaradas no tiene nada que hacer en un ejército bien conducido. Cuando decimos flojo, no nos referimos al físico, sino al carácter; por ejemplo, uno de los genios militares de la historia militar, Napoleón Bonaparte, era físicamente enclenque y había egresado de la escuela militar de París como subteniente de artillería en el puesto 42 entre 56 promovidos. “Pero era brillante en matemática, historia y geografía, y devoraba todos los libros de la biblioteca y trabajaba con tanta dedicación que empezó a adelgazar”, escribió André Castelot, su biógrafo más famoso.

     
     Coronel (SR) Teodoro R. Delgado
     Luque, 30 de octubre de 2012

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