viernes, 21 de agosto de 2015

LAS FUERZAS ARMADAS Y LA NACIÓN

          LAS FF AA Y LA NACIÓN. En el diario ABC Color del día de ayer domingo 16 de agosto, página 4, aparece un artículo del experto en política de defensa, Abog., Jacinto Santa María, con el sugestivo título “¿US$ 600 millones más para las Fuerzas Armadas?”. El razonamiento del mencionado especialista, según mi parecer, sólo es lógicamente correcto en apariencia, y que lo ha concebido  con la intención de inducir a la opinión pública a oponerse al aumento del presupuesto de las FF AA. Está demostrada que el desarrollo del país y la seguridad nacional debe avanzar juntos para ubicar la paz, la justicia y la prosperidad de nuestra nación por encima de todo. En nuestro continente, el Paraguay es el que menos gasta, conforme PIB de cada país, en sus FF AA.
      Uno de los varios puntos que me preocupa del mencionado artículo es el planteamiento de llevar  “a un amplio debate político y ciudadano para analizar su justificación”. Como si el accidente de helicóptero ocurrido la semana pasada para descubrir la causa, un asunto que corresponde a especialistas, debiera llevarse la discusión en el Mercado 4. La organización, instrucción, equipamiento, armamento, logística, etc., de las FF AA son cuestiones eminentemente técnica.
      Al personal de las FF AA le es indispensable acompañar la evolución de la tecnología bélica. Para abreviar, me parece que el Abog., Jacinto Santa María, debería haber pasado antes de escribir el artículo de marras, por el ministerio de defensa nacional para enterarse en qué estado de necesidad se encuentran el equipo y los armamentos (fusil, ametralladora, mortero, cañones, tanques, etc., para el ejército; buques de guerra de la marina, aviones de la fuerza aérea, y la indispensable logística. Y qué cantidad de estos elementos se encuentran en depósitos para caso de movilización de la reserva de las FF AA.
       Las FF AA cuentan con profesionales militares de altísimo nivel que permanentemente están realizando la correspondiente apreciación de la situación estratégica para estar prevenido. Y estar prevenido significa contar con reservistas bien instruidas, encargar para la compra –que debe hacerse como mínimo cinco años antes de empezar la movilización de los reservistas- equipos y armamentos con antelación, a fin de armar a las tropas en caso de movilización.
        Considerando que aún entre los especialistas no se tiene un concepto acabado sobre las FF AA de la nación, y ni qué decir de los políticos y ciudadano común, he resuelto publicar a partir de hoy, algunos artículos de mi libro inédito “Las FF AA y el Estado”.
        INTRODUCCIÓN I. Mi trabajo sólo consiste, principalmente, en juntar ideas y opiniones sobre las FF AA, y poner a consideración de los compatriotas el cúmulo de materiales reunidos. La parte científica que me corresponde radica en la intención de poner de relieve la esencia de los elementos y factores que caracterizan a las FF AA, en mostrar de qué modo se vinculan con el Estado y porqué es una institución fundamental de una asociación política.
       Las proposiciones que ofrezco tienen su fundamento en grandes obras del pensamiento, en la reflexión y en el concepto mismo de la guerra. Es decir, no son sino simple resumen del acopio de pensamientos, ideas y opiniones sobre las instituciones armadas.
       Tal vez este trabajo no constituye más que un hatillo de trivialidades y sandeces que pretende ser coherentes. Me he inclinado a presentar, como si de pequeños granos de oro y plata se trataran las ideas, largos años de estudio y de reflexión sobre las FF AA, y la guerra que es sin duda alguna consecuencia de la competencia y la lucha por la vida. Debido a esta lucha todo Estado necesita de FF AA, porque de los muchos Estados que existen actualmente, algunos irán desapareciendo, otras sobrevivirán y tal vez nacerán nuevos Estados, en perfecta consonancia a la teoría de Charles Darwin de “adaptación al medio, selección natural o la supervivencia de los más aptos”.
       Si un país debilita o suprime sus FF AA, y como dice un principio de Física, a la naturaleza le horripila el vacío, por tanto, pronto se llenaría el espacio dejado con asociaciones armadas con fines criminales o crematísticos, o estimularía la creación de grupos rebeldes con propósitos de separatismo. Lo más grave es la situación propicia que se instauraría para que un país sea fraccionado políticamente en pequeños Estados.
       Al gobierno le ha sido dado usar la fuerza para reducir a rebeldes, refractarios y desobedientes para alcanzar los fines del Estado. Por consiguiente, sería una irresponsabilidad de los hombres mejor ilustrados de nuestra nación querer negar la importancia de las FF AA. Debe llamarnos a la reflexión la actual situación de Colombia con dos fuerzas armadas y el hecho ocurrido en Chechenia, una de las 21 repúblicas de la Federación de Rusia, cuando el 1º de septiembre de 2004, un grupo de rebeldes partidarios del separatismo tomaron una escuela con mas de mil personas y las mantuvieron como rehenes hasta que tropas del ejército ruso irrumpieron en la escuela, a sangre y fuego, rescatando a la mayoría de los niños sano y salvo. Estos dos ejemplos confirma lo que Trotski afirmaba: “Todo Estado está fundado en la violencia”, porque todo Estado está sometido a un permanente peligro de fraccionamiento.
       Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en su libro “Del arte de la guerra”, escribe: “El mejor de los regímenes, sin protección militar, correría la misma suerte que aguardaría a las estancias de un soberbio y real palacio que, aun resplandeciente de oro y pedrería, carecieran de techo y no tuviera nada que las resguardase de la lluvia”.

        CONTINUARÁ


 LAS FF AA Y LA NACIÓN. INTRODUCCIÓN II. Con la publicación de los artículos, lo más resumido posible, me propongo tres fines: difundir ideas que justifican a las FF AA, estimular la lectura sobre temas militares y probar que un Estado sin una fuerza militar eficiente para su defensa no puede sobrevivir. Quiero agregar a esto, que cada vez que me encuentro con una idea nueva me regocijo como si fuese mía, porque creo que lo importante es, no que sea mía, sino que sea conocida. Respecto a esto, el escritor francés Jean de La Bruyere (1645-1696) afirmaba que todo está dicho, que el arte consiste en vaciar lo dicho en moldes nuevos.
           Mi intención es compartir con los amigos de Facebook.com, el acopio de opiniones, ideas, pensamientos sobre la importancia de contar y mantener una eficaz fuerza militar. Por tanto, es preciso que los militares profesionales consoliden constantemente sus conocimientos, aguardando a que el destino les tome como medio y les mande ejecutar; y para que así sea, el gobierno nacional (poderes ejecutivo y legislativo) tiene la obligación de crear las condiciones apropiadas, porque las FF AA son tal cual como los políticos las desean. Si los oficiales tienen robustecidas sus conocimientos, se cuentan con suboficiales bien dotados,  reservistas bien instruidos, y buenos armamentos, nuestras fuerzas militares estarán  prontos, en el instante supremo en que el destino de nuestra nación se encuentra ante la terrible disyuntiva de paz o guerra. Y si es forzada a aceptar el reto de luchar para defender algunos de los intereses vitales de nuestra nación sobre los campos de batalla, no podría caber duda alguna que nuestras FF AA cumplirán con su deber como tiene  demostrado a lo largo de su historia. DE LO CONTRARIO, el día del peligro, el día en que el destino de la nación paraguaya deberá jugarse en una guerra en defensa de la independencia o soberanía o de la integridad territorial, la nación buscaría en vano oficiales dignos de la victoria.
       Los comentarios que en los días sucesivos estaré poniendo a consideración de la gente, que por motivo eminentemente pragmático está dividido en capítulos, contiene y desarrolla, y se van desgranando de forma no muy ordenada ni homogénea aspectos como paz imposible, el pacifismo, porqué un Estado no puede conservarse sin fuerza eficiente, el tamaño conveniente de una fuerza armada, el servicio militar obligatorio (SMO) y la objeción de conciencia.
          Tal vez, no habrá que esperar mucho tiempo para ver cómo un espíritu superior al mío, aquel camarada al que Dios ha distinguido con sus dones de inteligencia, talento e ingenio, sabrá presentar en lugar de estos conceptos dispersos, un conjunto fundido de ideas y juicios exentos de toda aleación.
       La única ambición que tengo es explicar y vulgarizar la importante misión de las fuerzas armadas, elemento esencial de un Estado, que no es ni tan conocida ni tan bien estudiada por los políticos como pudiera desearse. A menudo se recuerda su misión constitucional, pero pocas veces ha sido bien comprendida.
       Estaré muy agradecido a todas las personas por su interés en este trabajo, y desde ya por la enorme contribución con la que podrán colaborar a mejorar la calidad de mis esfuerzos. Sin embargo, seré el único responsable de las ideas, opiniones y los errores de esta publicación, que posiblemente muchos la juzgarán desdeñable por no traer ninguna novedad, pero si llega a originar otra mejor, me sentiré sumamente dichoso de no haber malogrado mi tiempo.
Continuará mañana con el capítulo I. Paz imposible, guerra improbable.
                                                          Luque, 17 de agosto de 2015.-

                                                                                 Coronel (R) Teodoro Ramón Delgado.


      LAS FF AA Y LA NACIÓN - CAPÍTULO I: “PAZ IMPOSIBLE, GUERRA IMPROBABLE”.
      La situación habitual del hombre, así como de pueblos y naciones, es la competencia. Esta es la que origina desconfianza y conflicto de intereses que frecuentemente llevan a la lucha, cuyas formas son innumerables. La historia nos enseña que desde la época más remota la humanidad asiste a un permanente conflicto entre hombres, tribus, pueblos y países. Este antagonismo generado por la competencia y la desconfianza lleva a la violencia, ya sea por zonas de caza, cuestiones económica, política, ideológica, religiosa, étnica, territoriales, cursos de agua, manipulación del medio ambiente, desarrollo de armas prohibidas, etc.; porque existen tantos motivos  de conflictos como riquezas sean objeto del deseo de los demás. Por consiguiente, podemos inferir que no existe “la paz perpetua” (la frase es el título de una obra de E. Kant) entre los hombres ya que el antagonismo es incesante. Este argumento podemos reforzar con el pensamiento del eximio filósofo inglés Thomas Hobbes, necesaria para entender mejor la esencia de lo que estoy queriendo probar. “En su deseo natural de acrecentar poderes, cada hombre tiene que habérselas con cada otro hombre. Y esa competencia por la adquisición de riquezas, honores, dignidades, o cualquier otro signo de poder, lleva al antagonismo, a la enemistad y a la guerra. La primera inclinación natural de todo ser humano es un perpetuo e inalcanzable deseo de conseguir poder tras poder, que solo cesa con la muerte. Esto no siempre es porque no se contente con un poder moderado, sino porque no puede asegurarse el poder y los bienes que tiene en el presente para vivir bien, sin adquirir otro más. Y cuando esto ha sido alcanzado, otro nuevo deseo tiene lugar”. Por tanto, no puede caber duda alguna que la competencia, el deseo de incrementar más poder, y la búsqueda constante de la seguridad de los bienes son las que a menudo llevan a la guerra entre las naciones.
     Si hacemos una somera apreciación de la situación general de los conflictos bélicos en el mundo a la luz de los acontecimientos de los últimos 60 años, nos convenceremos que las FF. AA son imprescindibles, y para comprender y valorar mejor su importante misión debemos contemplarlas en el contexto del conflicto sin fin del que el Paraguay forma parte; y así llegaremos a la conclusión de que es necesario contar con una fuerza militar eficiente para la defensa de los intereses vitales de la nación. Porque así como afirma el físico norteamericano, Julius Robert Oppemheimer (1904-1967, tuvo un papel importante en las investigaciones nucleares): “Un Estado que carece de fuerzas para conservarse no tiene derecho a la existencia”. De lo contrario, sería contradecir la ley de naturaleza. Porque, si el gobierno nacional debilita nuestras FF AA o las desarma en un tiempo, a sabiendas que en nuestra región nadie hace lo mismo, solo logrará convertirse en presa fácil de los vecinos, facilitando así, deliberadamente, la propia desaparición del paraguay como estado independiente y soberano, lo cual es contrario al fundamento de la defensa propia.
Si preguntamos a cualquier ciudadano más o menos instruido: ¿qué guerras hubieron desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial?, sin dudar, probablemente, nos citará las de Corea (1950) , de Vietnam (1957), árabe-israelíes (1967) , las Malvinas (1982) Irak-Irán (1980) , Golfo Pérsico (1990) , Afganistán-Usa (2001), Alianza Inglaterra y USA-Irak (2003), etc. Sin embargo, en los últimos 50 años,  según el Instituto Internacional  de  Esto- colmo para la Investigación sobre la Paz (SIPRI), el mundo ha conocido cerca de 160 conflictos bélicos en que perecieron aproximadamente 7.200.000 combatientes, casi el equivalente de la Primera Guerra Mundial. Además, SIPRI informó la existencia de 30 conflictos bélicos sólo en 1990. En Ruanda, en 1994 hubo un millón de combatientes muertos. Dice SIPRI que durante los últimos 55 años, sólo un mes la Humanidad vivió sin guerra. Señalemos que después de la guerra de la Triple Alianza (1864-1870), había que ser un lunático para pensar en otra guerra. Sin embargo, 62 años después estalló la Guerra del Chaco, en el mismo momento en que el presidente de los EE UU, Heber Hoobert (1929-1933) planteaba al mundo, “la necesidad de reducir la abrumadora carga de los armamentos que  ahora gravitan sobre los asalariados del mundo. Mi objetivo es lograr la prohibición de los tanques de guerra, las armas químicas, los grandes cañones y los aviones de bombardero”. Siete años después empezó la guerra más destructiva  de la historia: La Segunda Guerra Mundial.
Los titulares sobre conflictos armados que todos los días escuchamos, leemos y vemos por la prensa nacional, no han acallado al coro de pacifistas que constantemente recomiendan suprimir o reducir gastos de nuestras FF. AA, sin considerar que antes será necesario abolir la competencia para garantizar la paz. Además, la variedad de los esfuerzos realizados para evitar o detener las guerras, y la manera como renacen siempre bajo nuevas formas y pretextos, nos hacen creer que “el mal es incurable, inevitable y que constituye una de las funcio      LAS FF AA Y LA NACIÓN - CAPÍTULO I: “PAZ IMPOSIBLE, GUERRA IMPROBABLE”.
      La situación habitual del hombre, así como de pueblos y naciones, es la competencia. Esta es la que origina desconfianza y conflicto de intereses que frecuentemente llevan a la lucha, cuyas formas son innumerables. La historia nos enseña que desde la época más remota la humanidad asiste a un permanente conflicto entre hombres, tribus, pueblos y países. Este antagonismo generado por la competencia y la desconfianza lleva a la violencia, ya sea por zonas de caza, cuestiones económica, política, ideológica, religiosa, étnica, territoriales, cursos de agua, manipulación del medio ambiente, desarrollo de armas prohibidas, etc.; porque existen tantos motivos  de conflictos como riquezas sean objeto del deseo de los demás. Por consiguiente, podemos inferir que no existe “la paz perpetua” (la frase es el título de una obra de E. Kant) entre los hombres ya que el antagonismo es incesante. Este argumento podemos reforzar con el pensamiento del eximio filósofo inglés Thomas Hobbes, necesaria para entender mejor la esencia de lo que estoy queriendo probar. “En su deseo natural de acrecentar poderes, cada hombre tiene que habérselas con cada otro hombre. Y esa competencia por la adquisición de riquezas, honores, dignidades, o cualquier otro signo de poder, lleva al antagonismo, a la enemistad y a la guerra. La primera inclinación natural de todo ser humano es un perpetuo e inalcanzable deseo de conseguir poder tras poder, que solo cesa con la muerte. Esto no siempre es porque no se contente con un poder moderado, sino porque no puede asegurarse el poder y los bienes que tiene en el presente para vivir bien, sin adquirir otro más. Y cuando esto ha sido alcanzado, otro nuevo deseo tiene lugar”. Por tanto, no puede caber duda alguna que la competencia, el deseo de incrementar más poder, y la búsqueda constante de la seguridad de los bienes son las que a menudo llevan a la guerra entre las naciones.
     Si hacemos una somera apreciación de la situación general de los conflictos bélicos en el mundo a la luz de los acontecimientos de los últimos 60 años, nos convenceremos que las FF. AA son imprescindibles, y para comprender y valorar mejor su importante misión debemos contemplarlas en el contexto del conflicto sin fin del que el Paraguay forma parte; y así llegaremos a la conclusión de que es necesario contar con una fuerza militar eficiente para la defensa de los intereses vitales de la nación. Porque así como afirma el físico norteamericano, Julius Robert Oppemheimer (1904-1967, tuvo un papel importante en las investigaciones nucleares): “Un Estado que carece de fuerzas para conservarse no tiene derecho a la existencia”. De lo contrario, sería contradecir la ley de naturaleza. Porque, si el gobierno nacional debilita nuestras FF AA o las desarma en un tiempo, a sabiendas que en nuestra región nadie hace lo mismo, solo logrará convertirse en presa fácil de los vecinos, facilitando así, deliberadamente, la propia desaparición del paraguay como estado independiente y soberano, lo cual es contrario al fundamento de la defensa propia.
Si preguntamos a cualquier ciudadano más o menos instruido: ¿qué guerras hubieron desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial?, sin dudar, probablemente, nos citará las de Corea (1950) , de Vietnam (1957), árabe-israelíes (1967) , las Malvinas (1982) Irak-Irán (1980) , Golfo Pérsico (1990) , Afganistán-Usa (2001), Alianza Inglaterra y USA-Irak (2003), etc. Sin embargo, en los últimos 50 años,  según el Instituto Internacional  de  Esto- colmo para la Investigación sobre la Paz (SIPRI), el mundo ha conocido cerca de 160 conflictos bélicos en que perecieron aproximadamente 7.200.000 combatientes, casi el equivalente de la Primera Guerra Mundial. Además, SIPRI informó la existencia de 30 conflictos bélicos sólo en 1990. En Ruanda, en 1994 hubo un millón de combatientes muertos. Dice SIPRI que durante los últimos 55 años, sólo un mes la Humanidad vivió sin guerra. Señalemos que después de la guerra de la Triple Alianza (1864-1870), había que ser un lunático para pensar en otra guerra. Sin embargo, 62 años después estalló la Guerra del Chaco, en el mismo momento en que el presidente de los EE UU, Heber Hoobert (1929-1933) planteaba al mundo, “la necesidad de reducir la abrumadora carga de los armamentos que  ahora gravitan sobre los asalariados del mundo. Mi objetivo es lograr la prohibición de los tanques de guerra, las armas químicas, los grandes cañones y los aviones de bombardero”. Siete años después empezó la guerra más destructiva  de la historia: La Segunda Guerra Mundial.
Los titulares sobre conflictos armados que todos los días escuchamos, leemos y vemos por la prensa nacional, no han acallado al coro de pacifistas que constantemente recomiendan suprimir o reducir gastos de nuestras FF. AA, sin considerar que antes será necesario abolir la competencia para garantizar la paz. Además, la variedad de los esfuerzos realizados para evitar o detener las guerras, y la manera como renacen siempre bajo nuevas formas y pretextos, nos hacen creer que “el mal es incurable, inevitable y que constituye una de las funciones sociales” (Gastón Beauthoul, sociólogo francés), vale decir, que es imposible erradicar la guerra sin reemplazarla, de tal manera que la función pueda continuar cumpliéndose.
Por consiguiente, proponer reducir gastos o peor aún, que se suprima nuestras FF. AA o el cierre “temporal” de la Academia Militar tal como había propuesto al Congreso de la Nación hace algunos años una senadora de la nación, porque aseguraba que la paz en el mundo ya es un hecho. Pensar de este modo es combinar la tragedia con la ironía.

 nes sociales” (Gastón Beauthoul, sociólogo francés), vale decir, que es imposible erradicar la guerra sin reemplazarla, de tal manera que la función pueda continuar cumpliéndose.
Por consiguiente, proponer reducir gastos o peor aún, que se suprima nuestras FF. AA o el cierre “temporal” de la Academia Militar tal como había propuesto al Congreso de la Nación hace algunos años una senadora de la nación, porque aseguraba que la paz en el mundo ya es un hecho. Pensar de este modo es combinar la tragedia con la ironía.
Luque - Paraguay: sábado, 22-Ago-2015


LAS FF AA Y LA NACIÓN. CAPÍTULO II, “UN ESTADO NO PUEDE CONSERVARSE SIN FUERZAS MILITARES”.
Si dos personas o dos países compiten porque desean una misma cosa que no puede ser compartida por ambos, se convierten en enemigos; y para lograr su propósito, se empeñan en destruirse y someterse mutuamente. De esto nace la desconfianza que frecuentemente lleva a la guerra. El modo más razonable de protegerse contra esa desconfianza, que tantos los hombres como los países se inspiran recíprocamente, es la de contar con una fuerza disuasiva capaz de entrar en acción en caso de amenaza o agresión. Es por este motivo que los países se controlan y se observan recíprocamente, es decir, con sus cuarteles y cañones instalados en los fortines de sus fronteras, espiándose constantemente en actitud belicosa, de tal manera que cuando uno empuña una ametralladora no tenga que defenderse el otro con un machete.
          Los activistas de la paz de muy digno propósito, creen que nuestras FF. AA no tienen capacidad para cumplir su misión constitucional, ni tampoco confían en el arrojo y la determinación de los miembros de nuestras FF AA de desatar, quizá hasta lo apocalíptico, antes de entregar algún interés vital de la nación (independencia, integridad territorial, población, recursos naturales, etc.) sin luchar; tal como ya lo demostró las veces en que los destinos de nuestra nación se han jugado sobre los campos de batalla. Pero hay una cosa cierta: que para ganar una guerra no basta tener un ejército compuesto de numerosos hombres, sino también son necesarios contar con 4 elementos esenciales: 1) que el país tenga suficiente potencial de guerra (cantidad y calidad de la población, economía próspera, costa al mar, aliados confiables, etc), para mantener el poderío de las fuerzas militares hasta el fin de la guerra; 2) diplomacia de alta calidad; 3) buenos armamentos; y 4) generales idóneos, y, oficiales y suboficiales bien dotados, etc.
           Por estas consideraciones, creo necesario prevenir contra la imprudencia de confiar únicamente en tratados, buenas relaciones y en la aparente paz que actualmente reina en nuestra región, pero ¿quién garantiza que esta situación continuará indefinidamente? “No conozco cosa alguna en el mundo que permaneciera siempre en el mismo lugar”, escribió Renè Descartes; y para Galileo, lo natural era el movimiento y no el reposo. Así también, el general italiano Héctor Bastico en su libro “La evolución del arte de la guerra”, asevera nuestra conjetura sustentando el siguiente concepto: “Un país no puede conservarse sin un buen ejército, porque si él no acomete, lo acometen los demás, si no tiene preocupaciones externas, las tiene internas, por cuanto es una ley universal que nada permanezca inmóvil bajo el sol, ...”. Por consiguiente, mientras los demás países no renuncian a su derecho de contar con un poder militar, no hay razón para que nosotros estemos obligados a hacerlo, pues, ello implicaría el convertirnos en una presa fácil para los otros, cosa a la que nadie está obligado. Además, no podemos dejar pasar por alto la siguiente aseveración de Platón: “Solo los muertos han visto el fin de la guerra”. Tampoco, la satírica inscripción, “La paz perpetua”, escrita en el rótulo de una pensión holandesa, en el que se había dibujado un cementerio, que Kant menciona al principio de una de su más relevante obra, “Sobre la paz perpetua”.
         Es preciso agregar, que la guerra no se evita solo con proponer la supresión de las FF. AA, ni con discursos, oraciones, manifestaciones, marchas lamentaciones por los medios de comunicación masiva en aras de la paz. En un mundo cada vez más competitivo y complejo hay veces que incluso la propia guerra se convierte en un instrumento necesario para evitar un choque aun mayor y más terrible.
        Muchos creen que los gritos de dolor y la rabia bastan para hacer desaparecer los conflictos armados. Es indudable que se oyen en el mundo muchas reclamaciones furiosas, iracundas, acompañadas de gritos de dolor y de rabia contra las guerras. Si estos fueran suficientes para lograr la paz que todos ansiamos, nuestras preocupaciones sobre las guerras habrían concluido y las FF. AA ya no tendrían razón de ser. Lastimosamente, ante la situación actual, suprimir o reducir nuestras FF. AA se debe descartar con la máxima firmeza de que es capaz la prudencia, pues, por muy remota que nos parezca otra guerra, es preciso contar con una fuerza capaz y dispuesta a defender los intereses vitales de la nación.
        Confiar nuestra seguridad nacional exclusivamente en organizaciones supranacionales, no solo sería fomentar nueva guerra, sino también significaría exponer a nuestro país a otra desmembración o a la desaparición como Estado independiente, porque no está escrito que tenemos que agradecer la defensa nacional al favor Divino. No ignoramos que tanto el presente como el futuro aconsejan prudencia, pero no pusilanimidad ni avaricia. Por tanto, debemos dejar perfectamente sentado que estamos dispuestos a otro exterminio antes de consentir por mezquindad y negligencia poner en peligro la supervivencia de nuestra nación. Por todo ello, no veo otra manera de suprimir las FF. AA si no se procede a realizar antes, las propuestas siguientes:
a.      Abolir las guerras.
b.     Evitar las competencias que son las generadoras de conflictos.
c.     Contratar servicios de protección militar basada en fuerzas superiores a nuestros vecinos, tal como los países de tecnología avanzada proporcionaron a Kuwait y a Arabia Saudita durante la Guerra del Golfo Pérsico (1990-1991). Pero, ¿cuánto costaría esto?
        Si alguna vez nos involucramos en un conflicto en donde es inevitable el empleo de nuestro poder militar –ya que la guerra es la prolongación de la política y las FF. AA sus instrumentos – podremos culparnos, no por habernos negado a luchar, que seguro no ocurrirá, sino por habernos resistido a pagar un tributo desagradable, pero relativamente módico comparado con los que debemos proteger: LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY.
Luque, 25 de agosto de 2015.-
                   Cnel. (R) Teodoro Ramón Delgado


          LAS FF AA Y LA NACIÓN. CAPÍTULO III, “EL TAMAÑO
 CONVENIENTE”. Nuestras FF. AA no deben ser pequeñas como algunos sostienen ni tampoco parecer grande con unidades de denominación abultada, y sin guardar ninguna relación con la “dotación de paz” o efectivos disponibles, sino que deben ser suficientes para cumplir eficazmente la misión constitucional.
       Cualquier FF. AA, aun siendo pequeñas por el efectivo y por los medios materiales, pueden llegar a ser poderosas por sus buenos armamentos, idoneidad del personal, disciplina, estoicismo, espíritu combativo y alta moral. Hay FF. AA que parecen grandes y no lo son realmente, posiblemente a causa de esta misma grandeza meramente externa; por ello “hay que huir de la pequeñez real y de la grandeza aparente” (Platón).
       Hay compatriotas que no solo creen sino que pregonan constantemente, que nuestras FF. AA son incapaces de cumplir su misión, y afirman que son innecesarias. Sin embargo, nadie intenta proponer su sustitución, ni siquiera delinear perfiles utópicos de otra forma de defender y custodiar los intereses vitales de la Nación, o, que al menos idealmente parezcan preferibles. No hay que creer mucho en la autenticidad de la aparente incapacidad. Porque no son nuestras FF. AA, en cuanto instrumento del Estado, las que marchan mal en nuestro país, sino las tareas en qué emplearlas en tiempo de paz. Faltan que los políticos elaboren y aprueben leyes que indiquen nuevos roles, además de lo ya impuesto en La Constitución Nacional. Juzguemos la importancia de un utensilio por el grado de utilidad que proporciona.
          Aquí hay un error de óptica que conviene corregir de una vez porque da grima escuchar las sandeces  que a toda hora se dice de nuestras gloriosas FF. AA. Desde luego, existe una serie de críticas sobre la institución; pero si se toman una a una, se ve que ninguna de ellas permite la conclusión de que deba suprimirse o achicarse, sino al contrario, todas llevan por vía directa a la necesidad de “reformarlas”. Ahora bien: dice Ortega y Gasset, “lo mejor que humanamente puede decirse de algo es que necesita ser reformado, porque ello implica que es imprescindible y que es capaz de nueva vida, de nuevos roles”.
        Se dice por ejemplo que no son eficaces. Los militares debemos preguntar entonces: ¿para qué no es eficaz? Porque la eficacia es la virtud que  una organización tiene para producir una finalidad. En este caso la finalidad de nuestras FF. AA sería: garantizar que los intereses vitales de La Nación y el logro de los objetivos fijados por el gobierno de la nación, se hallen a cubierto de interferencias y perturbaciones sustanciales.
        Considerando que los intereses vitales son los relacionados con la “vida” de La Nación, es decir, su existencia soberana como tal. Por ello, es que podemos considerar que los intereses vitales son las bases sobre las que descansa un Estado soberano y de cuya preservación depende su existencia. Su daño, vulneración o violación trae aparejada una pérdida de la capacidad de la Nación-Estado para proyectarse en procura de sus objetivos, ya sea por disponer una libertad de acción menor en algún campo, cierta mengua en sus recursos o determinada disminución en su capacidad de decisión (soberanía).
        Por eso debemos exigir de quien proclama la ineficacia o inutilidad de nuestras FF. AA, que posea él o ella una idea clara de cuál es. Porque si en nuestro país no está hoy claro, ni aun teóricamente, en qué consiste lo que las FF. AA deben hacer en tiempo de paz y que corresponde exclusivamente a los políticos determinar, no tiene sentido acusar de ineficacia a nuestra gloriosa institución. Estos hechos son tan indiscutibles, que olvidar demuestra franca malicia. No se confunda, pues, la posibilidad y la urgencia de reformar para hacerlas más eficaces adecuándolas a las actuales necesidades, con declarar su inutilidad. Más valdría recordar que jamás el Estado Paraguayo ha creado organización más formidable, mejor estructurada y más eficiente que nuestras FF AA, tal como fue demostrada en dos guerras internacionales.                                                Luque, 27 de agosto de 2015.-


LAS FF AA Y LA NACIÓN. CAPÍTULO IV, Y ÚLTIMO. “GUERRA DE NECESIDAD". No es justo ni conveniente para ningún Estado serio empezar la guerra, no sólo porque generalmente pierde quien comienza, y rara vez son derrotados los que se mantuvieron dentro de su territorio (guerra del Chaco, 1932-1935), sino también, porque el gobierno no ha sido instituido para romper la paz y empezar aventuras bélicas, sino para conservar la paz y defender a la nación de vecinos codiciosos o belicosos. Por tanto, todo gobierno tiene la principal obligación de proteger a su pueblo y procurarle paz, orden y progreso.
        Aunque tuviésemos a nuestra disposición, además de nuestro valeroso y glorioso ejército, la aviación inglesa, los blindados israelíes y la logística norteamericana, siempre debemos esperar hasta que llegue la necesidad y el deber de luchar, porque no es justo comenzar una guerra a no ser que se tenga una conciencia limpia que nos permita decir: “cómo nos gustaría tener paz, pero nuestro codicioso vecino nos obligan a la guerra. Nosotros preferiríamos no hacerla para que la guerra no se califique simplemente de guerra sino de debida protección y de legítima defensa”.
         Es preciso distinguir la guerra que uno comienza por su deseo y voluntad y la guerra a la que es empujado por necesidad o por coacción. La primera es propia de naciones inclinadas a la guerra y la segunda es una guerra de necesidad. No está demás,  recordar que “Dios dispersa a los que tienen ganas de guerrear, porque quiere paz para los hombres y es enemigo de los que empiezan la guerra y rompen la paz”.
       Me parece que no es inoportuno recordar, como ejemplo, a los rectos caballeros de la Edad Media ante una afrenta: “no desenvainan fácilmente la espada, no provocan a nadie, ni revelan ganas de luchar, pero cuando se les obliga no andan con juegos. Su espada está firme en la vaina, pero si tiene que desenvainar, no vuelve sin sangre en ella”. Por el contrario, los temerarios, los insensatos y los bravucones son siempre los primeros en provocar pelea, así también son los primeros en huir o en pedir cuartel.
      La defensa es una honesta causa para luchar y por eso ninguna ley castiga la legítima defensa. Quien mata a alguien en legítima defensa no es culpable ante nadie. Es por ello que en cualquier sociedad es considerado injusto a quien comienza una pelea, y justo el que sea derrotado o finalmente castigado. De este modo, encontramos en la historia que han sido vencidos la mayoría que empezaron una guerra.
       Las relaciones entre los países vecinos cambian constantemente, pues, a veces son estrechas, a menudo son antagónicas y otras veces más propensas a los conflictos que otras. Por consiguiente, el Paraguay debe buscar constantemente la estrategia más conveniente para contrarrestar militarmente a los países con quienes no es improbable tener algún día relaciones tensas o muy antagónicas, por lo que necesitamos contar con un plan de desarrollo de nuestro potencial militar, así como contar con una diplomacia eficiente.
       Evidentemente, que el perfeccionamiento continuo del potencial militar en el mundo es consecuencia del desarrollo económico y social, pues, a medida que un país se haga económicamente más rico precisa ser más poderoso militarmente. Porque la guerra es una eventualidad para la que deben estar siempre dispuestos los gobiernos previsores.
        El tiempo, el esfuerzo y los gastos requeridos para conseguir un potencial militar de primera categoría son razones más que suficiente para que el gobierno de la nación busque otras maneras de contrarrestar el poderío militar de los países de la región. El atajo vislumbrado no puede ser otro que una estrategia conveniente que nos permita potenciar al máximo el efecto disuasivo de nuestras FF. AA frente a eventuales acciones militares que se pudieran llevar a cabo contra nosotros. Si la estrategia escogida es correcta, seremos fuertes y en condiciones de defender adecuadamente los intereses vitales de nuestra nación.
Luque, 01 de setiembre de 2015.-
FIN















jueves, 20 de agosto de 2015

LAS FUERZAS ARMADAS Y LA NACIÓN.

LAS FF AA Y LA NACIÓN. En el diario ABC Color del día de ayer domingo 16 de agosto, página 4, aparece un artículo del experto en política de defensa, Abog., Jacinto Santa María, con el sugestivo título “¿US$ 600 millones más para las Fuerzas Armadas?”. El razonamiento del mencionado especialista, según mi parecer, sólo es lógicamente correcto en apariencia, y que lo ha concebido  con la intención de inducir a la opinión pública a oponerse al aumento del presupuesto de las FF AA. Está demostrada que el desarrollo del país y la seguridad nacional debe avanzar juntos para ubicar la paz, la justicia y la prosperidad de nuestra nación por encima de todo. En nuestro continente, el Paraguay es el que menos gasta, conforme PIB de cada país, en sus FF AA.
      Uno de los varios puntos que me preocupa del mencionado artículo es el planteamiento de llevar  “a un amplio debate político y ciudadano para analizar su justificación”. Como si el accidente de helicóptero ocurrido la semana pasada para descubrir la causa, un asunto que corresponde a especialistas, debiera llevarse la discusión en el Mercado 4. La organización, instrucción, equipamiento, armamento, logística, etc., de las FF AA son cuestiones eminentemente técnica.
      Al personal de las FF AA le es indispensable acompañar la evolución de la tecnología bélica. Para abreviar, me parece que el Abog., Jacinto Santa María, debería haber pasado antes de escribir el artículo de marras, por el ministerio de defensa nacional para enterarse en qué estado de necesidad se encuentran el equipo y los armamentos (fusil, ametralladora, mortero, cañones, tanques, etc., para el ejército; buques de guerra de la marina, aviones de la fuerza aérea, y la indispensable logística. Y qué cantidad de estos elementos se encuentran en depósitos para caso de movilización de la reserva de las FF AA.
       Las FF AA cuentan con profesionales militares de altísimo nivel que permanentemente están realizando la correspondiente apreciación de la situación estratégica para estar prevenido. Y estar prevenido significa contar con reservistas bien instruidas, encargar para la compra –que debe hacerse como mínimo cinco años antes de empezar la movilización de los reservistas- equipos y armamentos con antelación, a fin de armar a las tropas en caso de movilización.
        Considerando que aún entre los especialistas no se tiene un concepto acabado sobre las FF AA de la nación, y ni qué decir de los políticos y ciudadano común, he resuelto publicar a partir de hoy, algunos artículos de mi libro inédito “Las FF AA y el Estado”.
        INTRODUCCIÓN I. Mi trabajo sólo consiste, principalmente, en juntar ideas y opiniones sobre las FF AA, y poner a consideración de los compatriotas el cúmulo de materiales reunidos. La parte científica que me corresponde radica en la intención de poner de relieve la esencia de los elementos y factores que caracterizan a las FF AA, en mostrar de qué modo se vinculan con el Estado y porqué es una institución fundamental de una asociación política.
       Las proposiciones que ofrezco tienen su fundamento en grandes obras del pensamiento, en la reflexión y en el concepto mismo de la guerra. Es decir, no son sino simple resumen del acopio de pensamientos, ideas y opiniones sobre las instituciones armadas.
       Tal vez este trabajo no constituye más que un hatillo de trivialidades y sandeces que pretende ser coherentes. Me he inclinado a presentar, como si de pequeños granos de oro y plata se trataran las ideas, largos años de estudio y de reflexión sobre las FF AA, y la guerra que es sin duda alguna consecuencia de la competencia y la lucha por la vida. Debido a esta lucha todo Estado necesita de FF AA, porque de los muchos Estados que existen actualmente, algunos irán desapareciendo, otras sobrevivirán y tal vez nacerán nuevos Estados, en perfecta consonancia a la teoría de Charles Darwin de “adaptación al medio, selección natural o la supervivencia de los más aptos”.
       Si un país debilita o suprime sus FF AA, y como dice un principio de Física, a la naturaleza le horripila el vacío, por tanto, pronto se llenaría el espacio dejado con asociaciones armadas con fines criminales o crematísticos, o estimularía la creación de grupos rebeldes con propósitos de separatismo. Lo más grave es la situación propicia que se instauraría para que un país sea fraccionado políticamente en pequeños Estados.
       Al gobierno le ha sido dado usar la fuerza para reducir a rebeldes, refractarios y desobedientes para alcanzar los fines del Estado. Por consiguiente, sería una irresponsabilidad de los hombres mejor ilustrados de nuestra nación querer negar la importancia de las FF AA. Debe llamarnos a la reflexión la actual situación de Colombia con dos fuerzas armadas y el hecho ocurrido en Chechenia, una de las 21 repúblicas de la Federación de Rusia, cuando el 1º de septiembre de 2004, un grupo de rebeldes partidarios del separatismo tomaron una escuela con mas de mil personas y las mantuvieron como rehenes hasta que tropas del ejército ruso irrumpieron en la escuela, a sangre y fuego, rescatando a la mayoría de los niños sano y salvo. Estos dos ejemplos confirma lo que Trotski afirmaba: “Todo Estado está fundado en la violencia”, porque todo Estado está sometido a un permanente peligro de fraccionamiento.
       Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en su libro “Del arte de la guerra”, escribe: “El mejor de los regímenes, sin protección militar, correría la misma suerte que aguardaría a las estancias de un soberbio y real palacio que, aun resplandeciente de oro y pedrería, carecieran de techo y no tuviera nada que las resguardase de la lluvia”.

        CONTINUARÁ MAÑANA.