LAS FF AA Y LA NACIÓN. En el diario ABC Color del día de ayer domingo 16 de agosto, página 4, aparece un artículo del experto en política de defensa, Abog., Jacinto Santa María, con el sugestivo título “¿US$ 600 millones más para las Fuerzas Armadas?”. El razonamiento del mencionado especialista, según mi parecer, sólo es lógicamente correcto en apariencia, y que lo ha concebido con la intención de inducir a la opinión pública a oponerse al aumento del presupuesto de las FF AA. Está demostrada que el desarrollo del país y la seguridad nacional debe avanzar juntos para ubicar la paz, la justicia y la prosperidad de nuestra nación por encima de todo. En nuestro continente, el Paraguay es el que menos gasta, conforme PIB de cada país, en sus FF AA.
LAS FF AA Y LA NACIÓN. INTRODUCCIÓN II. Con la publicación de los artículos, lo más resumido posible, me propongo tres fines: difundir ideas que justifican a las FF AA, estimular la lectura sobre temas militares y probar que un Estado sin una fuerza militar eficiente para su defensa no puede sobrevivir. Quiero agregar a esto, que cada vez que me encuentro con una idea nueva me regocijo como si fuese mía, porque creo que lo importante es, no que sea mía, sino que sea conocida. Respecto a esto, el escritor francés Jean de La Bruyere (1645-1696) afirmaba que todo está dicho, que el arte consiste en vaciar lo dicho en moldes nuevos.
Uno de los varios puntos que me preocupa del mencionado artículo es el planteamiento de llevar “a un amplio debate político y ciudadano para analizar su justificación”. Como si el accidente de helicóptero ocurrido la semana pasada para descubrir la causa, un asunto que corresponde a especialistas, debiera llevarse la discusión en el Mercado 4. La organización, instrucción, equipamiento, armamento, logística, etc., de las FF AA son cuestiones eminentemente técnica.
Al personal de las FF AA le es indispensable acompañar la evolución de la tecnología bélica. Para abreviar, me parece que el Abog., Jacinto Santa María, debería haber pasado antes de escribir el artículo de marras, por el ministerio de defensa nacional para enterarse en qué estado de necesidad se encuentran el equipo y los armamentos (fusil, ametralladora, mortero, cañones, tanques, etc., para el ejército; buques de guerra de la marina, aviones de la fuerza aérea, y la indispensable logística. Y qué cantidad de estos elementos se encuentran en depósitos para caso de movilización de la reserva de las FF AA.
Las FF AA cuentan con profesionales militares de altísimo nivel que permanentemente están realizando la correspondiente apreciación de la situación estratégica para estar prevenido. Y estar prevenido significa contar con reservistas bien instruidas, encargar para la compra –que debe hacerse como mínimo cinco años antes de empezar la movilización de los reservistas- equipos y armamentos con antelación, a fin de armar a las tropas en caso de movilización.
Considerando que aún entre los especialistas no se tiene un concepto acabado sobre las FF AA de la nación, y ni qué decir de los políticos y ciudadano común, he resuelto publicar a partir de hoy, algunos artículos de mi libro inédito “Las FF AA y el Estado”.
INTRODUCCIÓN I. Mi trabajo sólo consiste, principalmente, en juntar ideas y opiniones sobre las FF AA, y poner a consideración de los compatriotas el cúmulo de materiales reunidos. La parte científica que me corresponde radica en la intención de poner de relieve la esencia de los elementos y factores que caracterizan a las FF AA, en mostrar de qué modo se vinculan con el Estado y porqué es una institución fundamental de una asociación política.
Las proposiciones que ofrezco tienen su fundamento en grandes obras del pensamiento, en la reflexión y en el concepto mismo de la guerra. Es decir, no son sino simple resumen del acopio de pensamientos, ideas y opiniones sobre las instituciones armadas.
Tal vez este trabajo no constituye más que un hatillo de trivialidades y sandeces que pretende ser coherentes. Me he inclinado a presentar, como si de pequeños granos de oro y plata se trataran las ideas, largos años de estudio y de reflexión sobre las FF AA, y la guerra que es sin duda alguna consecuencia de la competencia y la lucha por la vida. Debido a esta lucha todo Estado necesita de FF AA, porque de los muchos Estados que existen actualmente, algunos irán desapareciendo, otras sobrevivirán y tal vez nacerán nuevos Estados, en perfecta consonancia a la teoría de Charles Darwin de “adaptación al medio, selección natural o la supervivencia de los más aptos”.
Si un país debilita o suprime sus FF AA, y como dice un principio de Física, a la naturaleza le horripila el vacío, por tanto, pronto se llenaría el espacio dejado con asociaciones armadas con fines criminales o crematísticos, o estimularía la creación de grupos rebeldes con propósitos de separatismo. Lo más grave es la situación propicia que se instauraría para que un país sea fraccionado políticamente en pequeños Estados.
Al gobierno le ha sido dado usar la fuerza para reducir a rebeldes, refractarios y desobedientes para alcanzar los fines del Estado. Por consiguiente, sería una irresponsabilidad de los hombres mejor ilustrados de nuestra nación querer negar la importancia de las FF AA. Debe llamarnos a la reflexión la actual situación de Colombia con dos fuerzas armadas y el hecho ocurrido en Chechenia, una de las 21 repúblicas de la Federación de Rusia, cuando el 1º de septiembre de 2004, un grupo de rebeldes partidarios del separatismo tomaron una escuela con mas de mil personas y las mantuvieron como rehenes hasta que tropas del ejército ruso irrumpieron en la escuela, a sangre y fuego, rescatando a la mayoría de los niños sano y salvo. Estos dos ejemplos confirma lo que Trotski afirmaba: “Todo Estado está fundado en la violencia”, porque todo Estado está sometido a un permanente peligro de fraccionamiento.
Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en su libro “Del arte de la guerra”, escribe: “El mejor de los regímenes, sin protección militar, correría la misma suerte que aguardaría a las estancias de un soberbio y real palacio que, aun resplandeciente de oro y pedrería, carecieran de techo y no tuviera nada que las resguardase de la lluvia”.
CONTINUARÁ
LAS FF AA Y LA NACIÓN. INTRODUCCIÓN II. Con la publicación de los artículos, lo más resumido posible, me propongo tres fines: difundir ideas que justifican a las FF AA, estimular la lectura sobre temas militares y probar que un Estado sin una fuerza militar eficiente para su defensa no puede sobrevivir. Quiero agregar a esto, que cada vez que me encuentro con una idea nueva me regocijo como si fuese mía, porque creo que lo importante es, no que sea mía, sino que sea conocida. Respecto a esto, el escritor francés Jean de La Bruyere (1645-1696) afirmaba que todo está dicho, que el arte consiste en vaciar lo dicho en moldes nuevos.
Mi intención es compartir con los amigos de
Facebook.com, el acopio de opiniones, ideas, pensamientos sobre la importancia
de contar y mantener una eficaz fuerza militar. Por tanto, es preciso que los
militares profesionales consoliden constantemente sus conocimientos, aguardando
a que el destino les tome como medio y les mande ejecutar; y para que así sea,
el gobierno nacional (poderes ejecutivo y legislativo) tiene la obligación de
crear las condiciones apropiadas, porque las FF AA son tal cual como los
políticos las desean. Si los oficiales tienen robustecidas sus conocimientos, se
cuentan con suboficiales bien dotados, reservistas bien instruidos, y buenos
armamentos, nuestras fuerzas militares estarán
prontos, en el instante supremo en que el destino de nuestra nación se
encuentra ante la terrible disyuntiva de paz o guerra. Y si es forzada a
aceptar el reto de luchar para defender algunos de los intereses vitales de
nuestra nación sobre los campos de batalla, no podría caber duda alguna que
nuestras FF AA cumplirán con su deber como tiene demostrado a lo largo de su historia. DE LO
CONTRARIO, el día del peligro, el día en que el destino de la nación paraguaya
deberá jugarse en una guerra en defensa de la independencia o soberanía o de la
integridad territorial, la nación buscaría en vano oficiales dignos de la
victoria.
Los
comentarios que en los días sucesivos estaré poniendo a consideración de la
gente, que por motivo eminentemente pragmático está dividido en capítulos,
contiene y desarrolla, y se van desgranando de forma no muy ordenada ni
homogénea aspectos como paz imposible, el pacifismo, porqué un Estado no puede
conservarse sin fuerza eficiente, el tamaño conveniente de una fuerza armada,
el servicio militar obligatorio (SMO) y la objeción de conciencia.
Tal vez, no habrá que esperar mucho
tiempo para ver cómo un espíritu superior al mío, aquel camarada al que Dios ha
distinguido con sus dones de inteligencia, talento e ingenio, sabrá presentar
en lugar de estos conceptos dispersos, un conjunto fundido de ideas y juicios
exentos de toda aleación.
La única ambición que tengo es explicar
y vulgarizar la importante misión de las fuerzas armadas, elemento esencial de
un Estado, que no es ni tan conocida ni tan bien estudiada por los políticos como
pudiera desearse. A menudo se recuerda su misión constitucional, pero pocas
veces ha sido bien comprendida.
Estaré muy agradecido a todas las
personas por su interés en este trabajo, y desde ya por la enorme contribución
con la que podrán colaborar a mejorar la calidad de mis esfuerzos. Sin embargo,
seré el único responsable de las ideas, opiniones y los errores de esta
publicación, que posiblemente muchos la juzgarán desdeñable por no traer
ninguna novedad, pero si llega a originar otra mejor, me sentiré sumamente
dichoso de no haber malogrado mi tiempo.
Continuará mañana
con el capítulo I. Paz imposible, guerra improbable.
Luque, 17 de agosto de 2015.-
Coronel (R) Teodoro
Ramón Delgado.
LAS FF AA Y LA NACIÓN -
CAPÍTULO I: “PAZ IMPOSIBLE, GUERRA IMPROBABLE”.
La situación habitual del
hombre, así como de pueblos y naciones, es la competencia. Esta es la que origina
desconfianza y conflicto de intereses que frecuentemente llevan a la lucha,
cuyas formas son innumerables. La historia nos enseña que desde la época más
remota la humanidad asiste a un permanente conflicto entre hombres, tribus,
pueblos y países. Este antagonismo generado por la competencia y la
desconfianza lleva a la violencia, ya sea por zonas de caza, cuestiones
económica, política, ideológica, religiosa, étnica, territoriales, cursos de
agua, manipulación del medio ambiente, desarrollo de armas prohibidas, etc.;
porque existen tantos motivos de
conflictos como riquezas sean objeto del deseo de los demás. Por consiguiente,
podemos inferir que no existe “la paz perpetua” (la frase es el título de una
obra de E. Kant) entre los hombres ya que el antagonismo es incesante. Este
argumento podemos reforzar con el pensamiento del eximio filósofo inglés Thomas
Hobbes, necesaria para entender mejor la esencia de lo que estoy queriendo
probar. “En su deseo natural de acrecentar poderes, cada hombre tiene que
habérselas con cada otro hombre. Y esa competencia por la adquisición de
riquezas, honores, dignidades, o cualquier otro signo de poder, lleva al antagonismo,
a la enemistad y a la guerra. La primera inclinación natural de todo ser humano
es un perpetuo e inalcanzable deseo de conseguir poder tras poder, que solo
cesa con la muerte. Esto no siempre es porque no se contente con un poder
moderado, sino porque no puede asegurarse el poder y los bienes que tiene en el
presente para vivir bien, sin adquirir otro más. Y cuando esto ha sido alcanzado,
otro nuevo deseo tiene lugar”. Por tanto, no puede caber duda alguna que la
competencia, el deseo de incrementar más poder, y la búsqueda constante de la
seguridad de los bienes son las que a menudo llevan a la guerra entre las
naciones.
Si hacemos una somera
apreciación de la situación general de los conflictos bélicos en el mundo a la
luz de los acontecimientos de los últimos 60 años, nos convenceremos que las
FF. AA son imprescindibles, y para comprender y valorar mejor su importante
misión debemos contemplarlas en el contexto del conflicto sin fin del que el
Paraguay forma parte; y así llegaremos a la conclusión de que es necesario
contar con una fuerza militar eficiente para la defensa de los intereses
vitales de la nación. Porque así como afirma el físico norteamericano, Julius
Robert Oppemheimer (1904-1967, tuvo un papel importante en las investigaciones
nucleares): “Un Estado que carece de fuerzas para conservarse no tiene derecho
a la existencia”. De lo contrario, sería contradecir la ley de naturaleza.
Porque, si el gobierno nacional debilita nuestras FF AA o las desarma en un tiempo, a sabiendas que en nuestra región nadie
hace lo mismo, solo logrará convertirse en presa fácil de los vecinos,
facilitando así, deliberadamente, la propia desaparición del paraguay como
estado independiente y soberano, lo cual es contrario al fundamento de la
defensa propia.
Si preguntamos
a cualquier ciudadano más o menos instruido: ¿qué guerras hubieron desde la
terminación de la
Segunda Guerra Mundial?, sin dudar, probablemente, nos citará
las de Corea (1950) , de Vietnam (1957), árabe-israelíes (1967) , las Malvinas (1982)
Irak-Irán (1980) , Golfo Pérsico (1990) , Afganistán-Usa (2001), Alianza
Inglaterra y USA-Irak (2003), etc. Sin embargo, en los últimos 50 años, según el Instituto Internacional de
Esto- colmo para la
Investigación sobre la
Paz (SIPRI), el mundo ha conocido cerca de 160 conflictos
bélicos en que perecieron aproximadamente 7.200.000 combatientes, casi el
equivalente de la
Primera Guerra Mundial. Además, SIPRI informó la existencia
de 30 conflictos bélicos sólo en 1990. En Ruanda, en 1994 hubo un millón de
combatientes muertos. Dice SIPRI que durante los últimos 55 años, sólo un mes la Humanidad vivió sin
guerra. Señalemos que después de la guerra de la Triple Alianza (1864-1870),
había que ser un lunático para pensar en otra guerra. Sin embargo, 62 años
después estalló la Guerra
del Chaco, en el mismo momento en que el presidente de los EE UU, Heber Hoobert
(1929-1933) planteaba al mundo, “la necesidad de reducir la abrumadora carga de
los armamentos que ahora gravitan sobre
los asalariados del mundo. Mi objetivo es lograr la prohibición de los tanques
de guerra, las armas químicas, los grandes cañones y los aviones de
bombardero”. Siete años después empezó la guerra más destructiva de la historia: La
Segunda Guerra
Mundial.
Los titulares sobre conflictos armados que
todos los días escuchamos, leemos y vemos por la prensa nacional, no han
acallado al coro de pacifistas que constantemente recomiendan suprimir o
reducir gastos de nuestras FF. AA, sin considerar que antes será necesario
abolir la competencia para garantizar la paz. Además, la variedad de los
esfuerzos realizados para evitar o detener las guerras, y la manera como
renacen siempre bajo nuevas formas y pretextos, nos hacen creer que “el mal es
incurable, inevitable y que constituye una de las funcio LAS FF AA Y LA NACIÓN -
CAPÍTULO I: “PAZ IMPOSIBLE, GUERRA IMPROBABLE”.
nes sociales” (Gastón
Beauthoul, sociólogo francés), vale decir, que es imposible erradicar la guerra
sin reemplazarla, de tal manera que la función pueda continuar cumpliéndose.
La situación habitual del
hombre, así como de pueblos y naciones, es la competencia. Esta es la que origina
desconfianza y conflicto de intereses que frecuentemente llevan a la lucha,
cuyas formas son innumerables. La historia nos enseña que desde la época más
remota la humanidad asiste a un permanente conflicto entre hombres, tribus,
pueblos y países. Este antagonismo generado por la competencia y la
desconfianza lleva a la violencia, ya sea por zonas de caza, cuestiones
económica, política, ideológica, religiosa, étnica, territoriales, cursos de
agua, manipulación del medio ambiente, desarrollo de armas prohibidas, etc.;
porque existen tantos motivos de
conflictos como riquezas sean objeto del deseo de los demás. Por consiguiente,
podemos inferir que no existe “la paz perpetua” (la frase es el título de una
obra de E. Kant) entre los hombres ya que el antagonismo es incesante. Este
argumento podemos reforzar con el pensamiento del eximio filósofo inglés Thomas
Hobbes, necesaria para entender mejor la esencia de lo que estoy queriendo
probar. “En su deseo natural de acrecentar poderes, cada hombre tiene que
habérselas con cada otro hombre. Y esa competencia por la adquisición de
riquezas, honores, dignidades, o cualquier otro signo de poder, lleva al antagonismo,
a la enemistad y a la guerra. La primera inclinación natural de todo ser humano
es un perpetuo e inalcanzable deseo de conseguir poder tras poder, que solo
cesa con la muerte. Esto no siempre es porque no se contente con un poder
moderado, sino porque no puede asegurarse el poder y los bienes que tiene en el
presente para vivir bien, sin adquirir otro más. Y cuando esto ha sido alcanzado,
otro nuevo deseo tiene lugar”. Por tanto, no puede caber duda alguna que la
competencia, el deseo de incrementar más poder, y la búsqueda constante de la
seguridad de los bienes son las que a menudo llevan a la guerra entre las
naciones.
Si hacemos una somera
apreciación de la situación general de los conflictos bélicos en el mundo a la
luz de los acontecimientos de los últimos 60 años, nos convenceremos que las
FF. AA son imprescindibles, y para comprender y valorar mejor su importante
misión debemos contemplarlas en el contexto del conflicto sin fin del que el
Paraguay forma parte; y así llegaremos a la conclusión de que es necesario
contar con una fuerza militar eficiente para la defensa de los intereses
vitales de la nación. Porque así como afirma el físico norteamericano, Julius
Robert Oppemheimer (1904-1967, tuvo un papel importante en las investigaciones
nucleares): “Un Estado que carece de fuerzas para conservarse no tiene derecho
a la existencia”. De lo contrario, sería contradecir la ley de naturaleza.
Porque, si el gobierno nacional debilita nuestras FF AA o las desarma en un tiempo, a sabiendas que en nuestra región nadie
hace lo mismo, solo logrará convertirse en presa fácil de los vecinos,
facilitando así, deliberadamente, la propia desaparición del paraguay como
estado independiente y soberano, lo cual es contrario al fundamento de la
defensa propia.
Si preguntamos
a cualquier ciudadano más o menos instruido: ¿qué guerras hubieron desde la
terminación de la
Segunda Guerra Mundial?, sin dudar, probablemente, nos citará
las de Corea (1950) , de Vietnam (1957), árabe-israelíes (1967) , las Malvinas (1982)
Irak-Irán (1980) , Golfo Pérsico (1990) , Afganistán-Usa (2001), Alianza
Inglaterra y USA-Irak (2003), etc. Sin embargo, en los últimos 50 años, según el Instituto Internacional de
Esto- colmo para la
Investigación sobre la
Paz (SIPRI), el mundo ha conocido cerca de 160 conflictos
bélicos en que perecieron aproximadamente 7.200.000 combatientes, casi el
equivalente de la
Primera Guerra Mundial. Además, SIPRI informó la existencia
de 30 conflictos bélicos sólo en 1990. En Ruanda, en 1994 hubo un millón de
combatientes muertos. Dice SIPRI que durante los últimos 55 años, sólo un mes la Humanidad vivió sin
guerra. Señalemos que después de la guerra de la Triple Alianza (1864-1870),
había que ser un lunático para pensar en otra guerra. Sin embargo, 62 años
después estalló la Guerra
del Chaco, en el mismo momento en que el presidente de los EE UU, Heber Hoobert
(1929-1933) planteaba al mundo, “la necesidad de reducir la abrumadora carga de
los armamentos que ahora gravitan sobre
los asalariados del mundo. Mi objetivo es lograr la prohibición de los tanques
de guerra, las armas químicas, los grandes cañones y los aviones de
bombardero”. Siete años después empezó la guerra más destructiva de la historia: La
Segunda Guerra
Mundial.
Los titulares sobre conflictos armados que
todos los días escuchamos, leemos y vemos por la prensa nacional, no han
acallado al coro de pacifistas que constantemente recomiendan suprimir o
reducir gastos de nuestras FF. AA, sin considerar que antes será necesario
abolir la competencia para garantizar la paz. Además, la variedad de los
esfuerzos realizados para evitar o detener las guerras, y la manera como
renacen siempre bajo nuevas formas y pretextos, nos hacen creer que “el mal es
incurable, inevitable y que constituye una de las funciones sociales” (Gastón
Beauthoul, sociólogo francés), vale decir, que es imposible erradicar la guerra
sin reemplazarla, de tal manera que la función pueda continuar cumpliéndose.
Por consiguiente, proponer reducir gastos o
peor aún, que se suprima nuestras FF. AA o el cierre “temporal” de la Academia
Militar tal como había propuesto al Congreso de la Nación hace algunos años una
senadora de la nación, porque aseguraba que la paz en el mundo ya es un hecho.
Pensar de este modo es combinar la tragedia con la ironía.
Por consiguiente, proponer reducir gastos o
peor aún, que se suprima nuestras FF. AA o el cierre “temporal” de la Academia
Militar tal como había propuesto al Congreso de la Nación hace algunos años una
senadora de la nación, porque aseguraba que la paz en el mundo ya es un hecho.
Pensar de este modo es combinar la tragedia con la ironía.
Luque - Paraguay: sábado, 22-Ago-2015
Luque - Paraguay: sábado, 22-Ago-2015
LAS FF AA Y LA NACIÓN. CAPÍTULO
II, “UN ESTADO NO PUEDE CONSERVARSE SIN FUERZAS MILITARES”.
Si dos personas o dos países compiten porque
desean una misma cosa que no puede ser compartida por ambos, se convierten en
enemigos; y para lograr su propósito, se empeñan en destruirse y someterse
mutuamente. De esto nace la desconfianza que frecuentemente lleva a la guerra.
El modo más razonable de protegerse contra esa desconfianza, que tantos los
hombres como los países se inspiran recíprocamente, es la de contar con una
fuerza disuasiva capaz de entrar en acción en caso de amenaza o agresión. Es
por este motivo que los países se controlan y se observan recíprocamente, es
decir, con sus cuarteles y cañones instalados en los fortines de sus fronteras,
espiándose constantemente en actitud belicosa, de tal manera que cuando uno
empuña una ametralladora no tenga que defenderse el otro con un machete.
Los activistas de la
paz de muy digno propósito, creen que nuestras FF. AA no tienen capacidad
para cumplir su misión constitucional, ni tampoco confían en el arrojo y la
determinación de los miembros de nuestras FF AA de desatar, quizá hasta lo apocalíptico, antes de entregar algún interés vital de la nación (independencia, integridad
territorial, población, recursos naturales, etc.) sin luchar; tal como ya lo
demostró las veces en que los destinos de nuestra nación se han jugado sobre
los campos de batalla. Pero hay una cosa cierta: que para ganar una guerra no
basta tener un ejército compuesto de numerosos hombres, sino también son
necesarios contar con 4 elementos esenciales: 1) que el país tenga suficiente
potencial de guerra (cantidad y calidad de la población, economía próspera,
costa al mar, aliados confiables, etc), para mantener el poderío de las fuerzas
militares hasta el fin de la guerra; 2) diplomacia de alta calidad; 3) buenos
armamentos; y 4) generales idóneos, y, oficiales y suboficiales bien dotados,
etc.
Por estas
consideraciones, creo necesario prevenir contra la imprudencia de confiar
únicamente en tratados, buenas relaciones y en la aparente paz que actualmente
reina en nuestra región, pero ¿quién garantiza que esta situación continuará
indefinidamente? “No conozco cosa alguna en el mundo que permaneciera siempre
en el mismo lugar”, escribió Renè Descartes; y para Galileo, lo natural era el
movimiento y no el reposo. Así también, el general italiano Héctor Bastico en
su libro “La evolución del arte de la guerra”, asevera nuestra conjetura
sustentando el siguiente concepto: “Un país no puede conservarse sin un buen ejército,
porque si él no acomete, lo acometen los demás, si no tiene preocupaciones
externas, las tiene internas, por cuanto es una ley universal que nada
permanezca inmóvil bajo el sol, ...”. Por consiguiente, mientras los demás
países no renuncian a su derecho de contar con un poder militar, no hay razón
para que nosotros estemos obligados a hacerlo, pues, ello implicaría el
convertirnos en una presa fácil para los otros, cosa a la que nadie está
obligado. Además, no podemos dejar pasar por alto la siguiente aseveración de
Platón: “Solo los muertos han visto el fin de la guerra”. Tampoco, la satírica
inscripción, “La paz perpetua”, escrita en el rótulo de una pensión holandesa,
en el que se había dibujado un cementerio, que Kant menciona al principio de
una de su más relevante obra, “Sobre
la paz perpetua”.
Es preciso agregar, que
la guerra no se evita solo con proponer la supresión de las FF. AA, ni con
discursos, oraciones, manifestaciones, marchas lamentaciones por los medios de
comunicación masiva en aras de la paz. En un mundo cada vez más competitivo y
complejo hay veces que incluso la propia guerra se convierte en un instrumento
necesario para evitar un choque aun mayor y más terrible.
Muchos creen que los
gritos de dolor y la rabia bastan para hacer desaparecer los conflictos
armados. Es indudable que se oyen en el mundo muchas reclamaciones furiosas, iracundas,
acompañadas de gritos de dolor y de
rabia contra las guerras. Si estos fueran suficientes para lograr la paz que
todos ansiamos, nuestras preocupaciones sobre las guerras habrían concluido y
las FF. AA ya no tendrían razón de ser. Lastimosamente, ante la situación
actual, suprimir o reducir nuestras FF. AA se debe descartar con la máxima
firmeza de que es capaz la prudencia, pues, por muy remota que nos parezca otra
guerra, es preciso contar con una fuerza capaz y dispuesta a defender los
intereses vitales de la nación.
Confiar nuestra seguridad
nacional exclusivamente en organizaciones supranacionales, no solo sería
fomentar nueva guerra, sino también significaría exponer a nuestro país a otra
desmembración o a la desaparición como Estado independiente, porque no está
escrito que tenemos que agradecer la defensa nacional al favor Divino. No
ignoramos que tanto el presente como el futuro aconsejan prudencia, pero no
pusilanimidad ni avaricia. Por tanto, debemos dejar perfectamente sentado que
estamos dispuestos a otro exterminio antes de consentir por mezquindad y
negligencia poner en peligro la supervivencia de nuestra nación. Por todo ello,
no veo otra manera de suprimir las FF. AA si no se procede a realizar antes,
las propuestas siguientes:
a. Abolir las guerras.
b. Evitar las competencias que son las
generadoras de conflictos.
c. Contratar servicios de protección militar
basada en fuerzas superiores a nuestros vecinos, tal como los países de
tecnología avanzada proporcionaron a Kuwait y a Arabia Saudita durante la Guerra del Golfo Pérsico (1990-1991).
Pero, ¿cuánto costaría esto?
Si alguna vez nos involucramos
en un conflicto en donde es inevitable el empleo de nuestro poder militar –ya
que la guerra es la prolongación de la política y las FF. AA sus instrumentos –
podremos culparnos, no por habernos negado a luchar, que seguro no ocurrirá,
sino por habernos resistido a pagar un tributo desagradable, pero relativamente
módico comparado con los que debemos proteger: LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY.
Luque, 25 de agosto de 2015.-
Cnel. (R) Teodoro
Ramón Delgado
LAS FF AA Y LA NACIÓN. CAPÍTULO III, “EL TAMAÑO
CONVENIENTE”. Nuestras FF. AA no deben ser
pequeñas como algunos sostienen ni tampoco parecer grande con unidades de
denominación abultada, y sin guardar ninguna relación con la “dotación de paz”
o efectivos disponibles, sino que deben ser suficientes para cumplir eficazmente
la misión constitucional.
Cualquier FF. AA, aun
siendo pequeñas por el efectivo y por los medios materiales, pueden llegar a
ser poderosas por sus buenos armamentos, idoneidad del personal, disciplina,
estoicismo, espíritu combativo y alta moral. Hay FF. AA que parecen grandes y
no lo son realmente, posiblemente a causa de esta misma grandeza meramente externa;
por ello “hay que huir de la pequeñez real y de la grandeza aparente” (Platón).
Hay compatriotas que no
solo creen sino que pregonan constantemente, que nuestras FF. AA son incapaces
de cumplir su misión, y afirman que son innecesarias. Sin embargo, nadie
intenta proponer su sustitución, ni siquiera delinear perfiles utópicos de otra
forma de defender y custodiar los intereses vitales de la Nación, o, que al
menos idealmente parezcan preferibles. No hay que creer mucho en la
autenticidad de la aparente incapacidad. Porque no son nuestras FF. AA, en
cuanto instrumento del Estado, las que marchan mal en nuestro país, sino las
tareas en qué emplearlas en tiempo de paz. Faltan que los políticos elaboren y
aprueben leyes que indiquen nuevos roles, además de lo ya impuesto en La
Constitución Nacional. Juzguemos la importancia de un utensilio por el grado de
utilidad que proporciona.
Aquí hay un error de
óptica que conviene corregir de una vez porque da grima escuchar las
sandeces que a toda hora se dice de
nuestras gloriosas FF. AA. Desde luego, existe una serie de críticas sobre la
institución; pero si se toman una a una, se ve que ninguna de ellas permite la
conclusión de que deba suprimirse o achicarse, sino al contrario, todas llevan
por vía directa a la necesidad de “reformarlas”. Ahora bien: dice Ortega y
Gasset, “lo mejor que humanamente puede decirse de algo es que necesita ser
reformado, porque ello implica que es imprescindible y que es capaz de nueva
vida, de nuevos roles”.
Se dice por ejemplo que
no son eficaces. Los militares debemos preguntar entonces: ¿para qué no es
eficaz? Porque la eficacia es la virtud que
una organización tiene para producir una finalidad. En este caso la
finalidad de nuestras FF. AA sería: garantizar que los intereses vitales de La
Nación y el logro de los objetivos fijados por el gobierno de la nación, se
hallen a cubierto de interferencias y perturbaciones sustanciales.
Considerando que los
intereses vitales son los relacionados con la “vida” de La Nación, es decir, su
existencia soberana como tal. Por ello, es que podemos considerar que los
intereses vitales son las bases sobre las que descansa un Estado soberano y de
cuya preservación depende su existencia. Su daño, vulneración o violación trae
aparejada una pérdida de la capacidad de la Nación-Estado para
proyectarse en procura de sus objetivos, ya sea por disponer una libertad de
acción menor en algún campo, cierta mengua en sus recursos o determinada
disminución en su capacidad de decisión (soberanía).
Por eso debemos exigir de
quien proclama la ineficacia o inutilidad de nuestras FF. AA, que posea él o ella
una idea clara de cuál es. Porque si en nuestro país no está hoy claro, ni aun
teóricamente, en qué consiste lo que las FF. AA deben hacer en tiempo de paz y
que corresponde exclusivamente a los políticos determinar, no tiene sentido
acusar de ineficacia a nuestra gloriosa institución. Estos hechos son tan
indiscutibles, que olvidar demuestra franca malicia. No se confunda, pues,
la posibilidad y la urgencia de reformar para hacerlas más eficaces
adecuándolas a las actuales necesidades, con declarar su inutilidad. Más
valdría recordar que jamás el Estado Paraguayo ha creado organización más
formidable, mejor estructurada y más eficiente que nuestras FF AA, tal como fue
demostrada en dos guerras internacionales. Luque, 27 de agosto de 2015.-
LAS FF AA Y LA NACIÓN. CAPÍTULO IV, Y ÚLTIMO. “GUERRA DE NECESIDAD". No
es justo ni conveniente para ningún Estado serio empezar la guerra, no sólo
porque generalmente pierde quien comienza, y rara vez son derrotados los que se
mantuvieron dentro de su territorio (guerra del Chaco,
1932-1935), sino también, porque el gobierno no ha sido instituido para romper
la paz y empezar aventuras bélicas, sino para conservar la paz y defender a la
nación de vecinos codiciosos o belicosos. Por tanto, todo gobierno tiene la principal
obligación de proteger a su pueblo y procurarle paz, orden y progreso.
Aunque tuviésemos a
nuestra disposición, además de nuestro valeroso y glorioso ejército, la
aviación inglesa, los blindados israelíes y la logística norteamericana,
siempre debemos esperar hasta que llegue la necesidad y el deber de luchar,
porque no es justo comenzar una guerra a no ser que se tenga una conciencia
limpia que nos permita decir: “cómo nos gustaría tener paz, pero nuestro
codicioso vecino nos obligan a la guerra. Nosotros preferiríamos no hacerla
para que la guerra no se califique simplemente de guerra sino de debida
protección y de legítima defensa”.
Es preciso distinguir la
guerra que uno comienza por su deseo y voluntad y la guerra a la que es
empujado por necesidad o por coacción. La primera es propia de naciones
inclinadas a la guerra y la segunda es una guerra de necesidad. No está demás, recordar que “Dios dispersa a los que tienen
ganas de guerrear, porque quiere paz para los hombres y es enemigo de los que
empiezan la guerra y rompen la paz”.
Me parece que no es
inoportuno recordar, como ejemplo, a los rectos caballeros de la Edad Media ante una
afrenta: “no desenvainan fácilmente la espada, no provocan a nadie, ni revelan
ganas de luchar, pero cuando se les obliga no andan con juegos. Su espada está
firme en la vaina, pero si tiene que desenvainar, no vuelve sin sangre en
ella”. Por el contrario, los temerarios, los insensatos y los bravucones son
siempre los primeros en provocar pelea, así también son los primeros en huir o
en pedir cuartel.
La defensa es una honesta
causa para luchar y por eso ninguna ley castiga la legítima defensa. Quien mata
a alguien en legítima defensa no es culpable ante nadie. Es por ello que en
cualquier sociedad es considerado injusto a quien comienza una pelea, y justo el
que sea derrotado o finalmente castigado. De este modo, encontramos en la
historia que han sido vencidos la mayoría que empezaron una guerra.
Las relaciones entre los países vecinos
cambian constantemente, pues, a veces son estrechas, a menudo son antagónicas y
otras veces más propensas a los conflictos que otras. Por consiguiente, el
Paraguay debe buscar constantemente la estrategia más conveniente para contrarrestar
militarmente a los países con quienes no es improbable tener algún día
relaciones tensas o muy antagónicas, por lo que necesitamos contar con un plan
de desarrollo de nuestro potencial militar, así como contar con una diplomacia
eficiente.
Evidentemente, que el
perfeccionamiento continuo del potencial militar en el mundo es consecuencia
del desarrollo económico y social, pues, a medida que un país se haga
económicamente más rico precisa ser más poderoso militarmente. Porque la guerra
es una eventualidad para la que deben estar siempre dispuestos los gobiernos
previsores.
El tiempo, el esfuerzo y
los gastos requeridos para conseguir un potencial militar de primera categoría
son razones más que suficiente para que el gobierno de la nación busque otras
maneras de contrarrestar el poderío militar de los países de la región. El
atajo vislumbrado no puede ser otro que una estrategia conveniente que nos
permita potenciar al máximo el efecto disuasivo de nuestras FF. AA frente a
eventuales acciones militares que se pudieran llevar a cabo contra nosotros. Si
la estrategia escogida es correcta, seremos fuertes y en condiciones de
defender adecuadamente los intereses vitales de nuestra nación.
Luque, 01 de setiembre de 2015.-
FIN