viernes, 14 de septiembre de 2012

PARA ENTENDER MEJOR LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

Anunciamos la próxima aparición del libro "La conducción del Ejército paraguayo en la guerra contra la Triple Alianza", -por gentileza de MARBEN EDITORA S.A- en el cual, por primera vez se analiza aquel conflicto con el auxilio del telescopio de las Leyes de la guerra y los principios de la conducción de un Ejército en guerra. 


Foto de MEC Digital
Cada comentario que iremos haciendo, esperamos que sean útiles, especialmente para los diletantes en el arte de la guerra, de modo a entender mejor los relatos de cada batalla y por qué se ejecuta una operación o por qué se mantiene inactiva. También, el motivo que un conductor tiene para mantener una actitud defensiva o decidir pasar a la ofensiva o retirarse a otro lugar por motivo táctico o por economía de fuerzas. Asimismo, el momento oportuno de lanzar un contraataque o emprender la retirada. 

Al final de la narración de cada batalla y cada campaña, tal como aconseja la historia militar, se encontrará un "análisis crítico" donde se señala las experiencias que podían ser extraídas, los principios correctamente aplicados por el vencedor, los que no tuvo en cuenta el conductor derrotado, así como las consecuencias de la victoria y de la derrota; porque cada batalla afecta a la próxima y cada una de ellas es causa de la anterior. También, está incluida cuándo ha llegado el momento en que se debe detener la guerra y buscar la paz.

Sobre la historia y sus fines 
Es importante ponernos de acuerdo sobre lo que es la historia y sus fines. Para empezar, podemos decir que la historia  y la ética no pueden ni deben separarse, y que ella no es panegírico de la nación ni es para dedicar alabanzas a una persona, sino que es madre de las ciencias y como tal imagen de la verdad. Por lo tanto, aumentar o disminuir la figura de un hombre considerado una celebridad no es propio del historiador que tiene el deber de dejar a cada personaje su tamaño natural. La historia es valiosa porque es verdadera y su fin en registrar el pasado es la de ser algo así como un banco en donde la gente -principalmente los líderes políticos y militares- puede recurrir en busca de experiencias y sabios consejos; porque ya lo dice el refrán: "Es mejor conducirse con experiencia ajena porque la propia llega tarde y cuesta cara".

El filósofo norteamericano Jorge Ruiz de Santayana, advierte: "El pueblo que no quiere recordar su pasado tal como es tendrá como castigo el ver como se repite". Y Voltaire, fastidiado de los que mezclaban verdades con falsedades expresó: "La historia nunca necesitó de tantos documentos auténticos como en nuestro día en que se trafican tan insolentemente con la mentira". Ante las afirmaciones de estos dos autores de grandes obras del pensamiento, nos cabe preguntar: ¿Qué le impulsaron a algunos de nuestros historiadores más exaltados a no querer revelar al pueblo paraguayo toda la verdad sobre la "Guerra del 70", prefiriendo mezclar en un revoltijo verdades con mentiras, desfigurando los hechos y sembrando la confusión? El pueblo paraguayo tiene derecho a saber la verdad para que no vuelva a repetirse.

La finalidad del estudio de la historia militar es extraer enseñanzas y experiencias sobre las guerras del pasado para perfeccionarse en el arte de la conducción. Es por esta razón que la historia falseada y las loas heroicas no sirven para extraer experiencias y sacar conclusiones para que sean útiles en un futuro conflicto bélico; consecuentemente, a los militares que quieren ser conductores de Ejército no les vale las alabanzas carentes de objetividad. En fin, no se puede llamar historiador al que confunde valentía con temeridad, heroísmo con suicidio colectivo, y que  intenta convertir derrotas en victorias y la inútil muerte masiva de compatriotas en inobjetable gloria nacional.


Teodoro R. Delgado
Asunción, 14 de setiembre de 2012

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