LA HISTORIA MILITAR Y LA HISTORIA – CAPÍTULO I
A partir de hoy iniciamos la
publicación, en sucesivos capítulos, algunas opiniones sobre la Historia y la
Historia Militar. El esfuerzo que hacemos, en detrimento de nuestros
quehaceres, es para colaborar en hacer comprender a los jóvenes historiadores,
que si de verdad quieren ser objetivo y veraz para ser creíble, lo primero que
deben hacer es RENUNCIAR a escribir la historia militar paraguaya como un acto
de patriotismo. Cuando la historia se usa para exaltar el patriotismo en
perjuicio de la objetividad, a nadie le es útil, porque no se podría
interpretar correctamente nuestro pasado para entender el presente y servir de
guía para una acción futura.
La historia militar está encaminada en
la aplicación de la doctrina militar en la narración de los hechos bélicos, es
un proceso de investigación analítica, constituido por un conjunto de
observaciones, comparaciones y reflexiones del historiador militar, sustentada
en verdades establecidas ya antes por la experiencia recogida de guerras
anteriores y aceptadas en la teoría militar como doctrina. Por tanto, el
historiador militar, además de estar familiarizado con los vocabularios
militares, le es indispensable conocer la teoría del arte de la guerra, vale
decir, la doctrina militar, tales como las leyes de guerra y los principios de
conducción, incluso las influencias decisivas en la batalla de los accidentes
geográficos tales como obstáculos (ríos, esteros, bosques), accidentes
capitales (líneas de altura, cruce de caminos, fuente de agua), abrigos y
cubiertas, vías de acceso (para el ataque), y campo de vista y de tiro; para
interpretar correctamente las acciones del por qué:
1)
se realiza un movimiento o por qué se adopta una
actitud defensiva,
2)
cuáles son las características que debe reunir
el terreno para que sea la más apropiadas para la defensa;
3)
qué condiciones debe darse para realizar
operaciones ofensivas,
4)
cuáles son las acciones a realizar antes de
empezar el ataque,
5)
cuándo no conviene aceptar batalla,
6)
en qué momento hay que detener un ataque en
desarrollo y ordenar la retirada,
7)
porqué el general en jefe con su reserva debe
mantenerse cerca del campo de batalla.
Todos los mencionados son fáciles de
entender, por eso los militares entendemos. Si no, es conveniente hacerse
asesorar por un buen profesional militar, porque de otro modo no se podrá
detectar los aciertos del vencedor y los errores cometidos por el vencido para
que pueda servir de experiencia. Si se escribe la historia de una guerra o de una
batalla no se considera la teoría militar, no valdría la pena que sea escrita
ni leída.
Las verdades sobre los hechos sirven
como punto de partida y orientación de un estudio que de otro modo no sería
posible realizar o no permitiría llegar a la finalidad perseguida: extraer
enseñanzas. Muchas veces el objeto de la crítica
puede ser deficiente si se la convierte en una aplicación tendenciosa o
interesada de la teoría, o se usa como mera exaltación del patriotismo que no
es fin de la historia, o por la ignorancia de las leyes de guerra, los
principios de la conducción y la importancia del buen uso del terreno que son
necesarios para apreciar debida y apropiadamente las decisiones de los
conductores en las operaciones militares y sacar de ellas conclusiones y
enseñanzas.El historiador militar debe examinar las razones por las cuales el
comandante ha escogido algunos principios para aplicar en la operación, y
porqué ha ignorado otros o tomado una determinación en contra de la doctrina.
La teoría militar debe, pues, servir
de guía en todo estudio de la historia militar porque sin ella las reflexiones
y el análisis no podrían establecer el punto de partida, la dirección a seguir
y el objetivo a alcanzar. Pero, al raciocinio del historiador corresponderá
siempre determinar si cuáles son los principios y reglas de conducción
preestablecidos en la teoría son aplicables, y cuáles no en la guerra o batalla
considerada. Lo fundamental es descubrir en el análisis, antes de formular
conclusiones, cuáles fueron las causas que favorecieron, perjudicaron o
impidieron la aplicación de los principios, de modo a identificar las razones
reales del éxito o fracaso de una operación. La teoría militar, fundada en las
experiencias bélicas, le da su peculiar forma o manera de ser a una doctrina de
conducción. Ella ha sido extraída de la historia militar, o sea, de la realidad
de la guerra en el transcurso de varios siglos que constituye la más valiosa
enseñanza que el historiador militar ha podido brindar a los militares
profesionales.
LA HISTORIA MILITAR Y LA HISTORIA– CAPÍTULO II
Queda demostrado que el conductor no
debe ir a la guerra con ideas preconcebidas, sino deberá inspirarse en la
situación real del momento porque ella (la situación), durante la batalla,
cambia frecuentemente y a veces inesperadamente; y como la historia militar no
tiene otro fin que la educación del espíritu y mejorar la agilidad mental; por
tanto, en vano se buscará en la historia la regla para resolver un problema,
porque nunca le dirá al comandante qué hacer ni cómo hacer en los momentos críticos.
Un oficial que desea ser conductor de
ejército, necesita estudiar la historia militar para extraer de ella una
experiencia previa sobre la guerra, aprendiendo la conexión que la estrategia y
las tácticas del pasado tienen con la guerra en desarrollo o del futuro. Por
estas razones, los grandes conductores habían llegado a la conclusión de que es
absolutamente necesario que antes de ir a la guerra el conductor y sus
generales posean una experiencia previa sobre la misma, la que no puede obtener
más que en el estudio razonado de la Historia Militar.
Todo esto llevó a decir a Moltke[1]:
En la guerra hay que hacer lo que sea
más adecuado a cada caso y sin dejarse atar por reglas generales invariables.
Y a Schlieffen[2],
en un discurso pronunciado en 1910 con motivo de la conmemoración del
cincuentenario de la Academia de Guerra de Berlín: “delante de todo el que
quiera llegar a ser conductor de ejército hay un libro titulado: Historia de la
Guerra”[3].
Federico II el Grande (1712-1786) que
reorganizó sus estados con una administración moderna, convirtió a Prusia en el
estado más poderoso de Europa y forjó un ejército que fue el mejor de Europa.
Federico asignó mayor importancia a la historia militar que a su amplia
experiencia bélica. Se refiere a la Historia Militar de este modo: “El arte de
la guerra exige un permanente estudio. Yo estudio toda clase de historias
militares, desde César en Las Galias hasta Carlos XII[4]
en Poltawa. Estudio con todas mis fuerzas y hago todo lo posible para adquirir
los conocimientos que son necesarios para resolver dignamente las cuestiones
correspondientes a mi cargo; en síntesis, trabajo y estudio para hacerme mejor
y para llenar mi espíritu con todo lo que el pasado y la época actual ofrecen como
ejemplos esplendorosos”.
Napoleón, aconsejaba a sus generales
hacer la guerra como Alejandro, Aníbal, César, Gustavo Adolfo y Federico II:
“Leed la historia de sus 83 campañas. Volved a leerlas y formaos en su ejemplo.
Éste es el único camino para llegar a ser un gran general, dominar el secreto
del arte de la guerra y adquirir el conocimiento de la alta conducción”.
Clausewitz, escribió: “De los libros de
historia militar no debe llevarse a la guerra nada más que la educación del
espíritu o entrenamiento mental. El que va a ella con ideas preconcebidas, que
no han sido inspiradas por la situación real del momento que se enfrenta, verá
desmoronarse su edificio por la fuerza de los acontecimientos antes de que esté
terminada. La más hermosa regla de conducción será siempre la que produce el
genio en el momento preciso y oportuno”.
El mariscal Foch[5]
era un erudito historiador militar, y su estudio tuvo resonancia mundial. Y él
fue el faro luminoso en la preparación y formación de Estigarribia el Grande,
quien era su discípulo (en el sentido que siguió la opinión de la escuela de
Foch), cumpliendo de este modo la Historia Militar su función en la guerra del
Chaco. Lo real y lo lógico es que los hechos históricos no pueden valorarse si
se los manipulan o se falsean, por tanto, es preciso examinar cada guerra y
cada batalla tal como acontecieron, porque sólo así puede ser provechosa. Todo
lo demás es pura especulación que no sirve para obtener experiencias, finalidad
de la Historia Militar. CONTINUARÁ.
[1] Moltke
Helmuth, conde von, mariscal prusiano (1700-1891), Jefe de Estado Mayor,
dirigió el Ejército durante la guerra de los Ducados (1864), la guerra
austro-prusiana (1866) y durante la guerra franco-prusiana (1870-1871).
[2] Schlieffen
Alfred, conde von, mariscal alemán (1833-1913), jefe de Estado Mayor desde 1891
hasta 1906, dio su nombre al plan de campaña aplicado por Alemania en la I G.
Mundial.
[3] Cnel.
Leopoldo R. Ornstein, “El estudio de la historia militar”, Círculo Militar,
Biblioteca del Oficial, Buenos Aires, 1957. Pág. 102.
[4] Carlos XII (1682-Noruega 1718). Venció al rey de
Dinamarca en Copenague, a los rusos, los narva y a Augusto II de Polonia en
Kliszóv. Pero fue derrotado en Poltawa (ciudad de Ucrania al SO de Járkóv) por
Pedro. Se refugió en Turquía. En 1715 regresó a Suecia. Cuando atacaba Noruega
murió en el sitio de Fredikshald en 1718.
[5] Ferdinad Foch (1851-1929), mariscal de Francia, Gran
Bretaña y Polonia; se distinguió durante la primera guerra mundial en que
condujo las tropas aliadas a la victoria.
27-Abr-2016
27-Abr-2016
LA EDUCACIÓN. Antes de continuar con los fines de la historia y la historia militar, y la responsabilidad de los historiadores, no puedo resistir la tentación de compartir con los amigos de Facebook. Com y de mi: “t-delgado.blogspot.com”, lo que sigue:
El historiador británico Eric Hobsbawm considerado uno de los grandes historiadores del S. XX, en su magnífica obra SOBRE LA HISTORIA, capítulo “El deber del Historiador”, en la página 21 nos da una idea que los profesores deberían aplicar: cuando empecé a enseñar en la universidad, dice Eric, me dijo mi propio exprofesor, “Aquellos por los que estás aquí no son estudiantes tan brillantes como tú. Son estudiantes mediocres con mentes faltas de imaginación que se licencian sin pena ni gloria con un aprobado justito. Los que son realmente buenos pueden cuidarse de sí mismos, aunque disfrutaras enseñarles. Pero son los otros los que de verdad te necesitan”.
Pienso que esto es aplicable en todas las instituciones de enseñanza, porque la mayoría que formamos parte de la sociedad paraguaya pertenecemos, según mi parecer, al grupo de los mediocres. Por tanto, el esfuerzo del gobierno nacional debería tender hacia ese último grupo. Lo que estoy queriendo significar y pienso que el historiador británico nos quiere decir es que esa minoría privilegiada, debe ser menos codicioso y más solidario o más justo con sus compatriotas, ayudando a desarrollar su ingenio.
SÓLO LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES (abril-2016)
COPIADO DE LA PELÍCULA “QUIZ SHOW” En los EE UU, los programas televisivos de concurso de cualquier tipo actualmente está estrictamente regulado para asegurar que no haya manipulación ni discriminación. Desconozco que en el Paraguay también exista algo así. La película cuenta la historia de discriminación, soborno y encubrimiento en el juego intelectual más popular en los EE UU en 1958. El problema empieza cuando el productor del show, Dan Enright, que le pagaba a cada ganador que participaba gracias a las preguntas que con antelación recibía del canal, por tanto, estaba obligado a perder cuando se le ordena. Pero Herbie Stempet, un estudiandte universitario judío con fama de superdotado que venía ganando, rechazó la propuesta y publica el caso.
La competencia de talento despertó gran entusiasmo y se convirtió en un formidable reto ganar al campeón. Antes de Herbie el elegido por el canal de TV para ser ayudado y ganar era un brillante profesor universitario, Charlie Van Doren, cuyo padre también era un distinguido profesor universitario de muy buena fama. Herbie Stempet, denunció que el programa de competencia estaba todo arreglado. Interviene la justicia. Charlie vam Doren fue llamado a testificar, pero antes de ir a declarar habló con su padre sobre la cuestión, y este le respondió: “¡pero qué problema puedes tener, solo digas la verdad y nada más!”. Su hijo le responde que él también recibía con antelación las preguntas. El padre quedó deshecho, pero le acompañó a su hijo y manifestó a la prensa que su deseo era que Charlie no pierda su cargo en la Universidad.
Aquí va la moralizadora declaración que hizo Charlie Van Doren ante el tribunal:
-“Engañé a mis amigos y los tenía por millones. Engañé al pueblo estadounidense. Mentí sobre lo que sabía y mentí sobre lo que no sabía. Era como un niño que se niega a aceptar un hecho con la esperanza de que todo pase. Por supuesto, no pasó. Estaba asustado. Terriblemente asustado. No tenía una posición fuerte, una base en la cual sostenerme. Había una sola verdad, y esa era decir la verdad, nada más. Puede sonar trillado pero volví a encontrarme conmigo mismo después de años. Estuve interpretando un papel quizá toda mi vida pensando que había conseguido más de lo que había conseguido en realidad. Tuve todas las oportunidades. Me apoyé en los hombros de la vida y nunca bajé hasta la tierra para hacerme desde abajo. Volé demasiado alto con alas prestadas. Todo fue demasiado fácil. Por eso estoy aquí hoy”.
Habla, el presidente del tribunal: -“Mr. Van Doren, quiero felicitarle por esa declaración. -Van Doren, gracias.
Miembro 1 del tribunal. –“Señor van Doren, quisiera unirme al presidente y elogiar la fortaleza de alma demostrada en su declaración”.
Miembro 2 del tribunal. –“Señor van Doren, también lo felicito. Escuché a muchos testigos en causas civiles y criminales, la suya es la más sincera de las confesiones que he escuchado en mucho tiempo”.
Miembro 3 del tribunal. –“Señor Van Doren, yo también soy de Nueva Jork, de una zona distinta de Nueva Jork…Me alegro de que haya hecho, pero no estoy de acuerdo con la mayoría de mis colegas. Verá, no creo que un adulto con su inteligencia deba ser felicitado por algo que no es más que decir la verdad”.
Declara Dan Enright, administrsdor del canal de TV, y explica: “Nuestro trabajo es de entretenimiento, el público disfruta, ¿a quién se le hizo daño? Dar al público lo que quiere, eso es un negocio y no delito.
Está demás decir que el Dr. Charlie vam Doren perdió su cargo en la Universidad.
El rey Filipo de Macedonia, padre de Alejandro Magno impuso a su nación el lema: “Cualquier cosa menos la mentira”. Por este camino Macedonia marchó para convertirse en un rico imperio. Si los paraguayos mentimos, por ejemplo, haciendo mal uso de la historia por un patrioterismo equivocado o en cualquier otra cosa, siempre encontraremos escollos en el camino hacia un mejor bienestar de nuestra nación, y como siempre culparemos de nuestro atraso a otros.
28-Abril-2016.
28-Abril-2016.
LA HISTORIA Y LA
HISTORIA MILITAR
Como ya hemos dicho
en el artículo anterior, el historiador
británico Eric Hobsbawm considerado uno de los grandes historiadores del S. XX,
en su magnífica obra SOBRE LA HISTORIA, capítulo “El deber del Historiador”,
nos cuenta lo que sigue:
-
“Hace poco, los zelotes indúes (un partido
político nacionalista y como tal intolerante) destruyeron una mezquita en
Aodhya con el pretexto de que había sido erigido en contra de la voluntad del
pueblo indú por el conquistador mogol Babur en un sitio especialmente sagrado,
considerado como lugar de nacimiento del dios Rama. Los historiadores de las
universidades de la India publicaron un estudio en el que se demostraba:
1.
Que hasta el siglo XIX, a nadie se le había
ocurrido que Aodhya pudiera ser el lugar de nacimiento de Rama, y
2.
Que casi con toda seguridad la mezquita no se
construyó en tiempo de Babur. ES MUY LOABLE DECIR QUE EL TRABAJO DE LOS
HISTORIADORES INDÚES CONTRIBUYÓ EN GRAN MEDIDA A FRENAR EL ASCENSO DEL PARTIDO
QUE PROVOCÓ EL INCIDENTE, PERO AL MENOS ESTAS PERSONAS CUMPLIERON CON SU DEBER
COMO HISTORIADORES”
Otro ejemplo
de Hobsbhawm: “El grado de importancia que puede llegar a tener el tema queda
ilustrado en un artículo reciente del escritor israelí Amos Elon sobre el modo
en que el genocidio de los judíos a manos de Hitler se ha transformado en un
mito legitimador de la existencia del Estado de Israel. Elon, sigue diciendo
Hobsbawam, que describe con todo detalle la evolución de la transformación
sufrida por el concepto “Holocausto” afirma que es necesario separar la
historia de los mitos, los rituales y la política nacional”. La historiografía
seria del genocidio –escribió Hobsbawm- no ha minimizado en absoluto aquella
tragedia incalificable. Simplemente, discrepaba del mito legitimador”.
En julio del año pasado se lanzó en
Madrid “La Historia Militar de España” en ocho tomos. El almirante, que fue el
coordinador del equipo de historiadores militares, en su discurso expresó: “la
obra está alejada de todo patrioterismo”.
No deseo de ningún modo ofender a los
veneradores del Sr. Mcal. López, pues, entiendo que es un modo de declarar su
acendrado patriotismo que yo respeto mucho, porque considero que los
sentimientos como el excesivo amor nos hace ver las cosas no como realmente son
sino como deseamos ver. Por tanto, espero no ofender a los admiradores del Sr.
Mcal. López, pero debo decir lo que sigue: son pocos las ideologías de la
intolerancia que se alimentan en simples mitos o invenciones de las que no
existe la menor prueba (que madame Lynch cabó con sus manos para enterrar al
Mcal., y a Panchito; que Solano López es el único presidente del mundo que
murió en defensa de la patria; que los huesos de Solano López descansa en el
Panteón de los Héroes, etc. El mal uso que los veneradores del Sr. Mcal. López
suelen hacer de la historia de la GTA se sustenta más en el anacronismo que en
la mentira. Como todo lo relacionado con el Mcal. López considerado “Héroe
Máximo y sin Parangón”, y valiente en grado sumo; estos adjetivos superlativos
dista mucho de ser un mero asunto académico. Sin embargo, un historiador
paraguayo o cualquier intelectual tendrían que ser muy valiente para atreverse
a afirmar que desde el punto de vista histórico es una tontería.
El libro “La conducción del ejército
paraguayo en la guerra contra la Triple Alianza, del cual soy humilde autor, no
tiene otro propósito sino destruir mitos y no seguir creando tal como convirtir
derrotas en victorias y la inútil muerte masiva de nuestros compatriotas como
gloria nacional, y como dice un proverbio, “conquistar gloria sin provecho para
la patria es vano sacrificio”. La valentía del gran ejército paraguayo está
reconocida por todos los oficiales aliados e historiadores extranjeros, y de
nuevo probado en la guerra del Chaco, y como solía repetir el analista
económico Pablo Herken por TV, “duele decirlo pero hay que decirlo”, estamos
obligados a señalar la inepta conducción de nuestro gran ejército valiente, disciplinado,
dócil y estoico.
Cuando está aprobado un plan de guerra
y se ordena la ejecución, el ejército debe obrar rápido como el rayo
arrojándose a la yugular del enemigo. Pero el Mcal. López al mandar a una
división a fines del mes de diciembre de 1864 de paseo a Mato Grosso, perdió
tiempo y perdió la sorpresa, principios esenciales para que un país más débil
pueda derrotar al más poderoso. En manos de un general idóneo y resuelto, fácilmente
podía haber tomado Buenos Aires y Montevideo e imponer condiciones. En mayo de
1865 (4 meses después de iniciada la guerra) tímidamente mandó una columna de
12.000 hombres para ocupar la provincia brasilera de Río Grande del Sur y otra
de 30.000 hombres para tomar la provincia argentina de Corrientes, ambas
columnas conducía al principio el Sr. Mariscal desde Asunción. Esto es
inaudito. La primera columna fue totalmente destruida y la otra mandó tomar la
ciudad de Corrientes y luego ordenó que prosiga hasta Goya (200 Km. de
Corrientes) y que se despliegue la división sobre el río Santa Lucía, y allí
quedó. ¿PARA QUÉ? Si se va a hacer la guerra en serio, al invadir territorio
tenemigo se debe avanzar ´rapido y sin contemplaciones ir derribando todos los
obstáculos que se le opone en su dirección de marcha hasta alcanzar el objetivo
o hasta que sea detenido por una fuerza superior. CONTINUARÁ.
LA HISTORIA Y LA HISTORIA MILITAR (3-May-2016)
Quiero
dejar por sentado dos cosas: las FF. AA paraguayas, es lo mismo decir la nación
entera, a lo largo de su historia defendieron con asombrosa valentía la
independencia e integridad territorial de nuestra nación. Pero hay algo que debemos
saber, que los militares de todos los países del mundo tienen un denominador
común, pues, ellos aman tanto como nosotros su familia, su costumbre, su
folklore, no son menos valientes que nosotros y sirven a sus respectivos países
y a sus fuerzas armadas igual que nosotros, con gran devoción.
Lastimosamente, parece que a la mayoría
de los paraguayos quieren no historia, sino mitos a estilo O’Leary quien poseía
mucho ingenio y era rico en posibilidades expresivas, pero pocos escrúpulos
como para presentar al cándido pueblo paraguayo de su época derrotas como
victorias y la inútil muerte masiva de los compatriotas en batallas y combates
inaceptables, como gloria nacional.
Sabemos que todos estamos expuestos a
cometer errores, por ejemplo puede suceder que me equivoque y apreciar acaso como
filigrana de oro algo que no es, sino un oropel. Pero lo que no van a encontrar
en ningún artículo mío es la de desformar intencionadamente hechos históricos o
convertir derrota en victoria o exaltar la figura de un hombre que en nada ha
contribuido para un Paraguay mejor. El argumento decisivo para considerar como
prócer o héroe nacional a un hombre es responder la pregunta, ¿cuál fue o
fueron su aporte o cooperación para lograr un mejor bienestar de la nación o
para ganar una guerra?
No es posible desconocer la
extraordinaria importancia de la Historia, por ejemplo, el médico necesita
conocer la historia de la medicina, el arquitecto la historia de la
arquitectura, el arqueólogo la historia de la arqueología, etc. Pero no hay que
confundir, por ejemplo, muchos compatriotas que escribieron sobre la GTA no eran historiadores militares sino
narradores o meros exaltadores del mito Mcal. López. Para elevar la historia de
una guerra o de una batalla a la categoría de una investigación científica es
preciso 1) que el historiador ocupe una posición neutral, único modo de depurar
la obra de prejuicio y de sentimentalismo, 2) conocer por lo menos lo básico de
la teoría militar para juzgar con justicia las acciones de los conductores, sino
hacerse asesorar por un buen profesional militar.
Podemos decir que la historia es
valiosa porque es verdadera y el fin en registrar el pasado es la de servir
algo así como un banco o centro comercial donde la gente puede recurrir en
busca de experiencias, porque ya lo dice un
refrán: “es mejor conducirse con experiencia ajena porque la propia
siempre llega tarde y cuesta cara”. Y Marco Tulio Cicerón la definió así: “la
historia es testigo de los tiempos, luz de la verdad, maestra de la vida y consejera
insustituible.
Siendo la historia como en verdad es, TESTIGO
DE LOS TIEMPOS Y LUZ DE LA VERDAD, pero desgraciadamente vino su perversión que
consiste en mezclar hechos verdaderos con hechos falsos con el único propósito
de entretener o sacar provecho personal o exhaltar el patriotismo que no es fin
de la historia.
Es de señalar que algunos de nuestros
historiadores creyeron, tal vez, que no era bueno herir el orgullo nacional o
menguar la autoestima del paraguayo relatando hechos adversos o sucesos
infaustos aún siendo verdaderos. El filósofo estadounidense, José Ruiz de
Santayana, ADVIERTE, “la nación que no quiere recordar algún pasado desgraciado
tal como sucedió, tendrá como castigo el ver como se repite”. Esta es una buena
razón por lo que la prensa nacional difunde y repite, por ejemplos, los
accidentes de tránsito, los crímenes y delitos, etc.
Por todos los motivos señalados arriba,
a mi parecer los profesores de historia de nuestras universidades y los
historiadores profesionales son los que tienen el deber de limpiar nuestra
historia de patriotería y resguardarla de gérmenes perniciosos, entre otras
cosas porque en ella se encuentran guardada todas las proezas, todos los
triunfos y fracasos heroicos de nuestra nación. La historia del Paraguay está
llena de grandeza titánica; por tanto, no necesitamos inventar hazañas
gloriosas ni crear héroe falso, porque es a ella, a nuestra historia que hay
que recurrir en el momento crítico para la patria para ser guiado por sabios consejos.
Esto le hizo decir al pensador francés conocido por Voltaire, “la historia
nunca necesitó de tantas pruebas auténticas como en nuestra época en que se
trafican tan insolentemente con la mentira”. CONTINUARÁ con el tema:
“conocimientos básicos para los no profesionales militares para entender las
técnicas de la guerra y batallas.
5-May-2016
POR SABER HISTORIA
El
historiador español, JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ (AZORÍN), en el libro ¿qué es la
Historia?, en el capítulo “Por saber historia”, escribió algo muy digno de ser leído
y divulgado, porque ayuda a tener más clara comprensión sobre la historia. Quiero
señalar que Azorín es como nuestro laborioso historiador, Luis Verón, que
recoge y publica los pequeños hechos históricos que son indispensables para
unir y entender los grandes hechos, pero que a menudo se suelen obviar. El
mencionado capítulo fue publicado en el periódico ABC, 23-III-1923. Aquí va un
resumen del mismo. Comienza diciendo Azorín:
He encontrado a mi amigo leyendo. Al
entra yo en su despacho, mi amigo ha dejado el libro sobre la mesa.
-¡Me marcho de España! –me ha dicho,
con un profundo desaliento, mi visitado. Le he preguntado a mi amigo por qué se
marcha de España, y él me ha replicado haciéndome las siguientes preguntas.
-¿Sabe usted quien es Bardají? –No. –¿Y
don Francisco Heredia? –Tampoco. –¿Y don Antonio González? –No tengo idea. -¿Y
don Marcelo Cortázar? –Ni sospecha. ¿Y don Vicente Sancho? –No caigo.
Me era imposible ver a dónde iba a
parar mi amigo con tal interrogatorio. Pero mi estimado señor no ha terminado
aún con sus preguntas:
-¿Y don Alvaro Gómez Becerra? –Ni
remotamente. -¿Y a don Serafín Soto? –Mucho menos. ¿Y a Armero? –No recuerdo.
Me encontraba abrumado por mi
ignorancia. Mi amigo me ha mirado fijamente en silencio, y ha dicho: -Pues
todos estos señores que usted no conoce, que usted no ha oído nombrar siquiera,
han llegado en su Patria a la más alta posición política. Todos ellos han sido
presidentes del Consejo de Ministros; algunos, dos veces.
¿Y qué consecuencia deduce usted de ese
hecho singular? –He preguntado yo a mi amigo.
-Deduzco, primero, que usted no sabe la
historia de su Patria e historia tan cercana a nosotros, puesto que se trata
del S. XIX; pero de esto ya nos ocuparemos luego. Y deduzco, en segundo
término, que en política no basta ocupar una gran posición para ser un hombre
eminente: se puede ser presidente del Consejo y ser un señor perfectamente
vulgar y anodino; y se puede, por el contrario, no haber ocupado ningún cargo
político y ser, con todo, un hombre ilustre, de grande y trascendental
influencia en la vida política de un país.
Mi amigo ha hecho una breve pausa y
luego ha añadido:
-¡Qué engañosa ilusión la de muchos
políticos! Los cargos, las dignidades, los honores no sirven para nada. No se
comprende cómo un hombre inteligente, recto, con ímpetu y fuerza de alma, puede
creer que vale más ser presidente del Consejo de un modo anodino y flojo a ser
de una personalidad fuerte, independiente, con honda influencia en la nación
por su comunicación constante y sincera con la opinión pública. Ni aún desde el
punto de vista de la vanidad, de la vanagloria, cabe dudar entre los dos
extremos. Más ufano se puede sentir el hombre popular, confianza y amparo de
sus conciudadanos, que el presidente del Consejo con todos su coche, su despacho suntuoso, su sillón
dorado.
Luego de un respiro, mi amigo sigue
diciendo:
-Pero yo quería decirle a usted, en
segundo lugar, que usted no sabe tampoco la historia de su Patria. Digo tampoco,
porque entre nosotros nadie conoce la historia de España; ni los escritores ni
los políticos. Hace poco he leído un artículo.sobre la disolución del cuerpo de
Artillería en 1873 bajo el reinado de Amadeo; pero fue tan interesante como
este hecho lo que sucedió después, durante la República. La República se
encontró con la Artillería disuelta y con el general Hidalgo mantenido en su
prestigio por el poder que expiraba. Y la República después de la defensa enérgica
que el presidente del Consejo había hecho de Hidalgo, nombró capitán general de
Castilla la Nueva a D. Baltasar Hidalgo. Y la hostilidad de los artilleros destituidos siguió tenaz contra Hidalgo. Se
le llegó a proponer a este –de parte de los artilleros- que presentara su
dimisión y todo acabaría normal y cordialmente. Negose a ello el general enérgicamente.
Poco después fue destituido y…y Castelar pudo reorganizar el Cuerpo de
Artillería. Esta es la historia.
Se ha detenido mi amigo y ha añadido
después:
-Esta, sí, es la historia. Ahora
considere usted escrupulosamente todos los pormenores del caso. Este hecho
histórico es uno de los capitales de nuestro panorama moderno. Se puede
comprobar en él toda la flexibilidad e inflexibilidad de la verdad histórica.
Nos ofrece, a parte de esto, una elocuente lección de política. ¿Qué es la verdad
histórica? ¿Quién tenía en este drama razón; el Cuerpo de Artillería o el
general Hidalgo? ¿Había en el fondo de la persistente hostilidad de los
artilleros algo más que un deseo de reivindicación? ¿No hubo en lo más hondo
del movimiento un designio político? La historia, como la justicia, es un punto
invisible. La verdad está sólo en la circunferencia casi indivisible de este
puntito; más allá de esa línea microscópica ya está el error. Y yo quisiera que
los hombres políticos, que los escritores, estudiaran y se aleccionaran en la
historia de su país. La historia les daría lecciones de prudencia, de
tolerancia y de humanidad. La historia dulcemente les llevaría de la mano, y
ante un hecho magno, peregrino, desconcertante, ella les diría en voz baja, suavemente,
que tal contingencia ya se había dado en el tiempo, y que no había, ante ella,
que repetir los extravíos, las insanias y los desafueros de antaño. La
historia, poniendo ante sus ojos el tejido de los hechos menudos, les
acostumbraría a no detenerse en lo efímero y a remontar el espíritu, lejos de
lo perecedero, a las regiones de lo grande y de lo generoso.
Y mi amigo, después de una pausa, ha
terminado:
-Pero en España nadie sabe la historia.
Ni se estudia en la escuela, ni en la Universidad. No la saben los políticos,
ni los literatos. No se puede hablar con nadie de la historia de la patria. Yo
he dedicado mis horas a estudiar la historia de mi país. No sé otra cosa, y sé
bastante. Pero no puedo comunicarme con nadie. Estoy aislado. No puedo hablar
con nadie, y me marcho de España. Me marcho de mi Patria por saber la historia
de mi Patria. Al menos en país extranjero, el espectáculo exterior no me
recordará la incomunicación en que vivo. En España respiro el ambiente de la
tradición, de la historia, y no puedo hablar de la historia. Y por eso emigro. Por saber historia, por amar a España.
EL MEJOR EJÉRCITO DEL MUNDO (24-Mayo-2016)
Sólo para pensar un poco. Si se le diera
a usted la misión de organizar el mejor ejército del mundo, ¿cómo lo haría, o
sea, qué Arma y Servicio elegiría de cada país? Excluir a los latinoamericanos.
Por mi parte, yo elegiría las Armas
siguientes para formar mi ejército: 1) La infantería española; 2) La caballería
polaca; 3) La artillería alemana; 4) Los tanques israelíes; 5) La ingeniería
japonesa; 6) La Real Fuerza Aérea Británica y 7) La logística norteamericana.
Mi elección está basada, más en la
tradición demostrada a lo largo de la historia, que lo que es actualmente.
La infantería española por ser la
primera en derrotar a Napoleón en la batalla de Bailén del 18-22 de julio de
1808.
La caballería polaca, por el
heroísmo demostrada al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
La ingeniería japonesa por su asombroso
trabajo en la fortificación de la isla de Okinawa, donde se llevó a cabo
titánica lucha entre japoneses y norteamericanos en 1945.
Los tanques israelíes, que en varias
ocasiones sostuvieron épicas batallas contra los ejércitos enemigos de Israel.
La logística norteamericana, que ha
dado suficientes ejemplos de su capacidad y eficiencia.
EL MEJOR EJÉRCITO DEL MUNDO II. Mi
intención ha sido la de llamar la atención de los amigos de Facebook.com, sobre
si nuestras FF AA están siendo bien cuidadas por los políticos para sus empleos
inmediatos ante una emergencia. Debemos reconocer que las FF AA son tal como
los políticos las desean. Por tanto, contar con unas FF AA con generales y
almirantes idóneos, jefes calificados, oficiales y sargentos bien dotados, y
soldados instruidos eficientemente, cuestan muy caro. No obstante, el gobierno
nacional (poderes ejecutivo y legislativo) no debe ser mezquino en
presupuestar, dentro de las posibilidades del país, para gastos que permitan
contar con FF AA capaces de cumplir los que la Constitución Nacional les impone
como un imperativo categórico.
Hay buenas razones para que los señores
políticos, antes de ser electo parlamentarios, ya tengan un buen conocimiento
de la guerra, la organización de las FF AA, el estado de los armamentos e
historia militar.
Los conocimientos del arte de la guerra
aprendido en las instituciones militares, asi como las experiencias y
enseñanzas adquiridas de la historia militar, nunca pueden ser en vano, pues
todos ellos son transmitidos después, de una generación a otra.
Aparentemente, la posibilidad que el
Paraguay se involucre en una futura guerra es remota, no obstante, no se debe
bajar la guardia, porque la guerra suele aparecer, como la historia tiene
registrada, inopinadamente
0 comentarios:
Publicar un comentario