viernes, 15 de abril de 2016

GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA (1864-1870), OPINIONES VARIAS.

                           LA HISTORIA MILITAR Y LA HISTORIA – CAPÍTULO I
        A partir de hoy iniciamos la publicación, en sucesivos capítulos, algunas opiniones sobre la Historia y la Historia Militar. El esfuerzo que hacemos, en detrimento de nuestros quehaceres, es para colaborar en hacer comprender a los jóvenes historiadores, que si de verdad quieren ser objetivo y veraz para ser creíble, lo primero que deben hacer es RENUNCIAR a escribir la historia militar paraguaya como un acto de patriotismo. Cuando la historia se usa para exaltar el patriotismo en perjuicio de la objetividad, a nadie le es útil, porque no se podría interpretar correctamente nuestro pasado para entender el presente y servir de guía para una acción futura.
         La historia militar está encaminada en la aplicación de la doctrina militar en la narración de los hechos bélicos, es un proceso de investigación analítica, constituido por un conjunto de observaciones, comparaciones y reflexiones del historiador militar, sustentada en verdades establecidas ya antes por la experiencia recogida de guerras anteriores y aceptadas en la teoría militar como doctrina. Por tanto, el historiador militar, además de estar familiarizado con los vocabularios militares, le es indispensable conocer la teoría del arte de la guerra, vale decir, la doctrina militar, tales como las leyes de guerra y los principios de conducción, incluso las influencias decisivas en la batalla de los accidentes geográficos tales como obstáculos (ríos, esteros, bosques), accidentes capitales (líneas de altura, cruce de caminos, fuente de agua), abrigos y cubiertas, vías de acceso (para el ataque), y campo de vista y de tiro; para interpretar correctamente las acciones del por qué:
1)    se realiza un movimiento o por qué se adopta una actitud defensiva,
2)    cuáles son las características que debe reunir el terreno para que sea la más apropiadas para la defensa;
3)    qué condiciones debe darse para realizar operaciones ofensivas,
4)    cuáles son las acciones a realizar antes de empezar el ataque,
5)    cuándo no conviene aceptar batalla,
6)    en qué momento hay que detener un ataque en desarrollo y ordenar la retirada,
7)    porqué el general en jefe con su reserva debe mantenerse cerca del campo de batalla.
        Todos los mencionados son fáciles de entender, por eso los militares entendemos. Si no, es conveniente hacerse asesorar por un buen profesional militar, porque de otro modo no se podrá detectar los aciertos del vencedor y los errores cometidos por el vencido para que pueda servir de experiencia. Si se escribe la historia de una guerra o de una batalla no se considera la teoría militar, no valdría la pena que sea escrita ni leída.
          Las verdades sobre los hechos sirven como punto de partida y orientación de un estudio que de otro modo no sería posible realizar o no permitiría llegar a la finalidad perseguida: extraer enseñanzas. Muchas veces el objeto de la crítica puede ser deficiente si se la convierte en una aplicación tendenciosa o interesada de la teoría, o se usa como mera exaltación del patriotismo que no es fin de la historia, o por la ignorancia de las leyes de guerra, los principios de la conducción y la importancia del buen uso del terreno que son necesarios para apreciar debida y apropiadamente las decisiones de los conductores en las operaciones militares y sacar de ellas conclusiones y enseñanzas.El historiador militar debe examinar las razones por las cuales el comandante ha escogido algunos principios para aplicar en la operación, y porqué ha ignorado otros o tomado una determinación en contra de la doctrina.
          La teoría militar debe, pues, servir de guía en todo estudio de la historia militar porque sin ella las reflexiones y el análisis no podrían establecer el punto de partida, la dirección a seguir y el objetivo a alcanzar. Pero, al raciocinio del historiador corresponderá siempre determinar si cuáles son los principios y reglas de conducción preestablecidos en la teoría son aplicables, y cuáles no en la guerra o batalla considerada. Lo fundamental es descubrir en el análisis, antes de formular conclusiones, cuáles fueron las causas que favorecieron, perjudicaron o impidieron la aplicación de los principios, de modo a identificar las razones reales del éxito o fracaso de una operación. La teoría militar, fundada en las experiencias bélicas, le da su peculiar forma o manera de ser a una doctrina de conducción. Ella ha sido extraída de la historia militar, o sea, de la realidad de la guerra en el transcurso de varios siglos que constituye la más valiosa enseñanza que el historiador militar ha podido brindar a los militares profesionales.

LA HISTORIA MILITAR Y LA HISTORIA– CAPÍTULO II
        Queda demostrado que el conductor no debe ir a la guerra con ideas preconcebidas, sino deberá inspirarse en la situación real del momento porque ella (la situación), durante la batalla, cambia frecuentemente y a veces inesperadamente; y como la historia militar no tiene otro fin que la educación del espíritu y mejorar la agilidad mental; por tanto, en vano se buscará en la historia la regla para resolver un problema, porque nunca le dirá al comandante qué hacer ni cómo hacer en los momentos críticos.
        Un oficial que desea ser conductor de ejército, necesita estudiar la historia militar para extraer de ella una experiencia previa sobre la guerra, aprendiendo la conexión que la estrategia y las tácticas del pasado tienen con la guerra en desarrollo o del futuro. Por estas razones, los grandes conductores habían llegado a la conclusión de que es absolutamente necesario que antes de ir a la guerra el conductor y sus generales posean una experiencia previa sobre la misma, la que no puede obtener más que en el estudio razonado de la Historia Militar.
        Todo esto llevó a decir a Moltke[1]: En la guerra hay que hacer lo que sea más adecuado a cada caso y sin dejarse atar por reglas generales invariables.
        Y a Schlieffen[2], en un discurso pronunciado en 1910 con motivo de la conmemoración del cincuentenario de la Academia de Guerra de Berlín: “delante de todo el que quiera llegar a ser conductor de ejército hay un libro titulado: Historia de la Guerra”[3].
        Federico II el Grande (1712-1786) que reorganizó sus estados con una administración moderna, convirtió a Prusia en el estado más poderoso de Europa y forjó un ejército que fue el mejor de Europa. Federico asignó mayor importancia a la historia militar que a su amplia experiencia bélica. Se refiere a la Historia Militar de este modo: “El arte de la guerra exige un permanente estudio. Yo estudio toda clase de historias militares, desde César en Las Galias hasta Carlos XII[4] en Poltawa. Estudio con todas mis fuerzas y hago todo lo posible para adquirir los conocimientos que son necesarios para resolver dignamente las cuestiones correspondientes a mi cargo; en síntesis, trabajo y estudio para hacerme mejor y para llenar mi espíritu con todo lo que el pasado y la época actual ofrecen como ejemplos esplendorosos”.
        Napoleón, aconsejaba a sus generales hacer la guerra como Alejandro, Aníbal, César, Gustavo Adolfo y Federico II: “Leed la historia de sus 83 campañas. Volved a leerlas y formaos en su ejemplo. Éste es el único camino para llegar a ser un gran general, dominar el secreto del arte de la guerra y adquirir el conocimiento de la alta conducción”.
        Clausewitz, escribió: “De los libros de historia militar no debe llevarse a la guerra nada más que la educación del espíritu o entrenamiento mental. El que va a ella con ideas preconcebidas, que no han sido inspiradas por la situación real del momento que se enfrenta, verá desmoronarse su edificio por la fuerza de los acontecimientos antes de que esté terminada. La más hermosa regla de conducción será siempre la que produce el genio en el momento preciso y oportuno”.
        El mariscal Foch[5] era un erudito historiador militar, y su estudio tuvo resonancia mundial. Y él fue el faro luminoso en la preparación y formación de Estigarribia el Grande, quien era su discípulo (en el sentido que siguió la opinión de la escuela de Foch), cumpliendo de este modo la Historia Militar su función en la guerra del Chaco. Lo real y lo lógico es que los hechos históricos no pueden valorarse si se los manipulan o se falsean, por tanto, es preciso examinar cada guerra y cada batalla tal como acontecieron, porque sólo así puede ser provechosa. Todo lo demás es pura especulación que no sirve para obtener experiencias, finalidad de la Historia Militar. CONTINUARÁ.







[1]     Moltke Helmuth, conde von, mariscal prusiano (1700-1891), Jefe de Estado Mayor, dirigió el Ejército durante la guerra de los Ducados (1864), la guerra austro-prusiana (1866) y durante la guerra franco-prusiana (1870-1871).
[2]     Schlieffen Alfred, conde von, mariscal alemán (1833-1913), jefe de Estado Mayor desde 1891 hasta 1906, dio su nombre al plan de campaña aplicado por Alemania en la I G. Mundial.
[3]     Cnel. Leopoldo R. Ornstein, “El estudio de la historia militar”, Círculo Militar, Biblioteca del Oficial, Buenos Aires, 1957. Pág. 102.
[4] Carlos XII (1682-Noruega 1718). Venció al rey de Dinamarca en Copenague, a los rusos, los narva y a Augusto II de Polonia en Kliszóv. Pero fue derrotado en Poltawa (ciudad de Ucrania al SO de Járkóv) por Pedro. Se refugió en Turquía. En 1715 regresó a Suecia. Cuando atacaba Noruega murió en el sitio de Fredikshald en 1718.
[5] Ferdinad Foch (1851-1929), mariscal de Francia, Gran Bretaña y Polonia; se distinguió durante la primera guerra mundial en que condujo las tropas aliadas a la victoria.


  27-Abr-2016
 LA EDUCACIÓN. Antes de continuar con los fines de la historia y la historia militar, y la responsabilidad de los historiadores, no puedo resistir la tentación de compartir con los amigos de Facebook. Com y de mi: “t-delgado.blogspot.com”, lo que sigue:
        El historiador británico Eric Hobsbawm considerado uno de los grandes historiadores del S. XX, en su magnífica obra SOBRE LA HISTORIA, capítulo “El deber del Historiador”, en la página 21 nos da una idea que los profesores deberían aplicar: cuando empecé a enseñar en la universidad, dice Eric, me dijo mi propio exprofesor, “Aquellos por los que estás aquí no son estudiantes tan brillantes como tú. Son estudiantes mediocres con mentes faltas de imaginación que se licencian sin pena ni gloria con un aprobado justito. Los que son realmente buenos pueden cuidarse de sí mismos, aunque disfrutaras enseñarles. Pero son los otros los que de verdad te necesitan”.
        Pienso que esto es aplicable en todas las instituciones de enseñanza, porque la mayoría que formamos parte de la sociedad paraguaya pertenecemos, según mi parecer, al grupo de los mediocres. Por tanto, el esfuerzo del gobierno nacional debería tender hacia ese último grupo. Lo que estoy queriendo significar y pienso que el historiador británico nos quiere decir es que esa minoría privilegiada, debe ser menos codicioso y más solidario o más justo con sus compatriotas, ayudando a desarrollar su ingenio.

                                                                     SÓLO LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES (abril-2016)
        COPIADO DE LA PELÍCULA “QUIZ SHOW” En los EE UU, los programas televisivos de concurso de cualquier tipo actualmente está estrictamente regulado para asegurar que no haya manipulación ni discriminación. Desconozco que en el Paraguay también exista algo así. La película cuenta la historia de discriminación, soborno y encubrimiento en el juego intelectual más popular en los EE UU en 1958. El problema empieza cuando el productor del show, Dan Enright, que le pagaba a cada ganador que participaba gracias a las preguntas que con antelación recibía del canal, por tanto, estaba obligado a perder cuando se le ordena. Pero Herbie Stempet, un estudiandte universitario judío con fama de superdotado que venía ganando, rechazó la propuesta y publica el caso.
     La competencia de talento despertó gran entusiasmo y se convirtió en un formidable reto ganar al campeón. Antes de Herbie el elegido por el canal de TV para ser ayudado y ganar era un brillante profesor universitario, Charlie Van Doren, cuyo padre también era un distinguido profesor universitario de muy buena fama. Herbie Stempet, denunció que el programa de competencia estaba todo arreglado. Interviene la justicia. Charlie vam Doren fue llamado a testificar, pero antes de ir a declarar habló con su padre sobre la cuestión, y este le respondió: “¡pero qué problema puedes tener, solo digas la verdad y nada más!”. Su hijo le responde que él también recibía con antelación las preguntas. El padre quedó deshecho, pero le acompañó a su hijo y manifestó a la prensa que su deseo era que Charlie no pierda su cargo en la Universidad.
     Aquí va la moralizadora declaración que hizo Charlie Van Doren ante el tribunal:
-“Engañé a mis amigos y los tenía por millones. Engañé al pueblo estadounidense. Mentí sobre lo que sabía y mentí sobre lo que no sabía. Era como un niño que se niega a aceptar un hecho con la esperanza de que todo pase. Por supuesto, no pasó. Estaba asustado. Terriblemente asustado. No tenía una posición fuerte, una base en la cual sostenerme. Había una sola verdad, y esa era decir la verdad, nada más. Puede sonar trillado pero volví a encontrarme conmigo mismo después de años. Estuve interpretando un papel quizá toda mi vida pensando que había conseguido más de lo que había conseguido en realidad. Tuve todas las oportunidades. Me apoyé en los hombros de la vida y nunca bajé hasta la tierra para hacerme desde abajo. Volé demasiado alto con alas prestadas. Todo fue demasiado fácil. Por eso estoy aquí hoy”.
Habla, el presidente del tribunal: -“Mr. Van Doren, quiero felicitarle por esa declaración. -Van Doren, gracias.
Miembro 1 del tribunal. –“Señor van Doren, quisiera unirme al presidente y elogiar la fortaleza de alma demostrada en su declaración”.
Miembro 2 del tribunal. –“Señor van Doren, también lo felicito. Escuché a muchos testigos en causas civiles y criminales, la suya es la más sincera de las confesiones que he escuchado en mucho tiempo”.
Miembro 3 del tribunal. –“Señor Van Doren, yo también soy de Nueva Jork, de una zona distinta de Nueva Jork…Me alegro de que haya hecho, pero no estoy de acuerdo con la mayoría de mis colegas. Verá, no creo que un adulto con su inteligencia deba ser felicitado por algo que no es más que decir la verdad”.
     Declara Dan Enright, administrsdor del canal de TV, y explica: “Nuestro trabajo es de entretenimiento, el público disfruta, ¿a quién se le hizo daño? Dar al público lo que quiere, eso es un negocio y no delito.
     Está demás decir que el Dr. Charlie vam Doren perdió su cargo en la Universidad.
     El rey Filipo de Macedonia, padre de Alejandro Magno impuso a su nación el lema: “Cualquier cosa menos la mentira”. Por este camino Macedonia marchó para convertirse en un rico imperio. Si los paraguayos mentimos, por ejemplo, haciendo mal uso de la historia por un patrioterismo equivocado o en cualquier otra cosa, siempre encontraremos escollos en el camino hacia un mejor bienestar de nuestra nación, y como siempre culparemos de nuestro atraso a otros.

28-Abril-2016.
LA HISTORIA Y LA HISTORIA MILITAR
        Como ya hemos dicho en el artículo anterior, el historiador británico Eric Hobsbawm considerado uno de los grandes historiadores del S. XX, en su magnífica obra SOBRE LA HISTORIA, capítulo “El deber del Historiador”, nos cuenta lo que sigue:
-       “Hace poco, los zelotes indúes (un partido político nacionalista y como tal intolerante) destruyeron una mezquita en Aodhya con el pretexto de que había sido erigido en contra de la voluntad del pueblo indú por el conquistador mogol Babur en un sitio especialmente sagrado, considerado como lugar de nacimiento del dios Rama. Los historiadores de las universidades de la India publicaron un estudio en el que se demostraba:
1.    Que hasta el siglo XIX, a nadie se le había ocurrido que Aodhya pudiera ser el lugar de nacimiento de Rama, y
2.    Que casi con toda seguridad la mezquita no se construyó en tiempo de Babur. ES MUY LOABLE DECIR QUE EL TRABAJO DE LOS HISTORIADORES INDÚES CONTRIBUYÓ EN GRAN MEDIDA A FRENAR EL ASCENSO DEL PARTIDO QUE PROVOCÓ EL INCIDENTE, PERO AL MENOS ESTAS PERSONAS CUMPLIERON CON SU DEBER COMO HISTORIADORES”
Otro ejemplo de Hobsbhawm: “El grado de importancia que puede llegar a tener el tema queda ilustrado en un artículo reciente del escritor israelí Amos Elon sobre el modo en que el genocidio de los judíos a manos de Hitler se ha transformado en un mito legitimador de la existencia del Estado de Israel. Elon, sigue diciendo Hobsbawam, que describe con todo detalle la evolución de la transformación sufrida por el concepto “Holocausto” afirma que es necesario separar la historia de los mitos, los rituales y la política nacional”. La historiografía seria del genocidio –escribió Hobsbawm- no ha minimizado en absoluto aquella tragedia incalificable. Simplemente, discrepaba del mito legitimador”.
        En julio del año pasado se lanzó en Madrid “La Historia Militar de España” en ocho tomos. El almirante, que fue el coordinador del equipo de historiadores militares, en su discurso expresó: “la obra está alejada de todo patrioterismo”.
        No deseo de ningún modo ofender a los veneradores del Sr. Mcal. López, pues, entiendo que es un modo de declarar su acendrado patriotismo que yo respeto mucho, porque considero que los sentimientos como el excesivo amor nos hace ver las cosas no como realmente son sino como deseamos ver. Por tanto, espero no ofender a los admiradores del Sr. Mcal. López, pero debo decir lo que sigue: son pocos las ideologías de la intolerancia que se alimentan en simples mitos o invenciones de las que no existe la menor prueba (que madame Lynch cabó con sus manos para enterrar al Mcal., y a Panchito; que Solano López es el único presidente del mundo que murió en defensa de la patria; que los huesos de Solano López descansa en el Panteón de los Héroes, etc. El mal uso que los veneradores del Sr. Mcal. López suelen hacer de la historia de la GTA se sustenta más en el anacronismo que en la mentira. Como todo lo relacionado con el Mcal. López considerado “Héroe Máximo y sin Parangón”, y valiente en grado sumo; estos adjetivos superlativos dista mucho de ser un mero asunto académico. Sin embargo, un historiador paraguayo o cualquier intelectual tendrían que ser muy valiente para atreverse a afirmar que desde el punto de vista histórico es una tontería.
        El libro “La conducción del ejército paraguayo en la guerra contra la Triple Alianza, del cual soy humilde autor, no tiene otro propósito sino destruir mitos y no seguir creando tal como convirtir derrotas en victorias y la inútil muerte masiva de nuestros compatriotas como gloria nacional, y como dice un proverbio, “conquistar gloria sin provecho para la patria es vano sacrificio”. La valentía del gran ejército paraguayo está reconocida por todos los oficiales aliados e historiadores extranjeros, y de nuevo probado en la guerra del Chaco, y como solía repetir el analista económico Pablo Herken por TV, “duele decirlo pero hay que decirlo”, estamos obligados a señalar la inepta conducción de nuestro gran ejército valiente, disciplinado, dócil y estoico.
        Cuando está aprobado un plan de guerra y se ordena la ejecución, el ejército debe obrar rápido como el rayo arrojándose a la yugular del enemigo. Pero el Mcal. López al mandar a una división a fines del mes de diciembre de 1864 de paseo a Mato Grosso, perdió tiempo y perdió la sorpresa, principios esenciales para que un país más débil pueda derrotar al más poderoso. En manos de un general idóneo y resuelto, fácilmente podía haber tomado Buenos Aires y Montevideo e imponer condiciones. En mayo de 1865 (4 meses después de iniciada la guerra) tímidamente mandó una columna de 12.000 hombres para ocupar la provincia brasilera de Río Grande del Sur y otra de 30.000 hombres para tomar la provincia argentina de Corrientes, ambas columnas conducía al principio el Sr. Mariscal desde Asunción. Esto es inaudito. La primera columna fue totalmente destruida y la otra mandó tomar la ciudad de Corrientes y luego ordenó que prosiga hasta Goya (200 Km. de Corrientes) y que se despliegue la división sobre el río Santa Lucía, y allí quedó. ¿PARA QUÉ? Si se va a hacer la guerra en serio, al invadir territorio tenemigo se debe avanzar ´rapido y sin contemplaciones ir derribando todos los obstáculos que se le opone en su dirección de marcha hasta alcanzar el objetivo o hasta que sea detenido por una fuerza superior. CONTINUARÁ.

LA HISTORIA Y LA HISTORIA MILITAR (3-May-2016)
        Quiero dejar por sentado dos cosas: las FF. AA paraguayas, es lo mismo decir la nación entera, a lo largo de su historia defendieron con asombrosa valentía la independencia e integridad territorial de nuestra nación. Pero hay algo que debemos saber, que los militares de todos los países del mundo tienen un denominador común, pues, ellos aman tanto como nosotros su familia, su costumbre, su folklore, no son menos valientes que nosotros y sirven a sus respectivos países y a sus fuerzas armadas igual que nosotros, con gran devoción.
        Lastimosamente, parece que a la mayoría de los paraguayos quieren no historia, sino mitos a estilo O’Leary quien poseía mucho ingenio y era rico en posibilidades expresivas, pero pocos escrúpulos como para presentar al cándido pueblo paraguayo de su época derrotas como victorias y la inútil muerte masiva de los compatriotas en batallas y combates inaceptables, como gloria nacional.
        Sabemos que todos estamos expuestos a cometer errores, por ejemplo puede suceder que me equivoque y apreciar acaso como filigrana de oro algo que no es, sino un oropel. Pero lo que no van a encontrar en ningún artículo mío es la de desformar intencionadamente hechos históricos o convertir derrota en victoria o exaltar la figura de un hombre que en nada ha contribuido para un Paraguay mejor. El argumento decisivo para considerar como prócer o héroe nacional a un hombre es responder la pregunta, ¿cuál fue o fueron su aporte o cooperación para lograr un mejor bienestar de la nación o para ganar una guerra?
        No es posible desconocer la extraordinaria importancia de la Historia, por ejemplo, el médico necesita conocer la historia de la medicina, el arquitecto la historia de la arquitectura, el arqueólogo la historia de la arqueología, etc. Pero no hay que confundir, por ejemplo, muchos compatriotas que escribieron sobre la GTA  no eran historiadores militares sino narradores o meros exaltadores del mito Mcal. López. Para elevar la historia de una guerra o de una batalla a la categoría de una investigación científica es preciso 1) que el historiador ocupe una posición neutral, único modo de depurar la obra de prejuicio y de sentimentalismo, 2) conocer por lo menos lo básico de la teoría militar para juzgar con justicia las acciones de los conductores, sino hacerse asesorar por un buen profesional militar.
        Podemos decir que la historia es valiosa porque es verdadera y el fin en registrar el pasado es la de servir algo así como un banco o centro comercial donde la gente puede recurrir en busca de experiencias, porque ya lo dice un  refrán: “es mejor conducirse con experiencia ajena porque la propia siempre llega tarde y cuesta cara”. Y Marco Tulio Cicerón la definió así: “la historia es testigo de los tiempos, luz de la verdad, maestra de la vida y consejera insustituible.
        Siendo la historia como en verdad es, TESTIGO DE LOS TIEMPOS Y LUZ DE LA VERDAD, pero desgraciadamente vino su perversión que consiste en mezclar hechos verdaderos con hechos falsos con el único propósito de entretener o sacar provecho personal o exhaltar el patriotismo que no es fin de la historia.
         Es de señalar que algunos de nuestros historiadores creyeron, tal vez, que no era bueno herir el orgullo nacional o menguar la autoestima del paraguayo relatando hechos adversos o sucesos infaustos aún siendo verdaderos. El filósofo estadounidense, José Ruiz de Santayana, ADVIERTE, “la nación que no quiere recordar algún pasado desgraciado tal como sucedió, tendrá como castigo el ver como se repite”. Esta es una buena razón por lo que la prensa nacional difunde y repite, por ejemplos, los accidentes de tránsito, los crímenes y delitos, etc.
        Por todos los motivos señalados arriba, a mi parecer los profesores de historia de nuestras universidades y los historiadores profesionales son los que tienen el deber de limpiar nuestra historia de patriotería y resguardarla de gérmenes perniciosos, entre otras cosas porque en ella se encuentran guardada todas las proezas, todos los triunfos y fracasos heroicos de nuestra nación. La historia del Paraguay está llena de grandeza titánica; por tanto, no necesitamos inventar hazañas gloriosas ni crear héroe falso, porque es a ella, a nuestra historia que hay que recurrir en el momento crítico para la patria para ser guiado por sabios consejos. Esto le hizo decir al pensador francés conocido por Voltaire, “la historia nunca necesitó de tantas pruebas auténticas como en nuestra época en que se trafican tan insolentemente con la mentira”. CONTINUARÁ con el tema: “conocimientos básicos para los no profesionales militares para entender las técnicas de la guerra y batallas.

                                                                                5-May-2016
                                                                    POR SABER HISTORIA
        El historiador español, JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ (AZORÍN), en el libro ¿qué es la Historia?, en el capítulo “Por saber historia”, escribió algo muy digno de ser leído y divulgado, porque ayuda a tener más clara comprensión sobre la historia. Quiero señalar que Azorín es como nuestro laborioso historiador, Luis Verón, que recoge y publica los pequeños hechos históricos que son indispensables para unir y entender los grandes hechos, pero que a menudo se suelen obviar. El mencionado capítulo fue publicado en el periódico ABC, 23-III-1923. Aquí va un resumen del mismo. Comienza diciendo Azorín:
        He encontrado a mi amigo leyendo. Al entra yo en su despacho, mi amigo ha dejado el libro sobre la mesa.
        -¡Me marcho de España! –me ha dicho, con un profundo desaliento, mi visitado. Le he preguntado a mi amigo por qué se marcha de España, y él me ha replicado haciéndome las siguientes preguntas.
        -¿Sabe usted quien es Bardají? –No. –¿Y don Francisco Heredia? –Tampoco. –¿Y don Antonio González? –No tengo idea. -¿Y don Marcelo Cortázar? –Ni sospecha. ¿Y don Vicente Sancho? –No caigo.
        Me era imposible ver a dónde iba a parar mi amigo con tal interrogatorio. Pero mi estimado señor no ha terminado aún con sus preguntas:
        -¿Y don Alvaro Gómez Becerra? –Ni remotamente. -¿Y a don Serafín Soto? –Mucho menos. ¿Y a Armero? –No recuerdo.
        Me encontraba abrumado por mi ignorancia. Mi amigo me ha mirado fijamente en silencio, y ha dicho: -Pues todos estos señores que usted no conoce, que usted no ha oído nombrar siquiera, han llegado en su Patria a la más alta posición política. Todos ellos han sido presidentes del Consejo de Ministros; algunos, dos veces.
        ¿Y qué consecuencia deduce usted de ese hecho singular? –He preguntado yo a mi amigo.
        -Deduzco, primero, que usted no sabe la historia de su Patria e historia tan cercana a nosotros, puesto que se trata del S. XIX; pero de esto ya nos ocuparemos luego. Y deduzco, en segundo término, que en política no basta ocupar una gran posición para ser un hombre eminente: se puede ser presidente del Consejo y ser un señor perfectamente vulgar y anodino; y se puede, por el contrario, no haber ocupado ningún cargo político y ser, con todo, un hombre ilustre, de grande y trascendental influencia en la vida política de un país.
        Mi amigo ha hecho una breve pausa y luego ha añadido:
       -¡Qué engañosa ilusión la de muchos políticos! Los cargos, las dignidades, los honores no sirven para nada. No se comprende cómo un hombre inteligente, recto, con ímpetu y fuerza de alma, puede creer que vale más ser presidente del Consejo de un modo anodino y flojo a ser de una personalidad fuerte, independiente, con honda influencia en la nación por su comunicación constante y sincera con la opinión pública. Ni aún desde el punto de vista de la vanidad, de la vanagloria, cabe dudar entre los dos extremos. Más ufano se puede sentir el hombre popular, confianza y amparo de sus conciudadanos, que el presidente del Consejo con todos  su coche, su despacho suntuoso, su sillón dorado.
        Luego de un respiro, mi amigo sigue diciendo:
        -Pero yo quería decirle a usted, en segundo lugar, que usted no sabe tampoco la historia de su Patria. Digo tampoco, porque entre nosotros nadie conoce la historia de España; ni los escritores ni los políticos. Hace poco he leído un artículo.sobre la disolución del cuerpo de Artillería en 1873 bajo el reinado de Amadeo; pero fue tan interesante como este hecho lo que sucedió después, durante la República. La República se encontró con la Artillería disuelta y con el general Hidalgo mantenido en su prestigio por el poder que expiraba. Y la República después de la defensa enérgica que el presidente del Consejo había hecho de Hidalgo, nombró capitán general de Castilla la Nueva a D. Baltasar Hidalgo. Y la hostilidad de los artilleros  destituidos siguió tenaz contra Hidalgo. Se le llegó a proponer a este –de parte de los artilleros- que presentara su dimisión y todo acabaría normal y cordialmente. Negose a ello el general enérgicamente. Poco después fue destituido y…y Castelar pudo reorganizar el Cuerpo de Artillería. Esta es la historia.
        Se ha detenido mi amigo y ha añadido después:
        -Esta, sí, es la historia. Ahora considere usted escrupulosamente todos los pormenores del caso. Este hecho histórico es uno de los capitales de nuestro panorama moderno. Se puede comprobar en él toda la flexibilidad e inflexibilidad de la verdad histórica. Nos ofrece, a parte de esto, una elocuente lección de política. ¿Qué es la verdad histórica? ¿Quién tenía en este drama razón; el Cuerpo de Artillería o el general Hidalgo? ¿Había en el fondo de la persistente hostilidad de los artilleros algo más que un deseo de reivindicación? ¿No hubo en lo más hondo del movimiento un designio político? La historia, como la justicia, es un punto invisible. La verdad está sólo en la circunferencia casi indivisible de este puntito; más allá de esa línea microscópica ya está el error. Y yo quisiera que los hombres políticos, que los escritores, estudiaran y se aleccionaran en la historia de su país. La historia les daría lecciones de prudencia, de tolerancia y de humanidad. La historia dulcemente les llevaría de la mano, y ante un hecho magno, peregrino, desconcertante, ella les diría en voz baja, suavemente, que tal contingencia ya se había dado en el tiempo, y que no había, ante ella, que repetir los extravíos, las insanias y los desafueros de antaño. La historia, poniendo ante sus ojos el tejido de los hechos menudos, les acostumbraría a no detenerse en lo efímero y a remontar el espíritu, lejos de lo perecedero, a las regiones de lo grande y de lo generoso.
        Y mi amigo, después de una pausa, ha terminado:
        -Pero en España nadie sabe la historia. Ni se estudia en la escuela, ni en la Universidad. No la saben los políticos, ni los literatos. No se puede hablar con nadie de la historia de la patria. Yo he dedicado mis horas a estudiar la historia de mi país. No sé otra cosa, y sé bastante. Pero no puedo comunicarme con nadie. Estoy aislado. No puedo hablar con nadie, y me marcho de España. Me marcho de mi Patria por saber la historia de mi Patria. Al menos en país extranjero, el espectáculo exterior no me recordará la incomunicación en que vivo. En España respiro el ambiente de la tradición, de la historia, y no puedo hablar de la historia. Y por eso emigro. Por saber historia, por amar a España.


                                                                     EL MEJOR EJÉRCITO DEL MUNDO  (24-Mayo-2016)
        Sólo para pensar un poco. Si se le diera a usted la misión de organizar el mejor ejército del mundo, ¿cómo lo haría, o sea, qué Arma y Servicio elegiría de cada país? Excluir a los latinoamericanos.
        Por mi parte, yo elegiría las Armas siguientes para formar mi ejército: 1) La infantería española; 2) La caballería polaca; 3) La artillería alemana; 4) Los tanques israelíes; 5) La ingeniería japonesa; 6) La Real Fuerza Aérea Británica y 7) La logística norteamericana.
        Mi elección está basada, más en la tradición demostrada a lo largo de la historia, que lo que es actualmente.
          La infantería española por ser la primera en derrotar a Napoleón en la batalla de Bailén del 18-22 de julio de 1808.
        La caballería polaca, por el heroísmo demostrada al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
        La ingeniería japonesa por su asombroso trabajo en la fortificación de la isla de Okinawa, donde se llevó a cabo titánica lucha entre japoneses y norteamericanos en 1945.
        Los tanques israelíes, que en varias ocasiones sostuvieron épicas batallas contra los ejércitos enemigos de Israel.
        La logística norteamericana, que ha dado suficientes ejemplos de su capacidad y eficiencia.
       
        EL MEJOR EJÉRCITO DEL MUNDO II. Mi intención ha sido la de llamar la atención de los amigos de Facebook.com, sobre si nuestras FF AA están siendo bien cuidadas por los políticos para sus empleos inmediatos ante una emergencia. Debemos reconocer que las FF AA son tal como los políticos las desean. Por tanto, contar con unas FF AA con generales y almirantes idóneos, jefes calificados, oficiales y sargentos bien dotados, y soldados instruidos eficientemente, cuestan muy caro. No obstante, el gobierno nacional (poderes ejecutivo y legislativo) no debe ser mezquino en presupuestar, dentro de las posibilidades del país, para gastos que permitan contar con FF AA capaces de cumplir los que la Constitución Nacional les impone como un imperativo categórico.
        Hay buenas razones para que los señores políticos, antes de ser electo parlamentarios, ya tengan un buen conocimiento de la guerra, la organización de las FF AA, el estado de los armamentos e historia militar.
        Los conocimientos del arte de la guerra aprendido en las instituciones militares, asi como las experiencias y enseñanzas adquiridas de la historia militar, nunca pueden ser en vano, pues todos ellos son transmitidos después, de una generación a otra.
        Aparentemente, la posibilidad que el Paraguay se involucre en una futura guerra es remota, no obstante, no se debe bajar la guardia, porque la guerra suele aparecer, como la historia tiene registrada, inopinadamente















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