jueves, 3 de enero de 2013

EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO Y LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA PARTE II


       Si atendiendo a la situación de la sociedad paraguaya de hoy se estudia la estructura psicológica de este nuevo tipo de joven que niega su contribución para la defensa nacional, que “es una responsabilidad de todos”, encontramos que tiene la impresión de que la vida es fácil, sobrada y que no existe amenaza sobre el Estado. Este contentamiento consigo mismo le lleva a no escuchar, a no poner en tela de juicio sus opiniones y a no contar con los demás. Actuará pues, como si solo él y lo de su clase existieran; por tanto, intervendrá en todo tratando de imponer su vulgar opinión sobre uno de los instrumentos indispensables de un Estado, las Fuerzas Armadas.

       Este personaje, que ahora anda por todas partes y donde quiera trata de imponer su particular concepto sobre las FFAA y las guerras, es el “niño mimado” de nuestra sociedad de hoy. Este se halla, generalmente, instalado en medio de comodidades que sería “ingenuo” abandonar por doce meses para ir a un cuartel a comer locro, levantarse a la hora en que  habitualmente se acuesta, responder por cada error cometido, y ¡lo peor! amoldarse a estrictas reglas, cumplir orden y asumir responsabilidades.
 
       Toda vida es lucha, competencia y esfuerzo por sobresalir. Las dificultades con que todo joven tropieza para realizar su vida son, precisamente las que despiertan y moviliza sus actividades, desarrolla sus capacidades y modela su carácter. Y sin embargo, el “niño mimado” se niega a seguir el camino del sacrificio por la Patria, que dan temple y carácter, sino que prefiere el camino fácil, el del hedonismo y la molicie que solo conduce a su irremediable degeneración.
 
       El deseo de llamar la atención y la radical ingratitud hacia las Fuerzas Públicas y nuestros héroes y próceres que han hecho posible la felicidad de su existencia, son los rasgos salientes del “niño mimado”. Mimar es no limitar los deseos, dar la impresión a un ser de que todo le está permitido y a nada está obligado.
 
       Los objetores de conciencia nacido en un Estado bien organizado y en paz, del cual perciben las ventajas y no los peligros, no quieren comprender que las FFAA son instrumentos esenciales en la organización de un Estado, y esta organización ha dado origen que muchos ciudadanos beneficiarios no la consideran como una indispensable organización, ni piensan que el Estado constituido es el resultado de un movimiento anterior de lucha y de esfuerzos. Con esto quiero decir que el Estado no es una asociación política que el hombre ha encontrado o recibido como regalo, sino que necesita fraguarla penosamente y ser capaz de defenderla.
 
       Muchos conciudadanos no ven o no quieren ver a nuestro querido Paraguay como una nación instituida y construida prodigiosamente, que solo con grandes esfuerzos y cautelas se puede sostener, creen que su papel se reducen a criticar y a exigir perentoriamente, cual si fuesen derechos naturales. La actitud de los objetores de conciencia ante la vida se reduce a creer que tienen todos los derechos y  ninguna obligación con el Estado. Su hipócrita preocupación por los “abusos” que según ellos se cometen en los cuarteles con los conscriptos, le sirve de disfraz para desentenderse de una obligación molesta, y entonces, cómicamente se declaran objetores al Servicio Militar.
 
       Los principios generales de la sindéresis nos dictan, lo que en general debemos omitir y lo que en general debemos hacer. Por ello sabemos que, en general, el ir a misa es bueno y el matar malo. Pero hay una serie de distinciones. Por ejemplo, respecto a ir a misa, que es deber de todo lo que profesa la religión Católica, y respecto al matar, que los objetores lo utiliza como justificativo para incumplir una obligación constitucional; que no es lo mismo matar en defensa propia que premeditadamente, y mucho menos matar en guerra en defensa de la Patria que matar para robar.
 
       La ofrenda de sacrificios por la Patria es, sin duda, expresión injusta del justo reconocimiento de la autoridad suprema del Estado sobre todos los ciudadanos, pues no hay ni puede subsistir ningún Estado sin tener en sí misma el poder de proteger a todos contra amenaza de otros Estados, así como el poder de castigar las transgresiones a la Constitución y a las leyes de los miembros de dicho Estado. Por consiguiente, para castigar y proteger el Estado debe tener el poder y la fuerza suficiente, que únicamente las FFAA pueden ofrecer. Los que afirman lo contrario son hipócritas o mentecatos. Nuestros Próceres de Mayo crearon la Nación Paraguaya, y antes de crearla tuvieron que soñarla, desearla, protegerla y estar dispuestos a defenderla. Pero, “¿qué se puede hacer contra la fuerza sin la fuerza?”
 
       Ese personaje, de quien estamos hablando muy largamente, no representa al joven paraguayo que es capaz de defender a su Patria con abnegación y valor, sino una mera negación, negación que oculta un efectivo parasitismo. Ese joven vive precisamente de lo que niega, de los que otros con enorme sacrificio construyeron, desarrollaron y la defendieron: la Nación Paraguaya.

 
Coronel (SR) Teodoro R. Delgado
Luque, 3 de enero de 2013.

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