GUERRA DEL PARAGUAY CONTRA LA TRIPLE ALIANZA (1864-1865, GUERRA DEL CHACO (1932-1935) Y MISCELÁNEAS.
I. MES DEL NATALICIO DEL MARISCAL LÓPEZ, ALGUNAS CONSIDERACIONES
INTRODUCCIÓN.
No tengo ningún deseo de indisponerme con los
veneradores del mariscal López, porque todos los ciudadanos tenemos el derecho
de elegir a nuestro héroe favorito, según nuestro saber y entender. Por
consiguiente, ninguna ley o decreto presidencial puede imponernos quién es el
máximo héroe, porque esto depende del criterio y sano razonamiento de cada uno.
Por lo tanto, es de necio insultar al autor de un libro o artículo sobre un
tema por sus opiniones. Aunque todos tenemos derechos de aprobarlo o refutarlo
con argumentos las ajenas opiniones, pero no tenemos derecho a insultar al
autor. Las críticas ayudan mucho para descubrir errores y corregirlos, que para
eso está; porque sin ella no podemos mejorar. En cuanto a nosotros, creo que
tenemos suficiente carácter como para reconocer un error y rectificarnos de
inmediato.
La GUERRA DE "LA TRIPLE ALIANZA" (GTA) es un campo todavía no bien explorado por la
mayoría de los historiadores paraguayos y ni qué decir de los profesores de
historia. Es lamentable decir que la historia de la GTA
nunca ha necesitado tanto de tantos historiadores objetivos y veraces, así como
de profesores de historia patriota, honestos, y que guarden el debido decoro
como en nuestros días en que se trafican tan insolentemente con la mentira y
los mitos. La condición que debe preceder a
cualquier acto es la voluntad y el coraje de decir la verdad y con la
sinceridad más implacable proclamamos los hechos de la GTA para que sirvan como
experiencias y no repetir los mismos errores.
Hay dos principios
que grabamos en nuestros corazones cuando empezamos a publicar la historia de
la GTA en el 2012: primero, fundamentarlo en el reconocimiento más sobrio de
los hechos y, segundo, proclamar estos hechos con inflexible sinceridad. Desde
hace siete años hemos intentado hacer realidad la idea fundamental: hacer
conocer al pueblo paraguayo la verdad sobre la GTA. Y, por supuesto, es una
lucha y sigue siendo una lucha contra las mentiras y los abundantes mitos con
que se la rodean.
Como paraguayos tenemos el deber de contribuir que nuestro
pueblo no vuelva a sufrir el mismo colapso catastrófico que padeció nuestra
nación en aquel quinquenio siniestro, por la ignorancia de lo que es la guerra,
sus consecuencias siempre dolorosas y la insaciable codicia de su jefe de
Estado.
Esta semana del mes
de julio se trata de un momento relevante para decir la verdad, toda la verdad,
con franqueza y audacia sobre la GTA. No tenemos por qué acobardarnos de los
manipuladores de la historia y dejar de encarar hondamente las condiciones calamitosas en la que quedó nuestro país por causa
de un jefe de Estado irresponsable, ya que actualmente estamos en plena
democracia y con libertad de expresar nuestras opiniones con la única
limitación de decir la verdad.
O’Leary escribió su elogio a Solano López en varios
libros con el siguiente propósito: Reivindicar al mariscal López y por
consecuencia, darle al pueblo paraguayo en crisis un motivo para recobrar la
esperanza; y por supuesto, como consuelo por el enorme e inútil derroche de
sacrificio al que lo arrastró el mariscal López, considerado por un decreto del
presidente de la República de facto Cnel. Rafael Franco -por motivo meramente
político-, “héroe nacional y sin parangón”. Sobre este punto es necesario decir
que no es función del Poder Ejecutivo juzgar sobre historia, porque eso es
facultad de la Academia Paraguaya de Historia. De este modo, O’Leary y
seguidores tratan de encomiar el acto por el cual el mariscal López llevó
innecesariamente a la nación a una guerra devorado por la ambición de más poder.
Es importante saber que la guerra se hace sólo
cuando hay alta posibilidad de ganar. Y para saber si hay esa posibilidad, el
alto mando militar realiza una Apreciación Estratégica donde se confrontan el
potencial de guerra nuestro contra el potencial del probable enemigo. Este
estudio es denominado por los estrategas como «CONCEPTO ESTRATÉGICO GENERAL».
Esta apreciación concluye sobre la posibilidad de ganar o no la guerra, el
estudio está cargado de sabiduría porque permite la claridad de pensamiento. En
consecuencia, ¿cuál fue el concepto estratégico general que debería haber
escrito Solano López antes de empezar a invadir -sin declaración de guerra-
países vecinos? Nada, absolutamente nada. Es una irresponsabilidad muy grande ir
a la guerra sin conocer la capacidad del enemigo, cuando está en juego la
seguridad nacional, el bienestar, la libertad y el progreso de los paraguayos.
Las condiciones para ganar la guerra son varias.
Pero afirmamos categóricamente, que para este propósito no basta contar con un
ejército compuesto por numerosos hombres como era el del mariscal López, sino
que también es indispensable que el país cuente con suficiente potencial de
guerra como para mantener el poderío de la fuerza militar hasta el fin de la
guerra. Del mismo modo, es preciso contar con una diplomacia eficiente,
generales y jefes idóneos y que nuestras tropas muestren riquezas -en cuanto a
armamento y logística- ante los potenciales aliados y los pueblos conquistados
de modo que deseen ser nuestro amigo y teman ser nuestro enemigo.
Duele decir, pero hay que decir, las tropas
paraguayas que invadieron las provincias de Río Grande del Sur (brasilera) y
Corrientes (argentina), sólo mostraron pobreza. Tantos oficiales y soldados
iban descalzo, ya se estaba próximo al invierno –mes de mayo- cuando López
empezó sus operaciones militares al sur y sureste simultáneamente, y las tropas
paraguayas aún vestían uniforme de verano, no llevaban frazadas ni recibían
subsistencias de alimento desde Paraguay. Consecuentemente, nuestras tropas
estaban forzadas a sobrevivir a costa de las poblaciones tomadas; es decir, del
saqueo. Lo peor, los fusiles eran obsoletos y los cañones muy pocos y
anticuados. Todas las debilidades del ejército de López no pasaron inadvertidos
de las autoridades de Corrientes, Entre Ríos y Uruguay, que inmediatamente abandonaron
al mariscal López dejándolo solo para vérsela con el Brasil y la Argentina. Los
resultados todos saben, aun así los panegiristas del mariscal López afirman que
«la gloria conquistada por López en los campos de batalla compensa la muerte
del 60 % de la población paraguaya», «Porque mediante la muerte de López y los
250.000 muertos más, el Paraguay no desapareció» (Arq. Jorge Rubiani). Este
absurdo razonamiento es un sarcasmo a la nación.
MAÑANA, 26-07-19: ARTÍCULO I
FIN
SEMANA DE NATALIO DEL MCAL. LÓPEZ: ARTÍCULO I.
Usando el concepto del reputado historiador Luis
Verón, y “mutatis mutandi” (cambiando los que se deben cambiar), quiero decir
que no soy lopista ni antilopista, solo trato de decir la verdad limitándome a
escribir lo que ocurrió en la GTA sin ocultar nada, ni mentir ni falsear
deliberadamente. Si a alguien no le gusta que se cuente los hechos tal como
ocurrieron, el problema es suyo con la historia, no conmigo. Porque los hechos
fueron así, y yo no puedo modificar. Si me califican de antilopista le respondo
con la frase de los “guarayos” ante un insulto: «che apoí niko, che apó niko
ndéro».
Francisco Solano López (1826-1870), presidente de
la República y comandante en jefe del ejército entre 1862 y 1870, dictador y
considerado por mucho genocida del Paraguay -por los crímenes que cometió
contra el pueblo paraguayo-, fue un importante arengador de su época.
Consciente del poder de la palabra hablada en directo para convencer y
enardecer a las masas con mensajes simplistas e histriónicos que exaltaba a
la genteraza guaraní y achacaban todos los males del país al Brasil y a la
Argentina. Condujo al Paraguay a la mayor tragedia de la historia americana
y mandó a sus compatriotas a la guerra como si fuesen productos suyos; a pesar
de ello muchos lo veneran. Desgraciadamente, no puedo agarrar mis opiniones
sobre los hechos comprobados de López e inyectarlos en el alma de sus
veneradores. Inmediatamente de asumir como jefe de Estado, su primera acción
fue la de ordenar el encarcelamiento de todos aquellos que se opusieron a su
elección. Con esta medida revela las líneas maestras de su pensamiento
político.
El mariscal López dejó a la nación paraguaya en
completa ruina, empeorado por la muerte del 60 % de la población del país. Pues,
de los 250.000 muertos, 40.000 aproximadamente murieron luchando en las
batallas; y el resto murió por el hambre, la enfermedad y los fusilamientos.
Liddell Hart escribió: «Nunca hay que salir de la guerra exhausta».
Los lopistas dicen:
“con la GTA el pueblo paraguayo ha ganado gloria y admiración por el heroísmo
de los paraguayos”. Pero en general, si son sabios, deberían de mantener la
boca cerrada. Porque como escribió el distinguido historiador José Luis
Martínez Pélaez, «la red o el internet mató el lopismo». Porque hasta hace tres
décadas se tuvo mucho cuidado en publicar libros sobre la GTA que no sea elogio
al “invicto mariscal” como lo denominaba “El Semanario”; y hasta ahora hay
grupo fanático y en plena democracia y libertad de expresión que atropelló nada
menos un teatro (17-06-2019) para impedir que mediante la presentación teatral “se
insulte al que defendió la patria y no se rindió”. Sin duda alguna, los actores
y actrices con su arte pueden transmitir al pueblo paraguayo la verdad sobre la
GTA y derribar de su pedestal al considerado
“héroe máximo” si se proponen o se respeta la libertad de expresión, es más,
pueden demostrar que el mariscal López no fue sino una grotesca creación de
O’Leary. Hay que decir al pueblo la verdad sin
cortapisa, los lopistas no son sino unos histriones más.
El rey Filipo II, padre de Alejandro Magno, para
convertir a Macedonia en una nación poderosa, lo primero que hizo fue imponer a
su pueblo el lema: «Cualquier cosa menos la mentira». Gracias a este lema todos
sabemos lo que Macedonia logró con Alejandro Magno, hijo de aquel rey.
El resultado del Gobierno de Solano López fue que
el Paraguay sufrió las pérdidas de los territorios en litigio con Brasil y la
Argentina como le queda claro a todos, se hundió en los horrores de la guerra
que acabó destruyendo la nación paraguaya como sabe todo el mundo, y la dejó a una peligrosa situación
cuyas consecuencias hasta ahora sufrimos. De todos los que hemos dicho, podemos
deducir que en todo el Paraguay se han establecidos quinta columna de fanáticos
lopistas o de nacionalistas extremos que trabajan en completa unidad y con
ciega obediencia a las directivas que reciben de Asunción. Todo esto es el
resultado de la tendencia nacionalista de los textos escolares de la educación
en las primaria y secundaria.
La historia militar ha demostrado que casi en todas
las guerras, el que pierde la batalla decisiva acepta las condiciones del
vencedor y negocia la paz porque nunca hay que salir de la guerra exhausta.
¿Por qué? Y por la razón que ya es casi imposible recuperar el poderío de la
fuerza militar para ganar la guerra. Por lo tanto, ante esta situación un
Gobierno sensato no permite la inútil pérdida de ningún soldado más. Por
ejemplo, Alemania, Italia y Japón perdieron la campaña decisiva: el desembarco
en Normandía, más las dos bombas que los EE. UU lanzó sobre dos ciudades
japonesas. Con visión de futuro, reconocieron la derrota, aceptaron las
condiciones de los aliados, firmaron la paz y sus respectivos pueblos se
recuperaron rápidamente.
El mariscal López perdió varias batallas decisivas:
batalla fluvial de Riachuelo, las campañas de Uruguayana y Corrientes, y la
batalla de Tujutî. Sin embargo, prosiguió la lucha por
cinco años dejando en ruina la nación. Nuestra única intención es que estos
artículos conduzcan a una irradiación de la verdad sobre la GTA, y aceptar con
hidalguía que fue Solano López quien voluntariamente provocó la guerra, y peor
aún, sin declaración como exige la ley internacional, empezó a invadir
militarmente los territorios de Brasil (Mato Grosso y Río Grande del Sur) y la
Argentina (Corrientes).
Todos estos tal vez, fue lo que inspiró a
Shakespeare para dejarnos el proverbio: «Mala cosa es cuando un loco sirve de
guía a los ciegos». Y Sun Tzu: «La guerra es cosa seria, no se debe hacer a
tonta y a la loca». Y Max Weber en su obra “El político y el científico”, Pág.
158: «Perdida la guerra, ponerse a buscar después quienes son los culpables es
cosa de viejas. La actitud sobria y viril es la de decir al enemigo: “Hemos
perdido la guerra, la habéis ganado vosotros. Esto es ya cosa resuelta.
Hablemos ahora de las consecuencias que hay que sacar de este hecho respecto de
los intereses materiales que estaban en juego y respecto de la responsabilidad
hacia el futuro, que es lo principal y que incumbe sobre todo al vencedor”.
Todo lo que no sea esto es indigno y se paga antes o después. Una nación
perdona el daño que se hace a sus intereses, pero no el que se hace a su honor
(la invasión militar de López a los territorios de Brasil y la Argentina) y
menos que ninguno el vicio de querer tener siempre la razón».
FIN
SEMANA DE NATALIO DEL MCAL. LÓPEZ, ARTÍCULO II.
Las obras de Juan Crisóstomo Centurión y Jorge
.Thompson, así como de historiadores neutrales como son: “La diplomacia
estadunidense durante la Guerra de la Triple Alianza” de Charles Ames Washburn, compilado por Thomas L. Whigham y
Juan Manuel Casal (USA); “Paraguay y la Triple Alianza” de Harris Gaylord
Warren (USA); “La guerra contra la Triple Alianza” de Thomas Whigham (USA); “Retrato
de un dictador” de Robert B. Cunninghame (inglés); “Los orígenes de la guerra
del Paraguay contra la Triple Alianza” (inglés); “Historia de la guerra del
Paraguay” de Max von Versen (testigo presencial, Prusia); “Una guerra total:
Paraguay 1864-1870” de Luc Capdevila (Fra.); Memorias del Dr. Guillermo Stewart
(escocés) de su nieta Yolanda Stewart Sellitti; etcétera. Todas estas obras han
entrado en la historia por méritos propios como fuentes confiables, y como tal
indispensables para conocer la verdad sobre la guerra de la Triple Alianza
(GTA), nos han servido de guía, porque consideramos que hay que dar más crédito
a los que no toman partidos y a los que hicieron la guerra al de los que no
estuvieron allí, y menos a quien no es historiador sino poeta que escribe por
paga como lo fue Juan E. O'Leary.
La guerra provocado por López causó que el corazón
de los paraguayos sufriera por la patria, por la destrucción de la población, por
los más de dos mil distinguidos paraguayos inocentes fusilados; y otros
forzados a ir al exilio, para evitar la cárcel o la muerte. Añadir a todos estos la
pérdida del 60 % de los habitantes, las decenas de miles de mujeres que
llegaron a la ancianidad sin conocer lo que es formar pareja con un varón ni el
divino amor maternal, y las más de dos (2.000) mil mujeres que López mantenía en
los campos de concentración con sus hijos menores de diez años, que en estos
días el afamado historiador José Luis Martínez Pélaez se halla publicando por
Facebook para conocimiento de la gente curiosa de conocer la verdad sobre la
hecatombe del 70.
Dios nos dice «nadie cargará con la carga ajena»,
pero es difícil concebir que hombres normales, como suponemos era López,
hubiera conseguido destruir tantas vidas humanas de un solo golpe, como si
fueran ganados al matadero, y aun así tiene quienes lo veneran. Es posible que recibamos
la excusa de sus veneradores, y le perdonemos que haya asesinado a tantos
paraguayos valiosos, pero ¿cómo podemos excusarle por mantener en los campos de
concentración a miles de mujeres con sus pequeños hijos solo por ser familiar
de los fusilados. Bajo circunstancias tan penosas y desgarradoras de sus
víctimas inocentes como niños, mujeres y varones ancianos, obligarles con otras
formas de sufrimiento, además del dolor que ya habían soportado con la muerte de
aquellos que eran el sustento de sus hogares? Aunque pudiésemos dejar pasar
todo esto, ¿cómo es posible que podamos perdonarle que haya confiscado las
propiedades como vacuno, caballo, carretas, etc., además de dinero con el
pretexto de contribución a la defensa de la patria si estábamos embotellado
dentro de nuestro territorio sin poder vender ni comprar nada? Podemos agregar
que todas estas personas, después de haberlas privados el mariscal López con violencia de
sus maridos, hijos, hermanos, se puede percibir que otra intención de Solano
López era mandar asesinar a su madre, hermanos, sobrinas (3 hijas de Benigno) y
cuñados para así quedar él, "madame" Lynch y sus hijos como únicos herederos de
la cuantiosa fortuna de sus familiares.
Intentemos suponer que cerramos los ojos ante todo
esto oprobio igual que los lopistas y consideremos también que puede tener
alguna excusa por su parte. Pero, ¿podemos perdonarle algún día como católico,
que haya profanado la iglesia católica del Paraguay, no solo por insultar y
menoscabar a los sacerdotes sino porque mandó fusilar a un obispo y 23 curas
párrocos. Esto es un breve repaso de sus hechos y dejamos que el pueblo
paraguayo, la humanidad en general, el Vaticano y los católicos paraguayos en
particular emitan su veredicto sobre el denominado “héroe nacional y sin
parangón”. Pero estamos decidido a no dejar que se manipule la historia de la guerra
de la GTA y sea juguete en manos de fanáticos nacionalistas.
Ningún estadista que tenga una mínima conciencia de
sus responsabilidades puede permitir ni por un momento que continúe ese
dispendio trágico y aterrador de sangre y bienes de aquella guerra, a menos que
esté seguro, más allá de cualquier duda, de que los objetivos de este
sacrificio vital es la de salvar la independencia e integridad territorial del
Paraguay. Pero López, devorado por la ambición y abusando de la dócil
obediencia del pueblo, empezó a invadir territorios de la Argentina y Brasil
cargando sobre nuestro pueblo un peso tremendo imposible de sostener. ¿Cómo
puede reaccionar un pueblo postrado
e indefenso ante el nefasto poder de un dictador, que hasta el momento de
empezar a invadir territorios ajenos y durante toda la guerra no ha conocido
freno ni piedad?
Nunca ha existido en la historia una guerra más
fácil de evitar con acciones a tiempo que las que acabó de desolar el Paraguay.
Pensamos que se podría haber evitado sin disparar un solo tiro, y el Paraguay
podría haber sido poderoso, próspero y honorable en el día de hoy. Pero el
dócil pueblo paraguayo sometido al terror desde 1813 hasta 01-03-1870, fue
incapaz de reaccionar y mansamente dejó ser arrastrado por el espantoso huracán.
Y con toda seguridad, apreciados compatriotas, les confesamos que, con toda
seguridad, no podemos dejar que vuelva a ocurrir. O sea, que otro Solano López avance hacia el poder con botas de siete leguas y vestido con piel
de ovejas. Los sucesos de la GTA podemos impedir que se repita con la
consolidación de las instituciones del Estado y que solo el pueblo o sus
representantes pueden autorizar para hacer la guerra. Sólo bajo estas
condiciones restrictivas un jefe de Estado podrá disponer de los ciudadanos
para un servicio tan peligroso. La GTA ha dejado a su paso un Paraguay
destruido. Nuestras ciudades, pueblos y campiñas en ruinas y la economía hecha
añicos. Si queremos paz, nunca más buscar la tierra o el tesoro de nadie, pero
tampoco permitir que se establezca un control arbitrario sobre el pensamiento
de los paraguayos tal como pretenden el comunismo y la dictadura apoyada
siempre por los nacionalistas extremos, agazapados como veneradores del mariscal
López, pero pronto para dar el zarpazo.
F I N
¿DÓNDE ADQUIRIR?

SEMANA DEL NATALIO
DEL MCAL. LÓPEZ, ARTÍCULO III.
Después de tantas derrotas, después de las intolerables muertes inútiles,
el pueblo paraguayo aún no había adquirido la virtud de la rebelión como para
oponerse a un general en jefe derrotado -que siga disponiendo a su antojo de la
vida y bienes de los ciudadanos- como para ofrecerle uno de los dilemas: la maleta o el ataúd, o, un taburete con
una soga; a no ser que él mismo decida hacer por primera vez algo bueno por su
patria: tomar su colt y pegarse un tiro.
El pueblo paraguayo por el conflicto sanguinario,
perturbado por el terrorismo implantado por Solano López y amenazado
constantemente por el fusilamiento, no contaba con la fuerza necesaria para un
levantamiento contra su verdugo. Finalmente, en medio de la ruina nacional,
todo lo que el presidente Carlos A. López construyó, por causa de la guerra que
Solano López desató voluntariamente en el Río de la Plata y sin que haya motivo
para tan terrible determinación, todo quedó destruido.
Con las invasiones de los territorios de Brasil y Argentina, Solano
López arrojó al Paraguay hacia el abismo. Luego de la destrucción de su flota
de guerra en la batalla fluvial de Riachuelo, la desastrosas campañas de
Uruguayana y Corrientes, y la aniquilación del resto de nuestro primer gran ejército
en Tujutî, vino otro gran desastre en la campaña de Villeta: la destrucción de
nuestro improvisado segundo ejército, ya compuesto por niños, ancianos y
convalecientes de cerca de 14.000 soldados pobremente instruidos, malamente
alimentados y con malos fusiles y cañones anticuados, fue destruido sucesivamente
en las batallas de Ytororó, Avay, Pikysyrý y Lomas Valentinas más la
capitulación de Angostura. Todas estas batallas O´Leary y sus seguidores cantan
como victoria y celebran como gloria nacional, a pesar del adagio que dice:
«Conquistar gloria sin provecho para la nación es inútil sacrificio». López
podría haber tomado la decisión de capitular –que no es rendición sino negociación-
en lugar de tropezar y tambalearse sin descanso hasta Cerro Corá.
Como cierre de nuestras observaciones sobre el siniestro quinquenio de
1864-1870, y deseoso de proporcionar conocimiento seguro a nuestros
compatriotas, hemos publicados el libro «La conducción del ejército paraguayo
por el mariscal López” del cual nos servimos para insertar en Facebook y compartir
con los amigos nuestras opiniones sobre el mariscal López, que hoy debería
haber cumplido 193 años.
Al poner fin a nuestras consideraciones y como ningún especialista
-hasta ahora- ha intentado ofrecer al pueblo paraguayo algunos rasgos que
podrían haber caracterizado al considerado “máximo héroe”, pensamos oportuno
decir al respecto lo siguiente:
Como numerosos
generales -en idéntica situación a la del mariscal López-, podríamos suponer
que él también adquirió lo que se conoce como sicopatía, causadas por el estrés
de las frustraciones. Con tantos reveses como los que el mariscal López sufrió,
cualquier general se volvería sicópata. Podría ser también un narcisista,
porque el narcisismo es una cualidad de algunas personas. Los narcisistas se
ven en sí mismo como más inteligentes, más poderosos y más valiosos que
cualquier varón o mujer. Por ejemplo, juzgados por los hechos, el mariscal
López estaba convencido que su vida valía más que todos los paraguayos juntos.
Algunos historiadores o que se hacen pasar por tales,
creen que su deber como paraguayo es defender al mariscal López -tarea de
abogado pero no de historiador-, así como exculparle de sus garrafales errores
político y militar y de sus innecesarias crueldades, incluso contra su propia
familia, evidente indicio de un trastorno psicopático; porque sólo los
psicópatas mandan matar a sus familiares y compatriotas sin sentir
remordimiento de sus malas acciones.
López nunca demostró ser culpable por los numerosos
fusilamientos que ordenó o por el sufrimiento y el dolor que infligió al pueblo
paraguayo, o por cualquiera de los abusos cometidos contra sus compatriotas. La
desazón y el sentimentalismo por las
muertes masivas de sus tropas en cada batalla, no están en su bagaje cultural.
No puede caber duda que López se aburría con facilidad, porque demostró con sus
acciones que tenía una necesidad irrefrenable de sobredosis de adrenalina, por
lo que siempre buscaba situaciones para obtenerla, y si no encontraba él mismo
las maquinaba porque la excitación y la emoción le eran imprescindibles. Tal
vez por estos, él mismo tramaba conspiración contra su persona y ordenaba el
fusilamiento de sus familiares y compatriotas ilustres durante toda la guerra.
Ya hemos visto que los psicópatas tienen una necesidad obsesiva por ejercer
poder y control sobre otros. O sea, son unos obsesos del control, y López
podemos decir, sufría de neurosis obsesiva. Esto justifica la creación, bajo el
mando del general Resquín, de un batallón de espías, no para obtener
información del enemigo, sino para acechar a todos los paraguayos sean
combatiente o civil. Igual a numerosos combatientes, a Solano López podemos
suponer, como mínimo, que sufría de sicosis temporal o próximo a adquirir
sicopatía causadas por las derrotas que los llevó al estrés. Con tantas palizas
que recibió de sus enemigos a quienes él desafió a la lucha, cualquiera se
volvería sicópata, y ¿por qué no él? Lo que quiero
significar, que todos los planes de ataque del mariscal López, ninguno tuvo
éxito, porque todos fueron obras de chapucero.
Suele tener una extravagante percepción sobre la
conducción de su guerra y sobre el enemigo, pensando que él sabía todo acerca
de todo y que el mundo gira en torno a él. Nunca consultó con nadie sus planes
de campañas ofensiva ni defensiva. Sin embargo, en son de ejemplo, Alejandro
Magno incluso reunía a los oficiales subalternos para que critique su plan de
operación. En la guerra del Chaco, por meses estaban posicionados ambos
contendientes en Gondra. El sargento Duré (si mi memoria no me falla) propuso a
su jefe cavar un túnel para salir a retaguardia de la línea enemiga. Su jefe le
preguntó si cree posible hacer. El sargento respondió, “si el tatú (armadillo)
hace, ¿por qué nosotros no podemos hacer?” El jefe llevó la idea al coronel
Rafael Franco que de inmediato la aprobó. Una vez terminado el túnel de Gondra,
Estigarribia dio la orden de empezar la operación. Así comenzó la fulgurante
victoria de Campo Vía.
Finalmente, lo que quiero señalar es que todos los planes de ataque del
mariscal López, ninguno tuvo éxito, porque todos fueron hechos por chapucero.
F I N
MES DEL NATALIO DEL MCAL. LÓPEZ, ARTÍCULO FINAL.
LA POSGUERRA. Como sabemos, tras la desastrosa
campaña de Villeta donde fue destruido el segundo improvisado ejército
paraguayo en las batallas de Ytororõ,
Avay, Pikysyrý, Lomas Valentinas y la fortaleza de Angostura, ubicada en la
desembocadura del Pikysyrý al Paraguay (este se rindió), el ejército aliado
ocupó la ciudad de Asunción, capital de la República. El mariscal López fue a
instalar su puesto de comando en Azcurra, ocho kilómetros al norte del pueblo
de Pirajú y diez de Caacupé. En este lugar, López permaneció hasta la batalla
de Pirivevýi, extremo izquierdo de su endeble línea de defensa. Durante su
permanencia en Azcurra, se dedicó a formar un tercer ejército, para ello reclutó
todos los niños de la zona desde la edad de 11 años. Como todos saben, el 12 de
agosto de 1869 el ejército aliado tomó Pirivevýi y ante la dramática situación,
el mariscal López empezó su patética retirada, siguiendo la dirección de
Karaguatay-San Estanislao-Kuruguaty-Panadero-Cerro Corá.
Mientras López se hallaba en Azcurra, en mayo de 1869
-previa autorización del alto mando de los aliados, fue electo un Gobierno
Provisorio, cuyo trabajo más urgente era enfrentarse a los grandes problemas
sociales; pues estaba convencido de que un Estado sano sólo se puede
desarrollar cuando cada individuo tiene asegurado un máximo de oportunidad
económica para ganarse la vida. Consecuentemente, aprobaron la Constitución de
1870, considerada hasta hoy, si no la mejor, por lo menos una de las mejores.
Por supuesto, hasta 1876 aún no disponíamos de una libertad completa, porque
existían restricciones considerables por la ocupación de la fuerza aliada. Sin
embargo, se aceleró el desarrollo político de nuestro país que por primera vez
desde 1813 conoce otro tipo de Gobierno que no sea la dictadura. Incluso las almas de los pocos hombres
sobrevivientes habían sufrido tales heridas que parecía dudoso que pudiera ser
posible su recuperación a corto plazo.
Durante y después del siniestro quinquenio, solo
paso a paso se ha delegado las funciones de los Poderes Ejecutivo y Judicial en
un Gobierno provisorio electo por el pueblo en mayo de 1869, pero con un poder
limitado para tomar decisiones. Es justo reconocer que durante los años
difíciles de la posguerra, el 40 % de los sobrevivientes de la población
paraguaya, fue salvado de morir de hambre por la ayuda de la fuerza aliada que
proporcionó los alimentos que en aquellos momentos no se podían comprar con los
ingresos de las exportaciones de Paraguay. Fue esta ayuda la que hizo posible
el inicio de la reconstrucción.
Aunque moleste a los nacionalistas extremos, no es
malo reconocer que las tropas aliadas se constituyeron en consumidores de manos
de obra e importante mercado de consumo de producto nacional hasta 1876.
Durante este espacio de tiempo, el puerto de Asunción se hallaba abarrotado de
barcos provenientes de Río de Janeiro, Porto Alegre, Montevideo y Buenos Aires,
trayendo y llevando mercancías. Para resolver los ingentes problemas el
Gobierno provisorio hizo todo lo que estaba a su alcance para reducirlos. ¿Qué
hubiera pasado si las tropas aliadas se retiraban tras la muerte del mariscal
López?
ENSEÑANZA: Con discursos desafiantes de Solano
López -como era el estilo de Hitler-, no se gana batalla ni la guerra, no eran
sino para engañar al pueblo y justificar la creación de un ejército sin par en
América del Sur, con el pretexto de que, la independencia del Paraguay estaba
amenazada por Brasil y la Argentina. También podría ser una táctica política
para encubrir su intención de librar una guerra. Sacó un decreto en el cual
ordenaba, sin consultar al pueblo o a sus representantes, para que todos los
varones del país sin excepción -sean solteros o casados-, desde los 16 a 60
años de edad, se presenten en los campamentos para recibir instrucción militar.
Hagamos una analogía: Un granjero trabaja su
tierra, siembra maíz, poroto, soja, planta árboles frutales, hortalizas y cría
animales domésticos. Él como propietario puede disponer libremente de sus
productos. O sea, puede cosechar los que ha sembrados y matar sus animales para
consumo propio y vender. IGUAL AL GRANJERO, EL MARISCAL LÓPEZ MANDÓ A SUS
COMPATRIOTAS A LA GUERRA COMO SI FUESEN PRODUCTOS SUYOS.
Desgraciadamente, Solano López ignoraba que invadir
territorio de un país vecino constituye siempre un gran riesgo. Si creyó que su
destino era la responsabilidad por un Paraguay influyente en la región, su
deber fundamental era agotar todos los medios a su disposición para ahorrar a
su pueblo los horrores de una guerra destructiva cuyo fin nadie puede prever. Si
Solano López reflexionaba rectamente, se hubiera convencido que lo más
patriótico era emular a su padre. Porque
cualquier vida perdida en la guerra es una vida humana, sin importar su
nacionalidad. Una mujer que queda viuda, los niños inocentes privados de los
cuidados y atenciones de sus padres son grandes problemas que hay que evitar en
todo lo posible. Al terminar la guerra con la muerte del mariscal López, no
quedó ni una sola familia que no haya quedado desintegrada.
La aspiración genuina de todo jefe de Estado
responsable son obrar a conciencia y patriotismo, y ofrece a su pueblo
seguridad, justicia y paz, para que la familia tenga la garantía para ver
nacer, crecer y desarrollar a sus hijos. Pero, ¿Qué es la paz? Significa que
Paraguay vive en la región con sus vecinos en armonía y seguridad. Significa
que Paraguay viva dentro de sus fronteras, segura contra cualquier agresión, aceptando
y respetando el derecho de gentes. Practicando la tolerancia y respeto a los
derechos de otros.
FIN
JUICIO POLÍTICO. ¿CAMBIAR UN GOBIERNO Y MEJORAR?
Romper la
continuidad de un Gobierno electo democráticamente, querer comenzar de nuevo
con nuevas autoridades que el pueblo no las eligió para tal cargo,
necesariamente hay que empezar de nuevo: con nuevos planes y proyectos. Cambiar
al actual Gobierno significa retrasar nuestro desarrollo -justo cuando el
actual está mejor preparado para aprovechar las experiencias adquiridas en bien
del país-, no es razonable ni patriótico.
Marito está
administrando bien nuestro Estado, pero con las experiencias que ya ha sabido
acumular secundará un mejor Paraguay. La historia tiene demostrada que en el
campo económico, la continuidad favorece el desarrollo y la prosperidad.
Necesitamos dar continuidad al Gobierno electo por el pueblo; esto no
significa, precisamente, que el actual jefe de Estado debe ser reelecto, sino
favorecer que cumpla su periodo de Gobierno y ejecute sus proyectos. También
equivale que su reemplazante debe necesitar estar consustanciado con la política
de su antecesor y con su proyecto a mediano y largo plazo.
Hay abundante
ejemplo en la historia, que cambiar un Gobierno electo constitucionalmente y
mejorar, es pura utopía. Porque es perjudicial, y tenemos un ejemplo cercano con
la destitución por el Congreso –que ahora quiere hacer lo mismo con Marito-, del
presidente constitucional Fernando Lugo Méndez; ¿alguien hizo el cálculo de
cuánto costó a la nación? Porque los proyectos que se está ejecutando y a
ejecutar paran y hay que empezar de nuevo.
Alfredo Palacios, considerado
el más grande parlamentario argentino del S. XX, comentó sobre el JUICIO
POLÍTICO, -cambiando los que se deben cambiar-, de este modo:
«Es muy delicado
porque es una intervención de un Poder en otro Poder. Por ello se debe llevar a
cabo con responsabilidad, idoneidad, transparencia y sobre todo con justicia.
Los parlamentarios tienen que despojarse de sus intereses partidarios. El
Juicio Político es un arma terrible que el Congreso tiene. Mal desempeño de la
función es ambiguo, amplio y no se puede probar. Hacer política significa
trabajar por el bien común y no priorizar los intereses particulares o
familiares o sectoriales. No significa interpretar maliciosamente la Constitución.
No es un acto que se lleva contra una persona, sino se busca proteger con ello
los intereses públicos. No se debe aprovechar la situación para realizar un
golpe institucional. El pueblo tiene derecho a saber qué piensan sus
autoridades y líderes políticos. Para ello tienen que opinar, hablar».
El Juicio Político
que los partidos de oposición y el movimiento “Honor Colorado”, han intentado
destituir al presidente y vicepresidente de la República, mediante una mayoría
circunstancial, creando un alboroto innecesario, puesto que el presidente Mario
Abdo Benítez reconoció el error y rápidamente reparó el daño.
FINALMENTE, ha
llegado el momento de que los paraguayos dejemos u olvidemos nuestra vieja
costumbre de abandonar, frecuentemente, a nuestros aliados y amigos más fuertes
y ponernos del lado de los más débiles. Un ejemplo: Durante el Gobierno
del Dr. Federico Franco, cuando en las Naciones Unidas se llevó a cabo la
elección para un cargo importante, el Paraguay votó en contra del candidato
brasilero, y a favor del candidato de un país muy alejado del nuestro. La República Federativa del Brasil es nuestro aliado,
por consiguiente, debemos tener cuidado de no ofender. Usemos la diplomacia
para resolver los inevitables conflictos con los vecinos, y no con bravuconería.
(Luque-Paraguay, 03-08-2018)
FIN
BATALLA DE PIRIVEVÝI, Resumen extraída de la obra del
suscrito «LA CONDUCCIÓN DEL EJÉRCITO PARAGUAYO EN LA GUERRA DE LA TRIPLE
ALIANZA».
El 12 de agosto de 1869, al quebrar el alba, el conde
d’Eu remite un ultimátum al jefe
paraguayo, para que retire del reducto a las mujeres, enfermos y los numerosos
niños menores de 10 años de edad que allí se encontraban, para no poner en riesgo
sus vidas. El teniente coronel Pedro Pablo Caballero, menospreciando la
amenaza, en vana jactancia replica en estos términos: «decid a vuestro jefe que
las mujeres y niños están aquí seguros y que él mandará en territorio paraguayo cuando no haya un paraguayo que lo
defienda».
El mariscal López le había dado la orden: «Cada
hora que usted resiste será de enorme ayuda para rechazar el ataque del enemigo
y luego destruirlo. Su retirada de Pirivevýi no se llevará a cabo en ningún
caso: ¡esto no es un pedido sino una orden! En cualquier caso es preferible
incendiar el pueblo antes que entregar».
La verdad es que Caballero no sabía si romper el cerco
en un punto y escapar con sus tropas y la gente que se encontraba allí, o bien
esperar el golpe con resignación. Él cumplía la orden dócilmente, sin
preguntarse si su lucha, su muerte y el sacrificio de sus tropas y de las
innumerables mujeres y niños que se hallaban a su cuidado pueden ser de alguna
utilidad para la nación o para el logro de algún objetivo táctico. Es más, sus
medios no guardaban proporción con la importancia del sector a defender: el
flanco izquierdo del ejército y la Capital Provisoria de la República.
En otra ocasión podíamos considerar hasta honrosa la
briosa réplica de Caballero, pero considerando la situación del frente
defensivo paraguayo que se hallaba sobre extendida peligrosamente, con extensos
claros de una unidad a otra; por consecuencia, era muy difícil con apenas
12.000 hombres y deficiente apoyo de artillería tratar de impedir la
penetración del enemigo en algún punto de los más de 30 Km., del frente
defensivo. Por tanto, a esta altura de las circunstancias el resultado de la
defensa podía saberse por anticipado: otro vano sacrificio del soldado
paraguayo. Entonces, podemos juzgar la actitud de Caballero como más
jactanciosa que valiente.
Cuando el conde d´Eu recibió la respuesta de Caballero
ordena el comienzo del ataque. El ejército aliado ataca por cuatro direcciones
y por sendos caminos que llegan a Pirivevýi:
1) Por el norte: dos
brigadas de infantería, la 3ª división de caballería de Vasco Alves y la
brigada de infantería argentina del coronel L. Campos; todo bajo la directa
conducción del conde d’Eu (ojo con esto: el conde estaba al norte del pueblo y
Caballero se rindió al general Victorino, que estaba al sur).
2) Por el NE:
camino a B. Grande: la 1ª división de infantería de Oliveira Bueno;
3) Por el SE:
camino a Valenzuela: el II cuerpo de ejército de Victorino Monteiro (ojo con
esto: Caballero se entregó a este general). Señalamos este hecho, porque el
conde d’Eu se hallaba alejado del lugar donde fue ejecutado Caballero);
4) Por el oeste, camino a Caacupé: ataque principal, el I cuerpo de ejército, en tres
columnas, bajo la conducción del general Manoel Luis Osorio: la 1ª columna, el
cuerpo de ejército (-); la 2ª, el destacamento de João Manoel Mena Barreto; y
la 3ª columna, la 2ª división de caballería de Corrêa da Câmara.
Tomaron parte en el ataque 20.540
hombres, de los cuales 19.000 brasileros, 900 argentinos y 500 uruguayos,
apoyados por 50 cañones. Al despuntar el alba, la artillería aliada, como
preparación del ataque, empieza a lanzar una catarata de proyectiles explosivos
sobre la ciudadela que cesa dos horas y media después, dando paso a la
infantería. La artillería aliada arrojó más de 1.500 proyectiles y 200 cohetes
incendiarios dentro del reducto. Las artillerías de ambos contendientes se
enzarzan en un encarnizado duelo de David contra Goliat. En realidad, la
situación era sumamente peligrosa para los paraguayos, pues se encontraban
cogidos en medio de un estrecho cerco capaz de acogotarlos en un par de horas.
Los horrísonos estruendos que hacían al explotar las bombas arrojadas por la
artillería aliada y las miles de esquirlas causaban desorden, incendios, clamor
de los heridos y muertes por doquier. Las tropas del primer cuerpo, bajo la
conducción de Osorio, Mena Barreto y Corrêa da Câmara avanzan bajo una lluvia
de proyectiles de los defensores. En el segundo asalto, los aliados logran
forzar el sector oeste de la línea principal de resistencia del recinto y
empieza un fiero combate a la bayoneta en la entrada de la calle principal,
donde el general Mena Barreto es herido mortalmente[1].
La tenaz defensa de los paraguayos cede ante la abrumadora superioridad de los
atacantes.
Varios de los centenares cohetes
incendiarios lanzados por los brasileros caen encima del barracón -construido
de paja y tabla de cocotero- donde guardan reposo los enfermos y heridos,
provocando incendios que abrazan el rudimentario cobertizo, que por causa del
frío solo contaba con una pequeña abertura de entrada y salida. Atizado por el
frío viento del este, el siniestro se propaga por el barrancón hasta los
cimientos, cuyas llamas furiosas se alzan hacia el cerúleo cielo. Las llamas
embravecidas por el viento corren con rapidez por todo el galpón, devorándolo
todo. Desesperados los enfermos que se hallaban dentro, intentan escapar de
aquel terrible incendio que se propaga y causa estragos. Algunos logran
salvarse con quemaduras de diversos grados. En treinta siglos de historia
militar no se registra ni un ejemplo que niños, mujeres, enfermos y heridos
hayan sido ubicados en el área avanzada de defensa, sino siempre en la
retaguardia, en un lugar donde pueden estar fuera de todo riesgo; porque hacer
lo contrario como en este caso es una crueldad alevosa y siniestra.
La unidad que era de Mena Barreto rompe
la línea de defensa y penetra raudamente hacia el corazón del reducto.
Caballero, forzado por la situación, se rindió e inmediatamente fue ejecutado
por orden del general Victorino para vengar la muerte de Mena Barreto.
Historiadores paraguayos atribuyen al conde d’Eu la indecorosa acción, sin
embargo este se encontraba al otro extremo de la ciudadela cuando sucedió el
asesinato y solo se enteró de la dolorosa noticia cuando todo estaba terminado.
Terminada la encarnizada y desigual
lucha, un silencio aterrador horrorizaba el corazón de los sobrevivientes.
Imposible describir la mortandad y los horrores de la batalla y ajustar las
penas a tantos desastres; por todas partes se veían cuerpos inertes: en las
calles, delante de las casas y en el atrio de la iglesia. Por todas partes
lamentos y pavor de los heridos, varios de ellos con la pierna o brazo cortado
a cercén imploraban auxilio, por todo lado la muerte bajo innumerables formas y
cadáveres hacinados; el pueblo quedó reducido a escombros.
En toda guerra, durante el combate la
lucha es sin cuartel, no hay piedad para nadie ni espacio para el
sentimentalismo. El dilema es: o se mata o se muere. Es inútil esperar en tal
trance extremo, misericordia a quienes luchan por la supervivencia. La ferocidad
de la lucha ya no es tanto ni por la patria ni por la gloria en ese momento
difícil por el que atraviesa un soldado, sino a lo más para salvar la vida. La
guerra es así, matar al enemigo, asolar pueblos, violar mujeres y saquear
ocurren en cualquier guerra hasta ahora. Por ello, sea como fuere, estimamos
como exagerados e inexactos que las tropas aliadas sean consideradas como una
especie de bestia cruel, sanguinario e inhumano; y que las tropas paraguayas
que ocuparon Mato Grosso, Río Grande del Sur y Corrientes, eran, según la
teoría idílica de algunos historiadores paraguayos: correctos, disciplinados y
respetuosos de los derechos humanos de los habitantes de los pueblos
conquistados.
El conde d’Eu cuenta lo siguiente:
«encontramos varios depósito existente aquí, en Pirivevýi: mucho dinero, de
papel moneda, objetos de plata, objetos de vestuarios, de utensilios que cortan
y que sierran; había un archivo colosal que contenía todos los documentos más
importantes del Gobierno de López. Había también depósito de azúcar, de harina,
de mate y por fin, lo que me pareció fabuloso, un inmenso depósito con los
vinos más finos de todos los países de Europa, lo que fue reconocido,
inmediatamente, como bodega de Lynch. Ese depósito fue descubierto por
Tiburcio, que se atribuyó el derecho de cometer algunas generosidades. Se dignó
enviarme tres botellas de champán, que tomamos en la cena. Y era, realmente,
champán de primera calidad, como no se encuentra, creo yo, ¡en ningún lugar de
América del Sur! Lo mismo se aplica a todos los otros vinos, …»[2]
Las bajas. De los 1.600 con que
contaba la guarnición antes del inicio de la batalla, murieron 1.100 y 500
quedaron prisioneros, la mayoría herido. Los aliados sufrieron pocas bajas. Las
tropas argentinas sufrieron 21 muertos y 97 heridos. Tasso Fragoso escribió en
su monumental obra: «Los defensores de Pirivevýi
se batieron con su habitual coraje y echando mano a cualquier cosa para
rechazar el ataque». Y el teniente Evangelista de Castro Dionisio Cerqueira
(llegó a ser general y ministro de Relaciones Exteriores) publicó una obra en
la posguerra en la que sentenció: «los paraguayos se defendían bravamente, pero
sus armamentos no les ayudaban».
La determinación de Solano López de instalar la
Capital de la República en uno de los extremos de su línea de defensa, además
de absurda era perversa. Pirivevýi no
solo era un reducto vulnerable, sino también se encontraba aislada y fácilmente
podía ser cercado. A más de esto, el mariscal violó un principio fundamental de
defensa: el “apoyo mutuo” que debe haber entre las unidades
vecinas. La unidad que ocupa el extremo de una posición defensiva como Pirivevýi, debe siempre estar apoyada en
obstáculo y cubierto el otro flanco por otra unidad. Por lo tanto, la caída de Pirivevýi era previsible. No se necesita
ser muy listo para intuir como elemental medida previsora, la necesidad de
trasladar la capital provisoria a Caacupé
o Atyrá, una localidad ubicada a diez kilómetros a retaguardia del área de
defensa avanzada de López. Allí podrían haber estado mejor resguardado no
solamente las alhajas y los objetos de oro de la iglesia, el archivo nacional y
el depósito de alimentos y los exquisitos vinos, champán y otros licores de la
pareja López-Lynch. Con razón Mc Mahon se quedó siete meses más después de
haber sido destituido de su cargo. También
la casi un millar de mujeres con sus numerosas criaturas y los centenares
heridos y enfermos. Como un mandato moral y por respeto a los derechos humanos,
a toda esa gente se debió mantener fuera del alcance del enemigo y no exponerla
a un riesgo innecesario o usarla como escudo defensivo o con propósito de
entretener al enemigo mientras el mariscal López empezaba una nueva huida.
A
excepción de la bodega abundantemente surtida de finas bebidas de los
López-Lynch, todos los objetos de mucho valor que fueron recogidos por el
comando aliado y entregados -bajo inventario- al Gobierno provisorio con el
propósito de que sean vendidos y los importes obtenidos sean utilizados para
socorrer a las decenas de miles de familias indigentes que pululaban por todo
el territorio nacional.
FIN
[1]
João Manuel Mena Barreto (1824-1869). Defendió el Imperio en la Revolución
Farroupilha (1835-1845), en la guerra contra Rosas y en la guerra del Paraguay.
Falleció al recibir un tiro de fusil cuando lideraba la 3ª división de
infantería. “Diario de Campaña del conde d’Eu”, Pág. 197, Nota N° 49.
Intercontinental Editora, Asunción, Paraguay. Febrero de 2019.
[2]
“Diario de Campaña del Conde d’Eu”, Pág. 142. Intercontinental Editora,
Asunción, Paraguay, febrero del 2019.
CONSIDERACIONES SOBRE LA BATALLA DE ACOSTA ÑU.
Resumen
extraída de la obra del suscrito «LA CONDUCCIÓN DEL EJÉRCITO PARAGUAYO EN LA
GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA», editado por Intercontinental Editora:
Caballero270, Teléf. 496 991.
Las bajas paraguayas.
Muertos 2.000, prisioneros 2.500. Entre los muertos se hallaban los coroneles
Victorino Bernal y Bernardo Franco, y entre los prisioneros los coroneles
Florentín Oviedo y José María Hermosa, el mayor Julián N. Godoy, Emilio Aceval[1].
También quedó prisionero el legendario héroe, mayor de infantería Eduardo Vera
-el que fuera abanderado del ‘Batallón 40’ en Tujutî y ayudante de Díaz en Curupayty-,
más 16 capitanes y tenientes. Todos los prisioneros fueron llevados a Asunción
y puestos a disposición del Gobierno Provisorio. A más de estos, se perdieron
23 cañones, 4.000 fusiles con abundantes municiones, 42 carretas con bueyes
cargadas de víveres y pertrechos. Con la pérdida de los víveres que había
costado meses producir y juntar en La Cordillera, empezó la escasez de
alimentos y recrudeció el hambre en el ejército paraguayo.
Las pérdidas aliadas. I cuerpo de ejército, 47 muertos, de
los cuales cinco oficiales y 249 heridos. II cuerpo, 15 muertos y 90 heridos.
Total fuera de combate: 401 hombres.
Misión de caballero. «Retener
el avance enemigo el máximo de tiempo sin reparar en sacrificios, todo con la
finalidad de que el jefe de Estado y mariscal del ejército paraguayo pueda
cruzar el río Manduvirã sin trastorno». De este modo, el considerado héroe máximo
de la nación paraguaya, pueda proseguir su huida en la dirección
Curuguaty-Punta Porã-Corumbá-Bolivia-París, Francia.
Concepto de operación
del conde d’Eu:
1) I cuerpo de
ejército (8.000 hombres) ocupa Caacupé y de allí marchar, siguiendo las huellas
del ejército paraguayo.
2) II cuerpo de
ejército (7.400 hombres), bajo el mando del general Victorino Monteiro, parte
de Pirivevýi, toma Barrero Grande y de allí marcha sobre Karaguatay, para dividir en dos el ejército paraguayo y destruirlos
por parte.
3) Todo con la finalidad de capturar al mariscal López y
poner fin a la guerra.
El hambre, la ardua
marcha, el frío agosteño y el miedo les sacudían a los niños que les dejaron
exhaustos. Escapar era lo único en que podían pensar, ¿pero adonde? La
utilización de niños como combatientes en una guerra es lo más perverso que
puede haber, y nunca se puede explicar y menos justificar la infame orden de
que deben combatir contra un ejército que incontenible avanzaba en pos del
mariscal López. Centenares de niños paraguayos ya fueron sacrificados en Avay y
en Pirivevýi. Nunca falta algún
historiador que toma como gloria nacional la inútil muerte masiva de niños que
es una ofensa al género humano. Cada 16 de agosto hay que recordar el hecho, no
como gloria de la nación, sino para reiterar la promesa que jamás volverá a
repetirse de que un loco paranoico disponga a su antojo de la vida de los
niños; porque desde cualquier punto de vista fue un acto demencial. Mandar a la
muerte a tantos niños no es valentía, sino crimen de lesa humanidad.
Definitivamente, esto no es modo de defender la Patria ni el honor nacional,
porque justamente el futuro de la Patria son los niños y los hombres van a la
guerra para defender la nación; vale decir, defender los intereses vitales de
la nación, los bienes de las familias, proteger a los niños y no mandarlos
matar como ya sucedió en las batallas de Avay y Pirivevýi; resguardar a las
mujeres y no ponerlas en el camino de los soldados enemigo como ocurrió en Avay,
donde quedaron prisioneras más de 300 mujeres, en Pirivevýi más de 500, y en
Acosta Ñu cerca de 600. Si la fuerza militar no puede cumplir la misión, el
Gobierno tiene la alternativa de la negociación, porque sólo los dementes maniáticos
se disponen deliberadamente a la autodestrucción.
La división de
Caballero logra entretener al enemigo hasta el atardecer, ganando de este modo
una jornada completa para que el mariscal López pudiera atravesar el río Manduvirã y alcanzar San Estanislao,
distante 80 kilómetros de Karaguatay.
Cuando el último
resplandor de una puesta de sol se hundía hacía Asunción, todo estaba terminado
en Acosta Ñu. Este día fue uno de los
más aciagos, no solamente de toda la guerra, sino de la Historia del Paraguay y
de la Humanidad, por la muerte en vano de miles de niños. Nunca jamás se debe
aceptar la idea de que unos chiquillos sean incorporados a una unidad de
combate y menos todavía para ponerlos frente a un enemigo que avanzaba
incontenible. La terrible mortandad de niños en esta batalla y en las de Pirivevýi
y Avay fue muy perjudicial para el futuro de la nación paraguaya; y afirmamos
que no sirven de nada esos brutales sacrificios a que fueron arrojados, salvo
saber a gloria a los poetas populares y fanáticos que sostienen que esos
sacrificios se justifican porque habría que defender el honor nacional. González
Delvalle dice por boca de uno de sus personajes: «Supongamos que así sea. Nos
quedaremos con el honor, pero sin músculos para empujar el arado y hacer
florecer las espigas. Ahora mismo, la Patria ya no es sino un vasto cementerio,
con una inmensa cruz de sacrificio inútil. Y en el fondo, ¿qué es el honor? Un
concepto. Una idea. Y los conceptos y las ideas están expuestos a lamentables
equivocaciones»[2].
¿Quién no puede estar
transido de dolor por esta acción tan inhumana, tan inútil e innecesaria, y
enloquecida de furia contra quien ordenó
con toda premeditación el holocausto de tantos niños que en 30 siglos la
historia militar no tiene registrada algo semejante? Cada 16 de agosto, de modo
inaudito, los paraguayos exaltan pomposamente como un hecho heroico y glorioso esta
crueldad sin precedente, este escándalo, este hecho que debiera conmover a la
gente sensata, incluso arrancarle lágrimas por el infausto suceso; amén de
manifestar su repudio a gritos de que jamás el pueblo volverá a permitir que
ningún déspota disponga a su antojo, y como si fueran productos suyos, la vida
ni de adultos ni de adolescentes y menos de los niños. El día 16 de agosto es
declarado como “Día de los Niños”, que más bien fue día de la infancia muerta.
Más de dos mil niños murieron ese día y más de 30.000 niños menores de diez
años murieron de hambre durante la “maldita guerra”. Los que sobrevivieron se
ven, en su mayoría, afectados por enfermedades causadas por la carencia de
proteínas.
Las bajas eran
especialmente lamentables, considerando los casi ocho meses de tiempo de que
disponía Solano López en La Cordillera para planificar y ejecutar sin presión
alguna su retirada hacia el norte o noreste del país. El escritor español,
Emilio Romero, en su obra “La paz empieza nunca”, basada en la guerra civil española (1936-1939, cuenta
un horripilante suceso que muestra la paradójica actitud entre Solano López y
aquel padre de familia de un país cercano al Polo Norte. Un día, el mencionado
padre iba atravesando un desierto con su esposa y cinco hijos menores en un
trineo tirado por caballos: El malaventurado
viajero fue acometido por una manada de hambrientos lobos, que cada vez
aturdían más con sus aullidos y le estrechaban más de cerca, hasta abalanzarse
sobre los caballos que tiraban del trineo; en tan desesperada situación tuvo
una idea terrible: cogió a uno de sus hijos, el menor y lo arrojó en medio de
los lobos: Mientras estos animales, furiosos, excitados, se disputaban la
presa, él prosiguió velozmente su camino y pudo llegar a donde le dieron amparo
y refugio[3].
Esta decisión
extremadamente brutal del amantísimo padre de familia, que ante la amenaza de
ser destruida toda la familia, optó por el mal menor: sacrificar a uno para
salvar al resto. ¿Era necesario que todos los paraguayos murieran para
defender, no la Patria, sino a Solano López? ¿Tantos paraguayos inmolados
inútilmente aportan algo para la nación? Tal vez gloria, pero ¿qué gloria? ¡Por
Dios!, hay algo en esto que se sale de lo natural, si algún sociólogo o
psicoanalista puede explicarnos; porque los hombres van a la guerra para
defender la nación, y no la vida de un general en jefe derrotado. ¿No era
preferible, por si acaso, tirar a Solano López a los lobos antes que la nación
paraguaya sea arrojada a un incendio voraz y siniestro? Cuando Darío III (330
a. J.C.), emperador de Persia perdió dos sucesivas batallas (Issos y Arbelas)
ante Alejandro Magno, sus propios generales lo ejecutaron.
[1]
Emilio Aceval contaba 15 años de edad. Llegó a ser presidente constitucional de
la República por el período 1898-1902.
[2] González Delvalle, Obra cit. Pág. 83
[3] Emilio Romero, escritor español, en su obra La paz comienza nunca, atribuye el
referido suceso al escritor español Ángel Ganivet (1865-1898) – Editorial
Planeta, S.A, Barcelona (España), 1957.
EL ARTÍCULO “CONSIDERACIONES
SOBRE LA BATALLA DE ACOSTA ÑU”, DESPERTÓ DESMEDIDA FURIA DE UNOS FANÁTICOS,
CUYAS “OPINIONES” PUBLICO ABAJO.
·
David
Ricardo Recalde Paredes La verdad que ahora
puedo considerar que el Cnel. Delgado ya esta fuera de sus cabales y tiene un
odio sobre valorado hacia los Heroes de este Pais a quien sirvio y juro
defenderla hasta morir como lo hiciera el Mcal. Lopez a quien hoy trata de loco
y …
o
Milton Ferreira
Saggia David Ricardo Recalde
Paredes comparto totalmente de acuerdo con
la forma de pensar y escribir del Cnel Delgado. ...nuestro Jefe de Estudios en
el LMAÑ (1988-90)
·
Arnaldo Benitez
Mendez ESTA EQUIVOCADO VICENTE FERNÁNDEZ, ÉL
APARTE DE SER ZAPATU UN LADO, ES UN LEGIONARIO ACERRIMO, A TI PATRIOTA Y MAL
AGRADECIDO, ASÍ PAGA A LA PATRIA QUE LE FORMÓ PARA SER UN PROFESIONAL MILITAR,
LASTIMOSAMENTE CON MENTE DESCARRIADA, ENFERMISA Y TERCO
SE OLVIDA O NO QUIERE RECORDAR EL JURAMENTO DE NUESTRO HÉROE MÁXIMO DE LA NACIONAL IDA COMO A ÉL LE PICHA QUE SE DENOMINE AL MARISCAL FRANCISCO SOLANO LÓPEZ QUE JURÓ DEFENDER A SU PATRIA HASTA EL ÚLTIMO RINCÓN DEL NUESTRO QUERIDO Y BELLO PARAGUAY.
ESTE PERSONAJE NO NACIÓ PARA SER PARAGUAYO. EL PENSAR QUE ESTÁ HUYENDO PARA IR A BOLIVIA CRUZANDO TERRITORIO ENEMIGO YA NOS DAMOS CUENTA QUE NO ESTÁ BIEN DE LA CABEZA. VERGÜENZA, CUBRETE EL ROSTRO
SE OLVIDA O NO QUIERE RECORDAR EL JURAMENTO DE NUESTRO HÉROE MÁXIMO DE LA NACIONAL IDA COMO A ÉL LE PICHA QUE SE DENOMINE AL MARISCAL FRANCISCO SOLANO LÓPEZ QUE JURÓ DEFENDER A SU PATRIA HASTA EL ÚLTIMO RINCÓN DEL NUESTRO QUERIDO Y BELLO PARAGUAY.
ESTE PERSONAJE NO NACIÓ PARA SER PARAGUAYO. EL PENSAR QUE ESTÁ HUYENDO PARA IR A BOLIVIA CRUZANDO TERRITORIO ENEMIGO YA NOS DAMOS CUENTA QUE NO ESTÁ BIEN DE LA CABEZA. VERGÜENZA, CUBRETE EL ROSTRO
MI RESPUESTA A ESTOS SEÑORES.
Ustedes tienen derecho a aprobar o criticar o refutar como cualquier otro, mis “Consideraciones
sobre la batalla de Acosta Ñu”, publicado el 16-08-2019, con argumentos válidos.
Pero, al que no tienen derecho es agraviar al autor con insultos groseros
propio de gente con disfunción cultural. Esto demuestra que mi escrito ha sido
irrefutable, y es así porque está sustentado en la teoría militar. Y como
ustedes, señores general Mauricio Díaz Delmás y coronel Arnaldo Benítez Méndez,
me parece que están cortos en cuanto al conocimiento del arte de la guerra y la
historia militar; me he propuesto ayudarles con algunos conceptos necesarios
para entender o interpretar correctamente la historia de una guerra, en nuestro
caso la de la Guerra de 1864-1870. Estos conceptos básicos son muy fáciles de
entender el porqué de un hecho y darse cuenta del motivo de mis intenciones al
señalar los errores del mariscal López: para que en el futuro no se repita los
mismos errores. Estos conceptos son:
I. EL POTENCIAL DE GUERRA DE
LAS NACIONES:
Las consideraciones sobre el
potencial de guerra son indispensables para concluir si el Paraguay cuenta con
medios suficientes para mantener el poderío de la fuerza militar hasta el fin
de la guerra. Las informaciones del potencial de guerra del Brasil,
parangonando con el del Paraguay, revelan la escasa posibilidad que tenía
nuestro país como para ganar la guerra al Brasil; ni siquiera a la Argentina.
-Población. Paraguay 450.000 habitantes, Brasil
10.000.000 y Argentina 1.800.000.
-Comercio en libras
esterlinas (Exp., e Imp): Paraguay £ 560.400; Brasil y Argentina £ 36.300.000.
-Recaudación de
Impuesto: Paraguay £
315.000; Brasil y Argentina: £
7.000.000.
-Efectivo de los
ejércitos: Paraguay 80.000 hombres, Brasil y Argentina 27.000.
-Experiencias en guerra:
Paraguay casi ninguna, en tanto que Argentina y Brasil varias: la guerra
interna con Río Grande del Sur que duró 10 años, la guerra entre Brasil y
Argentina e innumerables guerras internas.
Al apreciar estos datos
razonablemente, no se puede ni pensar que López tenía alguna posibilidad de
ganar, ante tanta superioridad.
II. CONDICIONES PARA GANAR
LA GUERRA.
No basta contar con un ejército
compuesto de numerosos hombres como era el del mariscal López, sino también es
indispensable que el país cuente con suficiente potencial de guerra para
mantener el poderío de la fuerza militar hasta el fin de la guerra. También es
necesario contar con una diplomacia eficiente, generales y jefes idóneos, y que
las tropas paraguayas exhiban riquezas en cuanto a armamento y logística ante
los potenciales aliados y los pueblos conquistados, de modo que deseen ser
nuestro amigo y al mismo tiempo, teman ser nuestro enemigo. Sobre este último
punto, es bueno que el pueblo paraguayo se entere, que las tropas de López que
invadieron Río Grande del Sur y Corrientes sólo mostraron pobreza en armamentos
y logística:
III. EL OBJETIVO POLÍTICO.
Se lucha por un objetivo político. Este
es lo que el jefe de Estado, con acuerdo del Congreso, da al general en jefe.
Ejemplos: a) En la 2ª. Guerra Mundial, el general Dwight Eisenhower recibió la
misión siguiente: «Penetrar en el corazón de Europa y destruir las fuerzas
armadas de Alemania»; b) El presidente Eusebio Ayala a Estigarribia: «Expulsar a
los bolivianos del Chaco paraguayo»; c) El objetivo que se dio a sí mismo el
presidente F. S. López era: «Invadir la provincia brasilera de Río Grande del
Sur, penetrar en el Uruguay, expulsar a las fuerzas brasileras, y reponer en el
Gobierno al Partido Blanco.
Lla guerra no es una pasión ciega como
creyó el mariscal López y como creen los exaltados nacionalistas y otros
desnortados lopistas, sino está dominada por el objetivo político. El valor y
la importancia del objetivo político determinan la medida de los sacrificios en
cuanto a recursos humanos y bienes materiales que el Gobierno está dispuesto a
sacrificar. Sin embargo, tan pronto como las pérdidas de vidas de los compatriotas
y bienes materiales sean tan grande que ya no justifica el sacrificio de la
nación, ese objetivo político debe ser cambiado por el de negociar la paz.
IV. LA BATALLA DECISIVA.
¿Qué es la batalla decisiva? Es la batalla donde cada
ejército pone “toda la carne en el asador”, es decir, todo su poderío. El que
sale victorioso, prácticamente asegura ganar la guerra, y el que pierde ya no
puede recuperarse. A partir de este momento un Gobierno sensato y patriota, ya
no permite la pérdida de vida de un solo soldado. Por tanto, acepta las
condiciones del vencedor y comienza las negociaciones. Todos los Gobiernos
tienen la obligación de mirar la posguerra, de recuperar lo más pronto posible
la paz para su pueblo y NO PERMITIR QUE LA NACIÓN ALCANCE EL PUNTO DE SU
BANCARROTA como lo hizo el mariscal López; porque sólo los lunáticos o por
orgullo altanero o muy necio en el arte de la guerra se disponen, como López, deliberadamente
a la autodestrucción.
¿Por
qué un Gobierno sensato, cuando pierde la batalla decisiva acepta las
condiciones del vencedor y se dispone a negociar? El afamado teórico militar
británico Liddell Hart, recomienda «no salir de la guerra exhausta»; por los
siguientes: 1) Cualquier negociación debe estar respaldado por fuerza militar;
2) Aún se posee suficiente fuerza para causar daño al enemigo; 3) Se evita el
abuso del vencedor; 4) Sólo de este modo el país puede recuperarse rápidamente
para formar una mejor fuerza militar e intentar recuperar lo que el enemigo, de
modo abusivo se apropió, aprovechando la debilidad del vencido.
FIN
RESPUSTAS II:
RESPUSTAS II:
Como he estado con
la computadora descompuesta por casi tres días, no he podido responder a los
señores Gaston Valente, Mcal.
López Florentín, David Ricardo Recalde Paredes, Arnaldo Benítez Méndez y
Sisinio Vera Santacruz, quienes me dirigieron acerbas críticas y agravios por
mí escrito sobre Acosta Ñu. Sin embargo, no refutaron mis comentarios, ni
siquiera uno de los párrafos; por lo tanto, debo considerar a todos ellos como
meros charlatanes. Con sus desbocados improperios o insultos no podrán detener
la verdad, por la razón que la verdad tarde o temprano llega, pero llega. Les
quiero recordar a estos señores profanos en asuntos de guerra y ajenos a la
historia militar, a pesar de que un par de ellos dice que son militares (R), no
deberían entonces ignorar que los malos hechos del pasado hay que recordar
siempre para no volver a repetir. Es más, los militares profesionales están
obligados a empaparse de historia militar. Porque, como un filósofo
norteamericano ADVIERTE: «El pueblo que no quiere recordar algún pasado
infausto TAL COMO SUCEDIÓ, tendrá como castigo el ver como se repite».
.No podría dejar pasar sus imputaciones sin replicar debidamente. Dice
un adagio: «por sus escrito y ortografía lo conoceréis». Pienso que los caballeros
citados arriba, aún enganchan los caballos detrás del coche.
Ante que nada, quisiera expresar que nunca he sentido tanto aprecio
-fuera de mi familia- como lo que siento por los camaradas de las FF. AA.; y no
sentiría ni más ni menos afecto por ellos por motivo de interés meramente
personal. Pero estos caballeros probablemente ama al mariscal López porque en
algo son idénticos: creen que con la cortesía con que se los trata es por miedo
y pueden amilanar a quien sea. Las “opiniones” de ustedes señores, no van más
allá que mentir, insultar, difamar y amenazar, mostrando mucha ignorancia sobre
la Historia Militar, la estrategia militar y las tácticas elementales, pues, sólo
les interesa defender al mariscal López, que es tarea de abogado y no de
historiador, y cuando yo señalo los numerosos errores garrafales del mariscal
López, ustedes consideran que es blasfemo hacer, porque ignoran el fin de la
Historia.
Ustedes, con sus actividades corrosivas, no tienen opiniones, sino
creencias, que lleva en sí solo sarcasmo y mala intención. Cuando un tema no les
gusta, son totalmente incapaces de presentar argumento en contrario porque sólo
sabe insultar, ofender, agraviar, difamar, y alardear de brabucón. La
intolerancia, el odio y la malicia son originadas por sus IGNORANCIAS. En todos
los seres humanos están arraigados, dos sentimientos. El amor y el odio. Ustedes
señores, usan la frase odio al mariscal o a los héroes -viene o no viene al
caso-, lo que demuestra que están dominados por un intenso sentimiento de odio
hacia cualquiera que señala que López fue un incompetente. De verdad, personas
como ustedes no pueden vivir sin odiar, y si les falta a quien odiar se deprimen
porque vives angustiados; entonces desesperadamente buscan a alguien quien
ocupe ese lugar. En este caso encontró soy la víctima propiciatoria de sus odios.
De verdad, que a mí me conmueve sus estados. Porque expresa padecimiento moral,
angustia, o un sentimiento intenso de conseguir una migaja de ser importante.
Pienso que necesitan tratamientos que le ayuden a dominar ese intenso
sentimiento que tantas muertes está causando en este momento por todo el
planeta: el terrorismo causado por necrófilos, fanáticos y exaltados
nacionalistas.
¿Qué se le puede decir a estos caballeros?, sus expresiones ya revela
qué clase de personas son. Si les juzgamos por los que escriben, no digo que son
malas personas, pero sí demuestran mucha ignorancia sobre el arte de la guerra
y la importancia de la historia militar, que ustedes y todos profesionales
militares tienen la obligación de conocer. Su ignorancia sobre las tácticas y
estrategia militares le hacen admirar derrotas y muertes, y no la victoria; por
eso eligen a Solano López como su héroe admirado y digno de ser emulado.
Hay un dicho que dice: «Mira a quién admira y te diré si eres una
persona buena, o eres un ser cruel y despiadado, con el alma corroído por la
maldad». La verdad a igual que la cirugía sin anestesia duele, pero cura.
Debemos llevar la carga de la horrorosa guerra de Paraguay de 1864-1870 con
altivez y aprender de los errores, pero ustedes muestran que les gusta la
mentira y las inútiles muertes de nuestros compatriotas en una guerra que ya está
perdida. Entonces, puedo hacerles felices, teniendo cuidado de dorar un poco la
historia del “invicto mariscal López” con sobresalientes adjetivos
calificativos o las más bellas palabras que estén a mi alcance. Ya un
historiador militar europeo preguntó: «si de qué asilo de alienados escaparon
ustedes». Sus mentes vacías la llenan de escorpiones; no son ustedes nobles
caballeros como debería mostrar todos los oficiales de las FF. AA con hechos y
palabras; sino unos bobalicones que buscan por camino equivocado atraer la
atención sobre su patrioterismo.
No temo ni un poquito sus enconos, señores. Ya he vivido bastante; el
curso de mi vida declina hacia el poniente; la hoja ya se ha vuelto
amarillenta; ¿acaso ustedes piensan que pueden amilanarme para abandonar de
contar la verdad a mis compatriotas sobre la fatídica guerra que el mariscal
López provocó, y luego de perder las batallas decisivas (Riachuelo,
Uruguayana-Jatai y Tujutî, se puso a huir desde Paso de Patria hasta Cerro Corá, donde fue
alcanzado y muerto? Señores fanáticos lopistas, abren los ojos; no me importa
ser blanco de sus cóleras; no obstante, le aconsejo hablar con cordura como
corresponde a un caballero y más aún a un oficial de las FF. AA. No poseo,
confieso, ese lenguaje melifluo ni el arte de prodigar palabras vanas para
responder sus sonsonetes.
¿Qué se creen ustedes para abrumarme con semejantes injurias? Están
aceitados en el arte de la maledicencia y la adulación. Ustedes son de aquellas
personas que cuando debería caerle mal como la mentira, les gusta; y lo que deberían
complacerlos, como la verdad, les ofende. Si se animan, escriban sus opiniones
sobre las guerras del 70 y del Chaco. Así podrán saber si están en lo correcto
o no. Pero guardar para sí o sólo opinar en privado sobre algo de interés
público, revela pusilanimidad o tal vez cobardía.
HOY
07-09-2019 SE CUMPLE 79 AÑOS QUE EL MARISCAL JOSÉ FÉLIX ESTIGARRIBIA
(1888-1940) PASÓ A LA INMORTALIDAD.
La huella que Estigarribia
trazó con su espada en la historia militar americana se ve realzada por el
vigor expresivo de la pluma de David Zook. Jamás historiador militar alguno ha
escrito un relato de las campañas de Estigarribia capaz de compararse con el
reputado historiador militar norteamericano en realismo, interés humano y valor
documental. David Zook ofrece, con estilo inimitable, un cuadro gráfico de las
operaciones y método de mando de Estigarribia. Ningún otro ha conseguido
describir como él las campañas de campo Vía y El Carmen; y el avance
incontenible de la sexta división de infantería, al mando del mítico coronel
Rafael Franco, hacia Camiri, amenazando la zona petrolífera, y su brillante
retirada hacia Pikuiva, secundando la maniobra sobre El Carmen.
Estos son los rasgos de ese
gran conductor que tanto admiramos y admiran los historiadores militares
extranjeros como David Zook, Adrian English y otros, porque siempre mantuvo el
equilibrio y la prudencia en todas sus operaciones para vencer a un gallardo y
valiente ejército.
La personalidad de Estigarribia. “Sólo la verdad nos
hará libres” (Jn 8. 32). En memoria del Gran Conductor de la guerra del Chaco,
mariscal José Félix Estigarribia, cuyo trágico fallecimiento el 7 de setiembre
de 1940, se recuerda el día de hoy: con gran devoción dedico el presente
escrito titulado, La personalidad de Estigarribia como
conductor del ejército paraguayo. “Estigarribia fue grande sobre todo en los
momentos críticos”, escribió un historiador. Este es el mejor elogio que puede
hacerse de su carácter. Junto a la audacia no superada de Estigarribia, se
yergue su perseverancia inquebrantable. Sobresalió también, por su idoneidad,
circunspección, valor personal, perseverancia y humildad, cualidades no
sobrepujada por ningún paraguayo. Difícilmente, a ejército alguno se le ha impreso
el sello de su comandante en jefe como lo hizo Estigarribia con el suyo, al
emprender la Guerra del Chaco. En efecto, había formado su ejército sobre la
base de las experiencias recogidas de la Guerra del 70 y de la Historia
Militar, y lo había disciplinado adecuadamente sobre los mismos campos de
batalla. Así su ejército era el instrumento fiel y apropiado para realizar sus
audaces planes, y estaba templado como lo exigía la necesidad de hacer frente a
la fuerza boliviana.
Al empezar la guerra, él se anticipó al enemigo en la
batalla de Boquerón, lo que ya en sí era un acto de audacia. Pero su audacia en
ninguna ocasión se manifestó en forma más clara que en Campo Vía y El Carmen.
Para Estigarribia era una cuestión inamovible que cada batalla debe significar
un gran paso en la destrucción del enemigo. Cuando en El Carmen mantenía
atrapado a dos Divisiones bolivianas dentro de un cerco de acero, el general Garay
apareció en Yrendagϋe -retaguardia del poderoso cuerpo de ejército (CE)
boliviano de 12.000 hombres bajo el mando del orgulloso Cnel. David Toro-, con
un batallón, sombra de la aguerrida 8ª DI, pero la impresión desconcertante
provocada por la fama de un poder irresistible del ejército paraguayo llevó al
cuerpo de caballería boliviano al descalabro, y a Estigarribia lo consolidó
como un genial conductor. Así pues, el éxito de Campo Vía y la campaña de El
Carmen lo debió el Paraguay al proceder audaz, pero siempre prudente de
Estigarribia.
Innata o adquirida, la tranquilidad de alma es
indispensable en la guerra. Estigarribia se distinguió por lo que tenía mejor
en sí mismo y que era lo único que lo había destinado a ser general en jefe:
una gran calma, una constancia admirable y un coraje a toda prueba. En unas
palabras: idoneidad, equilibrio, firmeza y tenacidad en la prosecución de sus
objetivos que se llama carácter. Por consiguiente, a las cabezas frías antes
que a las cabezas que se calientan más fácilmente, la nación paraguaya debe
confiar de preferencia sus fuerzas militares, en caso de guerra, para defender
los intereses vitales de nuestra nación. La temeridad es buena para los mandos
inferiores; también los generales la necesitan en dosis suficiente, pero con
una condición, que debe ser dominada por la prudencia. Sería necesario cerrar
los ojos obstinadamente ante todas estas pruebas históricas para no aceptar que
los éxitos fulminantes de Estigarribia y su misma grandeza de alma en medio de
las situaciones más difíciles, es el resultado de sus insuperables cualidades.
Las situaciones más críticas de Estigarribia fueron en el Km 7 de Saavedra
donde la 1ª. DI, favorita de los paraguayos, fue detenida en su avance hacia
Muñoz, hoy General Díaz, y el revés de Strongest. Quizás habría sido imposible
la rápida recuperación de su ejército ante estos dos reveses que sufrió en tres
años de guerra si su ejército no hubiese poseído una moral desarrollada por él
en un alto grado. Estigarribia rescató con creces los garrafales errores de
López en la guerra del 70, en provecho de la guerra del Chaco. No le perturbó
ser el general en jefe del ejército paraguayo, obró con valentía en sus
operaciones, porque estaba libre de todo temor a la responsabilidad. Haciendo
caso omiso de todas las objeciones, obedeció solo a los dictados de su lúcido
entendimiento y sano criterio; y decidido, declaró resueltamente al presidente,
Dr. Eusebio Ayala, que prefería solicitar su pase a retiro antes que subordinar
su estrategia militar a una acción táctica. Esta perseverancia en la idea
directriz de sus campañas a la cual se mantuvo fiel, es decir, el de empeñar la
batalla de El Carmen, antes que accionar contra Ballivián. Esta actitud
ejemplarmente ética llevó al ejército paraguayo a los más resonantes triunfos y
a la exitosa culminación de la guerra. (Continuará mañana).
El general en jefe, debe
imponerse, no por el terror como el mariscal López, sino por su capacidad
técnica, su saber y su talento operacional. Debe ser de aquellos que a uno
gusta encontrar, ver y oír; que transmite entusiasmo, alegría y esperanza en la
victoria; que irradia confianza y simpatía. Ser general en jefe presupone como
premisa y exige como condición esencial, el valor de la presencia personal en
el campo de batalla, porque conducir es ante todo presencia. Sólo así se puede
tener fe en el comandante y en su plan de operaciones. Porque si creemos de
todo corazón en él será un elemento adicional en la cohesión del ejército.
Estigarribia ganó fama y
gloria por los cuales sus tropas de buena gana le obedecían. Pues, por todas
las cosas dichas y hechas se colige haber sido este varón excelente, digno de
ser estimado y tenido en admiración, más, mucho más que cualquier otro militar.
El historiador, así como los
profesores de historia, si tienen patriotismo, honestidad y guarda el debido
decoro deberán darle el lugar que le corresponde y sus trabajos serán sumamente
fáciles porque sus éxitos en la conducción del valiente ejército paraguayo
hablan por sí solos y brillan como las estrellas en el firmamento.
¿Cuándo llegará la hora de
dejar de mirar a Ayala y Estigarribia a través del tamiz de los partidos
políticos?
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