UNA MINÚSCULA PARTE DE LA PORTENTOSA HISTORIA DEL JAPÓN
HIRO HITO (1901-1989) Y LA
II GUERRA MUNDIAL
Un emperador ejemplar, valiente,
patriota en grado sumo y con visión de futuro, que prefirió proteger la vida y
los bienes de sus súbditos antes que procurar gloria épica a cambio de la
aniquilación de su gran nación. Sus cualidades humanitaria y patriótica está en
armonía con el proverbio: “buscar gloria sin provecho para la patria es inútil
sacrificio”. O sea, cuando la guerra ya está perdida, siempre será mejor
detenerla para negociar y recuperar la paz para la nación, y no permitir que el
país alcance el punto de su bancarrota. Al empezar el año 1945 el Gobierno de Japón
ya sabía que no puede ganar la guerra.
El
24-Abr-1945 el presidente de los EE. UU, Harry S. Truman, escucha la primera
exposición del ministro de defensa y de un general sobre el “Proyecto
Manhattan”, un asunto que él ignoraba. Las dos personas explican al presidente
que la primera prueba de la explosión del artefacto será dentro de diez semanas
en el desierto de Los Álamos. Truman interroga sobre la potencia del explosivo.
Le responden que la 1ª bomba tendrá una potencia equivalente a 500 Toneladas de/TNT. La
2ª a ser arrojada sobre Japón, podría alcanzar la potencia de 1.000 Toneladas de/TNT.
Sin embargo, la bomba arrojada sobre Japón tenía una potencia explosiva de 18.000
Ton/TNT. Luego de reflexionar y escuchar la opinión de tres sabios nucleares y tres
generales, el presidente de los EE UU hace llegar al gobierno del Japón una
nota pidiendo el fin de la guerra y la capitulación, insinuando una terrible
tragedia para el Japón.
El 28 de
julio, el primer ministro del Japón, almirante Suzuki, hace un comentario a la
prensa sobre “un ultimátum de los Estados Unidos, y que el gobierno lo tomaba
con indiferencia”. Cuando Truman se enteró del trato que le dieron a su mensaje
lo considera como “desalentador”.
El 2 de
agosto el presidente de los EE. UU autoriza el uso de las bombas. En la
madrugada del 6 de agosto dos escuadrillas de tres bombarderos B-29, cada una
levantan vuelo de sus respectivas bases. Luego de 15 minutos los seis aviones,
todos idénticos, se reúnen y se dirigen sobre Japón. Entre los seis aviones se
encuentra el denominado “Enola Gay” que transporta la primera bomba atómica
llamada “Thin Man”.A las 08.15 sobre el puerto de la ciudad industrial,
Hiroshima, se arrojó el terrible artefacto que estalló tres minutos después,
sembrando muertes y destrucciones jamás conocidas. Para que el gobierno japonés
comprenda con claridad lo sucedido, Truman difunde un comunicado que dice: “Un
avión americano ha lanzado esta mañana una bomba, una sola bomba sobre la
ciudad de Hiroshima”.
En Tokio,
el general Kawabe, jefe del estado mayor de los ejércitos, recibe un lacónico mensaje:
“La ciudad de Hiroshima acaba de ser destruida de golpe por una sola bomba”.
Kawabe pregunta dónde está el poderoso 2° ejército japonés con cuartel en
Hiroshima. Se le responde de este modo: “A las 08.15 el grueso de las tropas
estaba en formación para empezar la instrucción; y que tres minutos después
solo quedaba cenizas del 2° ejército”. Aún así ninguna actividad civil o
militar dejó sus actividades rutinarias, porque creen que no es posible que los
EE. UU posea otra bomba. Tres días después de la explosión de la primera bomba
atómica, mientras el Consejo Supremo de Guerra estaba de reunión llega el
siguiente mensaje: “Una 2ª bomba, acaba de estallar, a las 11.01, sobre el
puerto de Nagasaki”. El Consejo decide ir a hablar con quien es el alma del
Japón: el Emperador. Este no habla nunca en público; no interviene en las
reuniones del Gobierno. Él es la personificación y compendio del Japón eterno.
Su prerrogativa es divina. Pero si da una orden, la historia del Japón no tiene
registrada que no fuese obedecido. Pero ante la terrible circunstancia que el
Japón está atravesando, el Emperador va a hablar. Dirige al Primer Ministro
Suzuki la orden para que “acepte el ultimátum americano inmediatamente y ponga
fin a la guerra”.
Suzuki
lee la orden del Emperador y reúne el Gabinete. Luego de un breve debate
resuelve: “Obedecer la orden del Emperador”. Esta decisión del gobierno
inmediatamente fue comunicada al Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del Japón.
Entonces empieza algo que nadie se ha imaginado nunca. En el gran salón de
conferencia del Estado Mayor, uno a uno los generales se levantan y declaran que
se niega a capitular y, por supuesto, a obedecer la orden del Emperador. Es una
rebelión, un hecho desconocido en el Japón.
Hiro Hito
rápidamente recibe la desagradable noticia, y en un acto sin precedentes,
ordena al Primer Ministro que convoque, para esa noche en el palacio imperial,
a todo el Gabinete y a la cúpula militar. Cercana a la medianoche se da inicio
a la sesión. A pesar de que el Emperador gozaba de prerrogativa divina, el
general Anami, portavoz de los generales responde: NO, y declara ante el
Emperador: “La hora de gloria acaba de sonar para el Japón. Hay que dejar que
los americanos traten de invadir nuestro territorio, entonces el poder militar
japonés lo aniquilará”. El Emperador no vacila y repite la orden: “Poner fin a
la guerra”. La sesión se levanta.
Después el
Emperador estando solo con el Primer Ministro le comunica que va a hablar al
pueblo. Esto sucede por primera vez. Se le trae un magnetófono y pronuncia un
breve discurso para que sea difundido por todas las emisoras de radio del
Japón. Solicita al pueblo japonés que acepte la decisión del destino, y
concluye así: “A vosotros nuestros leales súbditos, os ordenamos que cumpláis
fielmente nuestra voluntad: poner fin a la guerra”
Pero se
produce la rebelión de los generales. Dos de ellos, acompañados cada uno de
tropas penetran en el recinto del palacio imperial y ordenan al jefe de la
seguridad personal del Emperador que le sea entregada la grabación del mensaje.
El oficial rechaza la petición y es muerto. Otro general de la guardia privada
irrumpe en la sala de guardia y también es asesinado.El almirante Takigishi, influyente
autoridad de la marina, al tener noticia de la grave alteración del ánimo que
le agarró a la alta cúpula militar interviene para proteger al Emperador; manda
apresar a los rebeldes y procede a difundir la importante grabación. Todo Japón
escucha estupefacto el mensaje de Hiro Hito. Ahora ya es imposible cualquier
conato de insurrección.
El
general Anami, líder de los rebeldes y cuatro jefes del ejército se hicieron el
arakiri. De este modo termina el conato de insurrección. El almirante Takigishi
también recurrió al arakiri por considerar que un nuevo Japón no era para él.
Así se impidió la locura de pretender llevar a la gran nación japonesa a un
inmerecido, dramático e inútil holocausto por un grupo de fanáticos generales.
Japón no
pierde tiempo en lamentaciones e inmediatamente empieza la reconstrucción. Al
día siguiente 15 de agosto, se reúnen en Tokio los gerentes de la poderosa
empresa “Nippon Kogaku”. Esta empresa había fabricado potentes aparatos ópticos
para los navíos de la armada japonesa. Los administradores de Nippon Kogaku
resuelven dedicarse a actividades civiles; para empezar en la fabricación de
cámaras fotográficas que el mundo conoció como las famosas “Nikon”. De esta
manera se coloca el primer cimiento del renacimiento de la nación japonesa que
a grandes pasos avanzará hasta ubicarse rápidamente como la primera potencia
económica mundial.
A ESTO YO
LLAMO PATRIOTISMO Y NO A LA INNECESARIA MUERTE MASIVA DE COMPATRIOTA. FIN.
(8-Octubre-2016)
CONSIDERACIONES
SOBRE LOS PROCESOS DE PAZ ENTRE EL GOBIERNO DE COLOMBIA Y LA FARC - PARTE I
El
artículo que hoy publicamos es el resultado provisional, porque nunca hay nada definitivo en este campo, de
reflexiones, análisis y experiencias propias recogidas durante el ejercicio de la profesión
militar a la cual me había consagrado por entero y con gran fervor sobre
aspectos vinculados con las luchas contra las guerrillas, terrorismo, etc; y el
tratamiento de los conflictos.
El transcurso de
los años, sin embargo, le vuelve a uno más crítico con lo que hace y con lo que
hacen los demás, relativizando la pura teoría, valorando mucho más las
experiencias personales y, sobre todo, aprendiendo de los propios errores en
vez de los ajenos.
Debemos considerar que muchos compatriotas y los jóvenes en su mayoría
gustan armar líos, que no se conforman con la manera en que la nación es
gobernada, y que de diversas maneras se rebelan contra la injusticia, la
pobreza, el desempleo, la corrupción, la educación de baja calidad y tantas
otras cosas que están en la base de numerosos conflictos violentos. Y cuando la impotencia en la lucha contra la
injusticia, la rabia se traduce en dolor y las emociones se alteran en extremo,
es momento de salir a proclamar que la paz es supremo bien y que es posible,
siempre que se ponga buena voluntad y sinceridad para conseguirla.
La única intención que nos guía es
compartir con los amigos cómo los países que han sufrido el azote de las
guerrillas y el terrorismo han procedido para superarlos. En esta cuestión
nadie tiene la receta o una estrategia para transformar el conflicto en paz duradera.
Lo cierto es que sabemos aún muy poco cómo
tratar los conflictos armados, y lo prueba el hecho de que sigan existiendo y
de que las soluciones convencionales se estrellan con frecuencia en el intento
de lograr la paz.
El elemento importante que se debe
considerar es la tendencia de hace décadas de que los conflictos armados se
producen, no entre Estados sino entre los ciudadanos de un país. Tal vez ha
sido esta la que ha provocado una desorientación en las maneras tradicionales
de combatirlo, pues los medios pacíficos así como los medios militares
tradicionales producen pocos efectos en
la lucha contra los indeseables para obligar a deponer las armas.
Es fácil
determinar cuándo puede empezar un conflicto armado, sin embargo es casi
imposible afirmar cuándo ni cómo va a terminar.
Para comprender mejor porqué fracazó las
negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y la FARC, es preciso dar
un vistazo al cuadro abajo entre los
años 1945 y 2000*, que resultará no muy optimista, pues en más de la mitad de
los intentos el resultado final ha sido el fracaso, y sólo en el 40 % de los
casos el resultado ha sido un arreglo total o parcial:
RESULTADO FRECUENCIA %
Arreglo total 38 3,3
Arreglo
parcial 427 37,0
Cese del fuego 77 6,7
FRACASO 611 53,0
Total intentos 1.153 100,0
*FUENTE: Vicenç
Fisas “Procesos de paz y negociación en conflictos armados”, Ediciones PAIDÓS
IBÉRICA, Barcelona, 2004.
LOS PROCESOS DE PAZ EN LOS CONFLICTOS ARMADOS - PARTE II
Una interesante metáfora Vicenç Fisas
incluyó en su obra para explicar las complejidades que existen en los procesos
para alcanzar la paz, y considerando que puede ser provechoso para interpretar
mejor lo sucedido a la paz malograda por el Gobierno de Colombia, con algunos
agregados, presentamos aquí la metáfora que señala que el camino hacia la paz
está sembrada de sorpresas, circunstancias imprevistas por lo que los
negociadores precisan de asesores idóneos, eficientes para que le ayude a
responder con acierto a las variables que aparezcan durante las
negociaciones. Denominamos procesos de paz todo el recorrido que se sigue en la
búsqueda de un convenio entre las partes enfrentadas.
Cuenta Fisas en su obra, que un proceso de
paz es como subir una montaña de 6.000 metros de altura, pero sin mapas, sin
brújulas, sin guías, sin haber tenido antes experiencias de escaladas, ni tan
solo hábitos deportivos, acompañado de gente con la que no confía del todo, y
sabiendo que muchas otras personas expedicionarias han fracasados en el intento
de llegar a la cumbre. La metáfora nos sirve para
explicar que un proceso de paz es algo
siempre difícil, lleno de sorpresas y complejidades, y a veces muy largo.
Al escalar la montaña tenemos un primer campo base, que en nuestro tema,
y con suerte, podría ser un alto el fuego o un cese de hostilidades. Después
continuamos subiendo, y cuando creemos que ya llegamos a la cumbre, resulta que
hay que dar otra vuelta, bajar de nuevo y subir otra vez, es algo así como la
tela de Penélope. Cada nuevo pico
que escalamos requiere nuevos instrumentos, estrategias y guías, y las personas
que nos acompañan en los primeros mil
metros quizá no sean la más adecuadas para el resto de la escalada.
El segundo campo
base de nuestra escalada podría ser la negociación más esencial, y el tercer
campo base, ya es el último tramo o la recta final, lograr garantías para que
lo acordado se cumpla debidamente. Esta última parte de la metáfora es para
mostrar que en el proceso de paz hay etapas que seguir, aunque no siempre en el
mismo orden ni siempre con la misma importancia, y que cada conflicto a
resolver habrá de encontrar la forma más idónea de ser tratado. La historia nos
dará pautas y sabios consejos, pero en este asunto, como en la guerra
convencional, no hay fórmulas únicas, sino múltiples variantes de procesos
anteriores.
El acuerdo de paz solo es una etapa del proceso que no culmina con la espectacular
ceremonia llevada a cabo en Cartagena de Indias, como hemos visto por T. V, la
firma del tratado entre los líderes de la República de Colombia y la FARC, sino
después de cumplirse lo acordado.
LOS PROCESOS DE PAZ Y LOS SABOTEADORES
parte III
Empecemos diciendo que no existen ni un
ejemplo de opositor que no utilice contra el Gobierno argumentos injustos o
mendaces que consiste generalmente en reprocharle no haber logrado éxito que
nadie hubiera podido lograr o haber hecho demasiadas concesiones que nadie hubiera
podido evitar. La historia tiene demostrada que muchos acuerdo de paz han
fracasado por la presencia de grupos que han saboteado el proceso de paz. Hay innumerables
ejemplos de intentos de boicotear acercamientos, diálogos o acuerdos. La
existencia de saboteadores está ligada a que en el proceso de paz existen
poderes o que algunas de las partes no obtenga lo que desea, o bien que no está
dispuesta a ceder alguna cosa. Si tienen éxito, el tiempo de lucha se prolonga y se incrementa la cantidad de los muertos en los conflictos. Algunas veces, los saboteadores no triunfan porque
se ha hecho un buen trabajo en las negociaciones de paz.
Normalmente, los saboteadores son líderes
que con el proceso de la paz ven amenazadas sus beneficios, privilegios,
intereses económicos o poder y se lanzan a una campaña de desprestigio del proyecto
de acuerdo de paz con el propósito de
reventar el proceso. Por lo general se trata de grupos o personas que han
quedado fuera del proceso, pero en ocasiones pueden ser los mismos prostagonistas de una negociación quienes, por su
actitud cerrada, terminan por reventar el proceso.
Los grupos que se benefician de la guerra
son los primeros candidatos a ser reventadores, pues no tienen ningún interés
en la terminación del conflicto armado porque podría debilitar su poder político
o los buenos negocios acaban, por tanto, no hay esperanza que van a salir
ganando con los beneficios de la paz.
Detrás de la
gestión de los reventadores está la cuestión de si estos actores con capacidad
de saboteo pueden ser ignorados o no en el proceso de negociación. El caso de Andrés Pastrana y Alvaro Uribe
(expresidente de la república) es un buen ejemplo.
Toda estrategia de
paz, por tanto, requerirá gestionar rápida, con ingenio e inteligencia el problema de
los saboteadores externo e interno, evitando que surjan, incluso desarrollando
incentivos para neutralizar y realizando una buena diagnosis de este tipo de
personas o grupo (conocer bien sus objetivos, analizar los anteriores intento
de boicot que hayan realizado, conocer su grado de compromiso, el nivel de
liderazgo de los jefes y de control sobre sus seguidores, el nivel de unidad
dentro del grupo, los efectos que pueden tener sobre el proceso en el caso de
que persistan en su actitud, etc.).
Aunque en algunos casos esté clara esta conexión, el dilema que se
plantea es si tiene más sentido estratégico alentar y posibilitar la participación de los grupos armados o terroristas o de sus brazos políticos,
o si es mejor excluirlos definitivamente del juego democrático como el NO en
Colombia, con lo que se les condena a perseguir sus objetivos desde la clandestinidad.
Este dilema va condicionado y de la mano de planteamientos estratégicos de
fondo, como la aceptación o negación de que existe un conflicto, si se tolera o
no el diálogo y la discusión política normalizada entre todos los
representantes políticos, si hay o no amplios apoyos sociales a los proyectos
que predica el grupo armado o terrorista, el propio historial del conflicto, si
hay o no factores que permiten la indefinida duración del conflicto y el
reclutamiento de jóvenes, si los daños que produce el conflicto son admisibles o
incluso rentable políticamente, y muy en particular si el grupo armado a
dado señales de estar dispuesto a entrar en una vía no violenta en determinadas
condiciones. Aunque es difícil extraer, podemos señalar que algunos aspectos
decisivos son el compromiso de crear condiciones y espacio para que los grupos
armados puedan dejar las armas y hacer política con plena garantía de
seguridad, el tiempo que concede cada parte para la transición de la otra, las
oportunidades reales que se les pueden conceder, la capacidad de generar
propuestas, la capacidad de adaptación democrática de los representantes de los
grupos armados y la capacidad de estos grupos de abstenerse de practicar la
violencia durante este periodo transitorio. Un conflicto difícil, en suma, que
requiere del Gobierno gran coraje para llevar a los líderes de las guerrillas a sentarse a negociar la paz.
LA MUERTE DE FIDEL CASTRO
LA MUERTE DE FIDEL CASTRO
“NADA
QUE LAMENTAR”, es el título editorial del diario “abc Color” de hoy domingo, y
que se refiere a la desaparición física de quien en vida fuera el Sr. Fidel
Castro.
Quiero
compartir con los amigos de Facebook.com lo que sigue. No recuerdo ni el autor
ni el título del libro donde leí el siguiente suceso, pero quedó grabado en mi
memoria: Un niño huérfano de padres lo recogió un malvado tío. Ya
adolescente, el tío falleció. Durante el sepelio acompañó el féretro del
despótico pariente llorando desconsoladamente. Terminado el entierro y ya de
regreso al hogar, el muchacho no paraba de quejarse. Vecinos caritativos que no
desconocían el trato que le propinaba el fallecido, llegaron junto al muchacho
en son de consolarlo, diciéndole que debería estar contento por librarse por
fin del brutal pariente.
El
joven respondió que lamentaba profundamente el fallecimiento del tío a quien
mucho odiaba, y que ese sentimiento le daba fuerza para soportar sus maldades.
¡Y ahora ya no tengo razón para vivir, porque ya no tengo a quién odiar!
No
cabe ninguna duda, según los expertos, que en todo ser humano anidan, además de
varios otros sentimientos, el amor y el odio; consecuentemente, los millones de
cubanos que deseaban libertad ciudadana para elegir sus autoridades, DD. HH y
democracia para su nación, les quedan un enorme vació que llenar porque ya no
tienen a quien odiar, y muy probablemente, como no sabrán cómo reemplazar la
repugnancia que sentían por Fidel Castro, se dedicarán a un encarnizamiento
entre ellos para llenar el vacío dejado por Fidel.
16-Mar-2017
HÉROE Y HEROISMO - ASOCIACIÓN CULTURAL MANDUÁRA (ACM)
Antes de todo quisiera expresar mis felicitaciones a
la comisión directiva de la ACM por su interés en clarificar a los socios los vocablos
de “héroe y heroísmo, con énfasis sobre el Mcal. López”. De este modo se podrá
distinguir a los héroes de los que no lo son. Además, ya era hora de que
alguien se resolviera a hacer sentar al considerado “Héroe máximo y sin
parangón” en el banquillo de los acusados. Pero debo decir francamente, que es
innecesario el agregado de “con énfasis sobre el Mcal. López”, porque de este
modo se podía volver tendencioso si los disertadores no ocupa una posición
neutral, de modo a depurar sus conceptos de prejuicios y de vanos
sentimentalismos patrióticos, que tanto daño ha ocasionado a la Historia de la guerra de la Triple Alianza. Aun así, pienso que es buen comienzo para juzgar correctamente a nuestros
dos conductores de ejército en operaciones de guerra, López y Estigarribia.
Además de esto, quisiera señalar que son necesarios, si de verdad se desea
interpretar correctamente para extraer experiencias de la Historia Militar, tener
idea sobre: 1) El potencial de guerra de la nación, que es indispensable
confrontar al del país enemigo para concluir si hay o no posibilidad de ganar
la guerra; 2) La batalla decisiva; 3) Las condiciones necesarias para llevar un
ataque a una posición enemiga; 4) Los principios de apoyo mutuo y superioridad
numérica; 5) Cuándo considerar victoriosa a una batalla ofensiva; 6) El límite
que el Gobierno está dispuesto a sacrificar la vida y los bienes del país para
la conquista del objetivo político, porque jamás el pueblo debe permitir que su
autoridad aposte la nación entera por mero orgullo o por objetivo incierto. Los
5 puntos señalados son fáciles de entender, por eso los militares entendemos, pero
puede ayudar mucho a los aficionados para apreciar las ocurrencias en la guerra,
y desprenderse de este modo del empirismo de la Historia Militar. De lo
contrario seguiremos entendiendo mal la guerra por carencia de algunos
conocimientos básicos.
HÉROE. Podemos definir al Héroe como un varón
ilustre por sus hazañas militares; o sea, aquel que se distingue por sus
acciones extraordinarias en la guerra. Pero si nos referimos al personaje
principal de las acciones relatadas en las obras de O’Leary, hay que reconocer entonces
que esa figura es héroe, pero como Aquiles y Héctor; no así como Alejandro,
Aníbal, Julio César, Federico II de Prusia, Napoleón, Estigarribia, Patton, Montgomery,
Rommel, etc.
Generalizando el concepto, en la guerra se
lo denomina héroe victorioso al general que gana la batalla o la guerra como
Estigarribia, y el general derrotado tiene que rendirse o capitular o alejarse
rápidamente del campo de batalla para evitar caer prisionero, tal como lo hizo
el mariscal López al emprender la vergonzosa retirada desde Humaitá hasta
Villeta, y de aquí hasta Cerro Corá donde fue alcanzado. En cuanto a las
tropas, son héroes todos aquellos que con sus muertes contribuyeron a ganar la
batalla o la guerra. Pero si perdieron la batalla decisiva podíamos considerar que
sus muertes no fueron útiles a pesar del supremo esfuerzo puesto para ganar.
Los únicos glorificados y coronados con justicia con los laureles de gloria son
los vencedores, en tanto que los derrotados se convierten en prisioneros o
desertores. Vencer es la aspiración del soldado con que alcanza su máxima
plenitud. Las campañas de Estigarribia alcanzaron el pináculo de la gloria,
porque sólo la victoria da gloria; por lo tanto, es extravagante conferir
gloria al general que fue derrotado.
En
las campañas ofensivas de Uruguayana y Corrientes, Solano López dirigió sus dos
columnas de invasión desde Asunción primero y desde Humaitá después. Y durante las
batallas desarrolladas dentro de nuestro territorio se ubicaba a 10 kilómetros
de donde luchaban sus tropas con supremo heroísmo. Ser General en Jefe,
presupone como premisa y exige como condición esencial, el valor de la
presencia personal en el campo de batalla, pronto para intervenir con su
reserva y arrebatar de las manos del enemigo la victoria. Porque conducir es
ante todo presencia. Julio César durante las batallas usaba una capa roja para
que sus tropas puedan distinguirlo, en su honor, Patton también usaba capa del
mismo color
Muchas personas entienden mal la guerra;
por ello, los que se hacen pasar por historiadores, yo no presumo de
historiador, acostumbraron a los paraguayos a celebrar derrotas como si fueran
victorias y la inútil muerte masiva de nuestros compatriotas como gloria
nacional, como en verdad los fueron las batallas de Isla Cabrita, Estero
Bellaco, Tujutî, Kurusu, Ytorõrõ, Avay, Pikysyry, Lomas Valentinas,
Pirivevýi, Acosta Ñu. Para evitar estos juicios falsos cada ciudadano precisa
distinguir la VALENTÍA que es hija de la prudencia, de la TEMERIDAD que es hija
de la insensatez; EL HEROISMO de la inútil muerte masiva de compatriotas que
sólo a los que se hacen pasar por “nacionalista” sabe a gloria inojetable de la
nación, a pesar del proverbio “conquistar gloria sin provecho para la Patria es
vano sacrificio”. Las muertes de nuestros compatriotas ya eran innecesarias a
partir de nuestra derrota en la batalla decisiva de Riachuelo, seguida por los
fracasos de las campañas de Uruguayana y Corrientes.
Cuando se le pregunta a un ciudadano si cuál es su
mariscal preferido entre López y Estigarribia, el 80 % responde, el Mcal.
López. Y ¿porqué?, sin dudar responde: “porque defendió la Patria o porque no
se rindió.
Podemos
deducir de estas respuestas que a la gran mayoría de los paraguayos, suponemos
que es más por ignorancia que por patriotismo, es más glorioso el conductor de
ejército que muera, antes que ganar la guerra sin perder la vida como
Estigarribia. El Mcal. López no se rindió porque el objeto de su vivo y
constante deseo era alcanzar Corumbá y de allí dirigirse a Bolivia para después
a París-Francia. Esto demuestra que la cinta que en Cerro Corá entregó a los
jefes con los colores de la bandera de la República de Bolivia (verde y
amarillo), en vez de la denominada Medalla de Amambay, llevaba para engalanar
su coche al llegar a Satacrúz como ofrenda al Gobierno boliviano.
Para calificar los actos del Sr. Mcal. López de HEROÍSMO,
no basta con proclamar que defendió la Patria, porque no fue capaz de
defenderla, o, porque no se rindió, y no se rindió porque era muy hábil para
escabullirse del enemigo.
DEFENDER LA PATRIA. Esta consiste en
impedir al enemigo que pise nuestro territorio, y si logra penetrar expulsarlo
fuera de los límites de nuestro territorio, tal como lo hizo Estigarribia en la
guerra del Chaco. Pero, si a pesar del supremo esfuerzo hecho no se puede
cumplir la misión porque el enemigo es demasiado poderoso, ante esta
circunstancia el Gobierno tiene la alternativa de proseguir la lucha sin
posibilidad de victoria, tal como lo hizo el Mcal. López y por ello muchos
compatriotas lo veneran, a pesar de que murieron en vano decenas de miles de
nuestros compatriotas, o, aceptar la voluntad del vencedor para acordar la paz
y de este modo salvar lo que aún podía ser salvado de la nación. Defender la patria no significa en
formar un ejército de numeroso efectivo e invadir territorio de países vecinos;
y después de ser derrotado regresar a la Patria perseguido por el enemigo. Con
este criterio podíamos sostener que también Hitler es un “héroe”, porque “defendió
la patria y no se rindió”; esto me parece cómico.
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