lunes, 7 de septiembre de 2015



ESTIGARRIBIA EL GRANDE. El Mcal. José Félix Estigarribia, cuyo trágico fallecimiento el 7 de setiembre de 1940, hoy se recuerda; con gran devoción dedico el presente escrito. “Estigarribia fue grande sobre todo en los momentos críticos”, escribió un historiador. Este es el mejor elogio que puede hacerse de su carácter. Junto a la audacia no superada de Estigarribia, yérguese su perseverancia inquebrantable. Sobresalió también, por su idoneidad, circunspección, valor personal, perseverancia y humildad, cualidades no sobrepujada jamás por ningún militar paraguayo. Difícilmente, a ejército alguno se le ha impreso el sello de su comandante en jefe como lo hizo Estigarribia con el suyo al emprender la Guerra del Chaco. En efecto, había formado su ejército sobre la base de las experiencias recogidas de la Guerra del 70 y de la Historia Militar, y lo había disciplinado óptimamente sobre los mismos campos de batalla. Su ejército era el instrumento fiel y apropiado para realizar sus audaces planes, y estaba templado como el acero toledano, tal como lo exigía la necesidad de hacer frente a las fuerzas bolivianas. Al empezar la guerra, él se anticipó al enemigo en la batalla de Boquerón, lo que ya en sí era un acto de audacia. Pero su audacia en ninguna ocasión se manifestó en forma más clara que en Pampa Grande, Campo Vía y El Carmen.
La intelectual paraguaya y primera historiadora militar, Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone, publicó un artículo con el título de “Dos mariscales” (ABC del 20-XI-2011), de la que tomamos el siguiente trecho que se refiere a Estigarribia: “Su proceder jamás será tributario de impulsos temperamentales; su sabia estrategia tendrá por fundamento la más pura técnica militar; todo lo que haga y decida será siempre el resultado de largas, concienzudas cavilaciones. No es un carismático que enfervoriza las multitudes, pero su brillante conducción se irá ganando el respeto y la adhesión incondicional de su ejército, al que conducirá a una aplastante victoria”. Y en otra parte del mencionado artículo expresa: “Nada más lejos de él que el autócrata; jamás ejercerá el mando con arbitrariedad ni apelará al terror para hacer valer su autoridad”.
El objetivo político del gobierno del Dr. Ayala era llevar al Paraguay al puerto seguro de una paz con garantías. Y puesto Estigarribia a la cabeza de un pequeño ejército, podía acabar sumido en el desastre como Solano López. Pero Estigarribia, que poseía fuerza de carácter, y una mente clara y firme, no repitió los errores de aquel. Pues, en la conducción de su ejército encontramos un poder siempre bien equilibrado y nunca falto de vigor, que en los momentos críticos se elevó hasta realizar proezas asombrosas como la de Pampa Grande y Campo Vía, e inmediatamente después osciló de manera paulatina, ajustándose a nuevas situaciones creadas por él mismo, preparándose para dar otro golpe al enemigo.
Algunas de sus acciones podrían ser consideradas como aventuradas o audaces, pero nunca fueron operaciones a ciega ni de atolondradas temeridades. Ni la vanidad, ni la sed de gloria, ni otras miserias humanas pudieron hacerle desviar de su camino; y sólo este modo de proceder lo llevó a la victoriosa guerra del Chaco, con lo que el Paraguay legitimó su posesión sobre más de la mitad del actual territorio nacional. Y esto fue lo que Estigarribia El Grande ofreció a su patria en la punta de su espada.
No es posible dejar de sentirnos maravillados al ver cómo Estigarribia, en la campaña de El Carmen, perturbó al comando boliviano con una finta a las zonas petrolíferas de Camiri, luego el magnífico repliegue de la 6ª divisón de infantería bajo el mando del mítico Cnel. Rafael Franco hacia Pikuiva, atrayendo sobre sí al poderoso cuerpo de caballería boliviano. Después vino la rápida maniobra de cerco sobre El Carmen, que obligó a 2 divisiones enemigas a rendirse; para seguidamente operar rápido como el rayo sobre Yrendagüe, y como resultado la destrucción de la caballería de 12.000 hombres, bajo el mando del influyente coronel D. Toro, en una genial maniobra táctica.
En esto, no sólo debemos ver una profunda sabiduría en el cumplimiento exacto de las suposiciones (planes); sino también debemos admirar, por encima de todo, la sagacidad de Estigarribia que al perseguir un objetivo grande con medios limitados, no emprendió nada que estuviera más allá de su fuerza, sino sólo lo suficiente para lograr su objetivo. Su sagacidad y prudencia no sólo se hicieron evidentes en esta campaña, sino durante toda la guerra.
El comando boliviano temía siempre de las audacias de sus operaciones, las rápidas y sorpresivas maniobras por los cañadones y bosques espinosos, y de sus sabias combinaciones. En Campo Vía y El Carmen-Yrendagüe, Estigarribia inscribió en la historia militar americana sus más brillantes operaciones.
Cabe preguntar: los paraguayos, ¿en qué ponemos nuestro entusiasmo? ¿Qué admiramos si no admiramos a Estigarribia? ¿Qué más necesitamos, si no consideramos grande a este soldado ejemplar? ¿Qué grande hombre queremos? Mostró todas las cualidades como conductor del ejército paraguayo, era un militar completo. Debía ser para los paraguayos una especie de fuente permanente de máximas.
El historiador paraguayo, si tiene patriotismo, honestidad y guarda el debido decoro, deberá darle el lugar que le corresponde; y su trabajo será sumamente fácil, porque los hechos están a la vista y brillan como las estrellas en el cerúleo cielo. Aunque Estigarribia el Grande no precisa de alabanzas, porque sus hazañas superan ampliamente a todos los elogios, y esto, alguna vez, debe grabarse en letras de oro sobre su epitafio inmortal.
Luque, 7 de setiembre de 2015
Cnel (R) Teodoro Ramón Delgado.

0 comentarios: